Refugiados en Líbano siguen siendo chivo expiatorio para los medios y la academia

7 de octubre, el canal estatal libanés ‘Tele Liban’ muestra una imagen de un hombre mayor que representa al «‘libanés’ aplastado por la palabra «desplazado».

El lunes 23 de octubre, la Universidad de Saint Joseph (USJ), en el Líbano, en colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), organizó una actividad bajo el título de «Refugiados: cuestiones políticas, enfoque legal». 

Los últimos datos del ACNUR a junio de 2017 calculan la cifra de refugiados sirios que huyen del conflicto en el Líbano en más de un millón, a los que hay que añadir los aproximadamente 450 mil refugiados palestinos, entre los que se encuentran los que huyeron de la Nakba (catástrofe en árabe) en 1948, cuando más de 700 mil palestinos huyeron o fueron forzados a abandonar sus casas cuando se creó el Estado de Israel.

Los participantes, incluidos políticos, académicos y funcionarios de Naciones Unidas, se reunieron para debatir el contexto legal y político de los refugiados que viven en el Líbano, pero más que hablar sobre cómo asistir a los refugiados y a sus comunidades de acogida, varios políticos usaron la oportunidad para difamar a los refugiados, como explicó un asistente a Global Voices.

Alexandra Tohme, investigadora analista y activista en campos de refugiados de Akkar, en el norte del Líbano, contó a Global Voices que el exministro de Justicia libanés, Chakib Cortbaoui, dijo que «los refugiados se quedan en el Líbano porque reciben ayuda internacional», e insistió que esto era un «hecho» y que él sólo estaba «contando la verdad».

Cortbaoui dijo que el Líbano no debería repetir el «precedente palestino», y puso a los palestinos de nuevo como chivo expiatorio, lo que no es nuevo en la política libanesa.

En agosto de 2017, el ministro de Asuntos Exteriores, Gebran Bassil, yerno del actual presidente Michel Aoun, publicó una imagen en Instagram del campamento de refugiados palestinos Ain al-Hilweh, ubicado en el sur del país en la década de los 60. Con la imagen aparecía un mensaje de Bassil hacia todos los libaneses: «no acepten campamentos [de refugiados]»

Captura de pantalla de la imagen publicada por el ministro de Relaciones Exteriores libanés, Gebran Bassil, el 24 de agosto de 2017. El pie de foto dice: «Campo de refugiados de Ain al-Hilweh a principios de 1960… Libaneses, no acepten campamentos». Fuente: Instagram.

Pero Cortbaoui no fue el único funcionario libanés presente en la charla en repetir esas afirmaciones. Khalil Gebara, consejero del Ministerio de Interior y Municipalidades, también presente, dijo incluso que los refugiados sirios ya no deberían ser considerados refugiados, sino «migrantes económicos», ya que la frontera de Siria con Líbano «ha estado segura desde 2015″.

Tohme intentó abordar parte de la retórica presentada por los funcionarios del Gobierno. Mencionó el reciente recorte en las ayudas por parte del «Programa de Ayuda Alimentaria» del Programa Mundial de Alimentos con efecto sobre 20,000 familias sirias en situación de vulnerabilidad a partir de noviembre de 2017, y el impacto que esto tendrá sobre ellas.

The families I know affected by this decision are extremely vulnerable: the conditions of their tents («Informal Tented Settlements or ITS) are extremely dire: unsanitary conditions, very desperate, living in danger and fear, no work, no movement or access outside to hospitals, work, school, the children have been out of education for three to four years, no healthcare but a visit by a doctor once a month.

Las familias que conozco afectadas por esta decisión son extremadamente vulnerables: las condiciones de sus tiendas de campaña («Asentamientos Informales o ITS, por sus siglas en inglés) son extremadamente alarmantes: condiciones de insalubridad, muy desesperados, viven con miedo y en peligro, sin trabajo, sin movimiento ni acceso al exterior para acudir al hospital, al trabajo, a la escuela, los niños han estado sin escolarizar durante tres o cuatro años, no hay asistencia sanitaria más que la visita de un médico una vez al mes.

Tohme utilizó esta información para responder directamente a las afirmaciones de Cortbaoui y preguntó:

How can one claim that these people are here to receive aid from international organizations, when many are, in fact, not receiving any?

¿Cómo puede afirmarse que están aquí para recibir ayudas de organizaciones internacionales, cuando en realidad muchos ni reciben ayuda alguna?

Más adelante mencionó el asedio sobre Ghuta Oriental, en las afueras de Damasco, Siria, y preguntó cómo puede ser que a la gente que huye de tal violencia se les llamen «migrantes económicos» cuando «claramente son personas que huyen de la persecución y la extrema violencia» tan cerca de la frontera libanesa (Damasco está a unos 50 kilómetros de la frontera con el Líbano)

La zona de Ghuta Oriental, controlada por los rebeldes, está sitiada por las fuerzas gubernamentales desde 2013. La última oleada de violencia desde noviembre de 2017 ha dejado al menos 200 muertos, incluidos 47 niños, según el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos.

Esto llevó a Tohme a responder al argumento de Gebara de que las zonas fronterizas con Siria han sido seguras desde 2015, con ejemplos de violencia severa en Hama, Homs, Damasco y Daraa, todas a una distancia razonable de la frontera libanesa.

Chivos expiatorios convenientes para los medios

La representación de los refugiados en los medios de comunicación libaneses puede resumirse perfectamente con el dibujo (en la imagen al inicio) que apareció en el canal estatal de televisión «Tale Liban».

Un hombre mayor con ropas tradiciones y con un «tarboush» (sombrero tradicional de la época otomana, equivalente al fez marroquí) es aplastado por la palabra «desplazados» (النازحين), en lugar de utilizar la palabra «refugiados» (اللاجئين). Encima del hombre aparece el mensaje «ayúdenme… ¡¡¡no puedo aguantarlo más!!!».

Irónicamente, el tarboush es usado actualmente por palestinos y sirios, ya que su uso es anterior a la formación de los estados nación.

El Gobierno libanés ha dejado de permitir el registro de sirios como refugiados desde el 6 de mayo de 2015. Exigencias burocráticas como un pago equivalente a 200 dólares USD como pago para una residencia anual, así como el requisito de presentar documentos sirios. El Consejo Noruego para los Refugiados afirma que «hasta un 80% no poseen permisos de residencia válidos».

La mayoría de los refugiados entrevistados por Oxfam en mayo de 2017 dijó que pensaban quedarse solamente entre unos días y unos meses.

El Consejo Noruego para los Refugiados explica :

Without a residence permit there is no sense of security. They risk fines, arrest, detention, and even potential departure orders. The fear of being arrested and detained forces many Syrian refugees to limit their movements and resort to negative coping mechanisms to survive.

Sin permiso de residencia no hay sensación de seguridad. Enfrentan multas, arrestos, detenciones, incluso posibles órdenes de expulsión. El miedo a ser arrestado y detenido hace que muchos sirios refugiados limiten sus movimientos y recurran a mecanismos negativos para su supervivencia.

A pesar de los hechos verificados que prueban que los refugiados sirios luchan por sobrevivir en el Líbano, continúan siendo utilizados como chivo expiatorio por los funcionarios gubernamentales, ayudados con frecuencia por los medios masivos. Esto ha llevado a la propagación de una retórica contra los refugiados por todo el Líbano y, con el tiempo, al aumento de las tensiones.

El Partido del Líbano, que afirma depende de «la juventud libanesa», organizó una protesta con el título «Encuentro popular para exigir el retorno de los desplazados sirios a su país», en octubre de 2017.

En algunas zonas, esta retórica ha pasado a la acción, cuando algunas municipalidades enviaron órdenes de expulsión a todos los sirios, lo que llevó a muchos a huir.

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