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¿Está en guerra Río de Janeiro? Sus habitantes debaten

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Derechos humanos, Guerra y conflicto, Medios ciudadanos, Periodismo y medios
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El Ejército Barsileño en una operación en favelas de Niterói, ciudad en el estado de Río de Janeiro, durante la crisis en ese estado. Imagen de Estado Maior (CML) vía Fotos Públicas, CC-BY-NC 2.0.

Todos los días, los periódicos en todo Brasil están inundados con titulares macabros sobre Río de Janeiro, la segunda ciudad más grande de Brasil y el lugar de origen de muchas imágenes que se encuentran en las tarjetas postales del país.

Algunos ejemplos de estos titulares dicen:

Asesinan a tiros [2] a niña de 14 años en la escuela’, ‘Cada dos días, un agente de policía es asesinado en Río de Janeiro [3]‘, ‘Atracadores usaron rifles militares [4] para asaltar una farmacia’, ‘Presidente Temer envía 8,500 efectivos [5] del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea a Río’.

En 2017, con la crisis económica y los fondos públicos bajo mucha tensión, la crisis económica alcanzó sus niveles más altos [6] en una década. Incluso, una ONG [7] ha llamado a la ONU a intervenir.

Estas historias se están volviendo habituales y eso es inaceptable –o al menos, esto es lo que dice la dirección de un periódico local. En un editorial del 16 de agosto titulado ‘Esto no es normal’ [8], el periódico Extra –conocido por su detallada cobertura de la violencia en Río– anunció que crearía una nueva sección llamada «La guerra en Río». Todos los informes sobre la violencia en la ciudad ahora serán publicados en esa sección.

O EXTRA continuará a noticiar os crimes que ocorrem em qualquer metrópole do mundo: homicídios, latrocínios, crimes sexuais… Mas tudo aquilo que foge ao padrão da normalidade civilizatória, e que só vemos no Rio, estará nas páginas da editoria de guerra. (…) foi a forma que encontramos de berrar: isso não normal! É a opção que temos para não deixar nosso olhar jornalístico acomodado diante da barbárie.

EXTRA continuará informando sobre los crímenes que ocurren en cualquier metrópoli del mundo: homicidios, robos, delitos sexuales… No obstante, todo lo que salga de los parámetros de la normalidad civilizada, y que veamos solo en Río, estará en las páginas de la sección de guerra. (…) esta es nuestra manera de gritar: ¡Esto no es normal! Es la opción que tenemos para evitar que nuestro ojo periodístico sea complaciente ante la barbarie.

Explicaron los motivos detrás de su decisión.

En un video de cuatro minutos publicado en Facebook, Octávio Guedes, el editor en jefe de Extras, dice que la decisión no es algo para estar orgulloso, sino que es una señal de fracaso:

O Extra deve ser o único jornal do planeta que tem uma editoria de guerra em um país que não reconhece a guerra.

Extra debe ser el único periódico en el planeta que tiene una sección para la guerra en un país que no reconoce la guerra.

En el mismo video, un reportero del diario dice que, de acuerdo con el Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro, existen 843 zonas en la ciudad bajo el control de organizaciones criminales.

El editorial dice también:

Temos consciência de que o discurso de guerra, quando desvirtuado, serve para encobrir a truculência da polícia que atira primeiro e pergunta depois. Mas defendemos a guerra baseada na inteligência, no combate à corrupção policial, e que tenha como alvo não a população civil, mas o poder econômico das máfias e de todas as suas articulações.

Sabemos que el discurso de la guerra, cuando está distorsionado, puede usarse para encubrir actos truculentos de la policía que dispara primero y pregunta después. Pero nosotros defendemos la guerra basada en la inteligencia, en combatir la corrupción policial y que no tiene como objetivo a la población civil, sino el poder económico de las mafias y todos sus asociados.

¿Hace más daño que bien la palabra «guerra»?

En un artículo publicado por The Intercept Brasil [9], la periodista Cecilia Olveira responde que con catalogar la violencia en Río como una «guerra», los medios podrían acabar justificando la fallida política de seguridad pública e incluso obstaculizando la rendición de cuentas de la policía.

Não é uma guerra. É o resultado de corrupção, mau planejamento – como o próprio Extra mostrou, ao analisar as operações do Exército no Rio, somados a falta de investimentos em pessoal e inteligência e o descaso histórico – e complacente – com áreas do estado. Lembrando que o Estado é maior que a capital.

Esto no es una guerra. Es el resultado de la corrupción y la mala planificación –como el propio Extra ha demostrado al analizar las operaciones del Ejército en Río– sumadas a la falta de inversión en los recursos humanos y en la inteligencia y la negligencia histórica –y complaciente– en los servicios públicos. Recuerden que el Estado es mayor que la capital.

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Marcha por la paz en Niterói, en el estado de Rio de Janeiro, en homenaje al promotor cultural asesinado Rafael Lage. Imagen de Fernando Frazão/Agência Brasil, publicada con permiso.

Para Cecilia, decir que Río de Janeiro es «el lugar más violento de Brasil» es impreciso: «22 de las 30 ciudades más violentas en Brasil están ubicadas en las regiones del norte y el noreste, según datos de 2015 (los más recientes disponibles). Ninguna se encuentra en el estado de Río de Janeiro. Y cuando vemos las tasas de homicidio [por estado], Río ocupa el 16º puesto», escribió.

Extra pertenece a la corporación Globo, el conglomerado de medios de comunicación más grande en América Latina, señala Cecilia, y lleva décadas repitiendo la política de seguridad pública del Estado. Entre esas políticas de seguridad está la creación de la UPP [11] (Unidad de Policía Pacificadora) lanzada en Río en 2003 y cuyo objetivo fue desplegar una masiva fuerza de seguridad para ‘conquistar’ una favela [12] y establecer una unidad permanente allí. A pesar de que la UPP inicialmente redujo las muertes violentas, en los últimos años se convirtió en objeto de críticas a raíz de que las comunidades pobres presentaron denuncias de hostigamiento y represión por parte de estas unidades policiales recién establecidas y que debían protegerlas.

En su página de Facebook, el periodista João Paulo Charleaux citó un artículo [13] que había escrito en 2010 donde analiza por qué la violencia en Río no cumple con los criterios necesarios –según lo establecido por los Convenios de Ginebra– para ser calificada como una ‘guerra civil’. Dice:

Além do debate jurídico, há uma consequência humana grave em dizer que há uma guerra no Rio. Ao fazer isso, a sociedade estimula o Estado a agir com meios e métodos próprios de uma guerra, incursionando num território ‘inimigo’, onde os civis são apenas borrões na paisagem, candidatos aos ‘danos colaterais’ e às “balas perdidas'».

Además del debate jurídico, existen graves consecuencias humanas por decir que hay una guerra en Río. Con esto, la sociedad estimula al Estado a actuar con los medios y métodos propios de una guerra, con incursiones en territorio ‘enemigo’, donde los civiles son solo borrones en el paisaje, expuestos a los ‘daños colaterales’ y las ‘balas perdidas’.

En guerra o no, los habitantes de las favelas de Río siguen sufriendo. A mediados de agosto, la policía subió a la colina de Jacarezinho [14] para vengarse del asesinato de un oficial. En medio de toda la violencia, otro incidente llegó a los titulares: un frutero murió cuando la policía le disparó desde un helicóptero.