México ha sido golpeado por dos violentos sismos en septiembre de 2017. El primero de ellos, de 8.2 grados en la escala de Richer, sucedió el 7 de septiembre y causó cerca de un centenar de víctimas mortales, principalmente en Oaxaca y Chiapas (al suroeste del territorio). Mientras que el segundo, acontecido ayer, ocasionó severos daños materiales, además de un número aún indeterminado de personas fallecidas en la capital y en al menos 5 entidades de la zona central del país.
En la ciudad de Oaxaca, Global Voices entrevistó a Sergio, encargado de un centro de acopio para víctimas, quien advirtió:
No se puede llegar hasta Juchitán a menos que sea con una persona que conoce el camino, ya que hay grietas. Además, los pobladores de otras comunidades están muy enojados porque no han recibido ayuda del gobierno, entonces asaltan las camionetas con víveres que van hacia Juchitán. Aquí nosotros estamos haciendo el acopio, lo que traigan, lo pueden dejar con nosotros y de aquí lo llevaremos a los más afectados, no como los gobernantes que sólo se roban las donaciones.
En la Ciudad de México –capital del país– el 19 de septiembre nunca dejará de ser una fecha emblemática. Hace 32 años, un par de fuertes sismos destruyeron prácticamente la ciudad cobrando la vida más de 12 mil personas. Coincidentemente, el 19 de septiembre de 2017, un terremoto sacudió nuevamente la ciudad, justo unas horas después de que se había realizado el macrosimulacro que, de manera conmemorativa (pero también para crear conciencia) se celebra cada año en esta fecha.
Global Voices entrevistó a un empleado que trabaja en una oficina, quien solo quiso ser identificado como Guillermo:
Había venido al Perisur (centro comercial en el sur de la capital) a comprar unas cosas y fue cuando empezó a moverse. Los de seguridad nos dijeron que no podíamos salir, pero cuando se puso peor hasta ellos corrieron. Había muchas señoras con niños pequeños y los venían arrastrando hacia la salida. Fue horrible, pensé que me iba a morir cuando empezaron a caer pedazos del techo.
En las calles de la Ciudad de México, empleados de limpia trabajan en las labores de remoción de escombros junto con cientos de voluntarios improvisados que se encuentran ávidos de ayudar de la forma que se pueda.
Las fuerzas armadas han sido desplegadas y, al menos en la Ciudad de México, se les ordenó tomar control operativo y mando en las acciones de rescate para evitar más víctimas.
Global Voices también estuvo en la Colonia Narvarte (región central de la capital), en el cruce de las calles Morena y Nicolás San Juan, donde se aprecia un edificio habitacional semidestruído. Ahí hablamos con Margarita, quien comentó:
Es muy triste ver a la gente que esta aquí afuera y que ha perdido su casa, pero miren bien el edificio, al menos tuvieron tiempo de salir y no hay personas atrapadas. A pocas cuadras hay brigadistas y centros de acopio. Creo que debe hacerse notar que las construcciones han cambiado, y si bien hay decenas de derrumbes, en la mayoría de los casos la gente pudo escapar y ponerse a salvo. Deberían mostrar eso, deberían los medios tradicionales difundir fotos de los edificios que no cayeron, en lugar de estar buscando la nota sensacionalista.
El terremoto ocurrió justo a las 13:14 horas, cuando la mayoría de la gente se encuentra trabajando en oficinas y comercios. La desesperación por poder llegar a casa hizo que las personas se lanzaran a las calles, lo cual saturó las vías de circulación, al igual que las telecomunicaciones.
Los hospitales públicos, como éste del Instituto Mexicano del Seguro Social, acondicionaron sus explanadas para atender a los heridos que vayan llegando.
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