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El «Capitán Ciego» tiene intenciones de atravesar el Bósforo solo en kayak, con ayuda de nuevas tecnologías

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Ahmet Ustunel, invidente, remando solo en su kayak en el lago Merced, en San Francisco. Su objetivo es atravesar en kayak el Estrecho del Bósforo en Turquía, su país natal.
Imagen de Adam Grossberg/KQED

Esta historia de Laura Klivans [1] se publicó originalmente en PRI.org [2] el 7 de noviembre de 2017. Se reproduce aquí en el marco de una colaboración entre PRI y Global Voices.

Ahmet Ustunel recuerda perfectamente el camino que recorría cada día para ir a la escuela. Se despertaba en casa, en la parte asiática de Estambul, Turquía, ciudad que se extiende entre dos continentes, y luego tomaba un transbordador para cruzar el estrecho del Bósforo hasta el lado europeo de la ciudad.

Tras subirse al transbordador, a Ustunel le gustaba comprarse un té y un poco de pan de sésamo, y se lo tomaba en la cubierta. Se quedaba de pie, junto a la barandilla, sintiendo cómo el agua rociaba su rostro y escuchando otros barcos cercanos. Ustunel es ciego desde los 3 años, cuando perdió la vista por un cáncer ocular, algo que nunca le alejó del agua. Pasó muchas tardes pescando con su padre y veranos nadando en el Mar Negro, donde su abuela tenía una casa.

«Y pensaba que este estrecho, el Bósforo, debería ser más accesible para nadadores, surfistas o marineros ciegos», dice Ustunel. «Deberíamos poder ver personas ciegas usando barcos».

Los últimos 11 años Ustunel ha estado viviendo en Estados Unidos y ahora por fin va a cumplir con ese sueño que tenía desde sus épocas escolares: tiene la intención de volver a su ciudad natal hacia mediados de año, atravesando solo en kayak el estrecho del Bósforo.

Ahora tiene 37 años y aún le encanta estar en el agua, pero en lugar de navegar en el barco de otra persona, Ustunel quiere salir en su propio barco.

La idea de dirigir su propia embarcación se le ocurrió en la escuela, mientras estudiaba mitología griega. Ustunel recuerda un mito sobre un navegante ciego:

«Había un rey ciego llamado Fineo, que vivía en la parte norte del Bósforo. Su misión era guiar a los marineros en la oscuridad para que llegaran sanos y salvos desde el Mediterráneo hasta el mar Negro».

A pesar de ser un personaje mitológico, Fineo se volvió un modelo a seguir.

En la universidad, Ustunel conoció a una estadounidense con quien acabaría casándose. Tras mudarse a Estados Unidos para poder estar juntos, decidieron dejar la ciudad del Medio Oeste de la que ella procedía para instalarse en San Francisco, en parte debido al amor que sentía Ustunel por el océano.

La pareja empezó a navegar en un kayak de dos personas, y su mujer era la que lo dirigía. En ocasiones, Ustunel también navegaba solo, pero iba junto a un grupo y pedía a algún amigo vidente que llevara un cascabel que él pudiera oír y seguir mientras remaba. Pero su deseo de hacer kayak de manera independiente persistía.

En 2017, vio una oportunidad de hacerlo posible cuando una organización sin ánimo de lucro lanzó un nuevo premio para financiar a personas invidentes y con deficiencia visual que desean emprender una aventura. El Premio Holman para la Ambición Invidente [3] ofrece subvenciones de hasta US$25,000 para realizar proyectos arriesgados.

La organización detrás de este premio, LightHouse for the Blind and Visually Impaired [4] (Faro para personas invidentes y con deficiencia visual), recibió unas 200 solicitudes de 27 países diferentes. Finalmente redujeron los participantes a tres ganadores. Además de Ustunel, los otros ganadores del premio fueron un apicultor ugandés que deseaba aumentar las oportunidades laborales para otras personas con deficiencia visual, y un panadero británico que soñaba con viajar con el dinero del premio y conectar a personas de diferentes culturas a través de la comida.

LightHouse pudo financiar estos proyectos creativos gracias a la inesperada donación de 125 millones de dólares que hizo un empresario de Seattle a su muerte.

A Ustunel el dinero le ayudará a comprar el tipo de kayak que necesita y los instrumentos que usará para navegar. Ha creado una página web [5] en la que está documentando su entrenamiento y en la que se llama a sí mismo «el Capitán Ciego».

La pregunta es, ¿cómo se puede hacer kayak cuando no se puede ver?

Según Ustunel, lo primero es usar los demás sentidos que pueden transmitir mucha información. Cuando se acerca a la orilla, huele las plantas o flores. Si ha llovido recientemente, la tierra produce un peculiar aroma llamado petricor. Cuando se encuentra en aguas abiertas, a veces siente un olor parecido al de la sandía, que según él puede ser aroma a alga.

Ustunel también utiliza sus oídos para situar a personas, construcciones o autos. Esos sonidos significan que está cerca de la orilla. Cuando se adentra en el agua, principalmente escucha pájaros.

Pero para cruzar el Bósforo, Ustunel necesitará algo más que sus sentidos. El trayecto será de más de 4,5km, pero el estrecho es uno de los canales navegables con más tráfico del mundo. Sus aguas están peligrosamente atestadas de enormes cargueros y buques cisterna, además de pequeños transbordadores y barcos pesqueros, y las corrientes son fuertes.  

De modo que Ustunel necesitará un dispositivo electrónico que le diga exactamente dónde está y qué hay a su alrededor.

Ahmet Ustunel preparando su kayak.

Para prepararse, Ustunel está entrenando en diferentes vías navegables alrededor del Norte de California, como la Bahía Tomales, la de San Francisco y el Lago Merrit en Oakland. Y cada vez que sale al agua, prueba una tecnología diferente.

Un martes se embarcó en las aguas calmas del pequeño lago Merced de San Francisco. Llegó hasta allí en un autobús público para personas con discapacidad. Una vez en el lago, hizo rodar su maleta hasta el final del muelle y la abrió. En su interior, cuidadosamente doblado, había un kayak negro y amarillo.

Tras inflarlo, Ustunel tomó su bastón blanco y rojo y lo puso en la parte de atrás, como si fuera el mástil de una bandera. Para él, el bastón es un símbolo.

«Soy un tipo ciego haciendo kayak, sensibilizando a la gente», dice.

Se puso un chaleco salvavidas rojo, saltó en su barco y empezó a empujarlo.

Al otro lado del lago había una carretera ruidosa, que Ustunel utilizó como punto de referencia, navegando hacia el sonido.

Entonces sacó su teléfono. Al igual que sus otros aparatos electrónicos, lo ha configurado para que funcione a doble velocidad, para una eficiencia máxima. Con un tono rápido y robótico, el GPS de su teléfono le indicó las coordenadas geográficas, y Ustenel decidió dirigirse hacia el sur.

Además del GPS de su teléfono, Ustunel colocó otro en la parte trasera del kayak, justo detrás de su asiento. Lo llama «don Bip». Sonaba despacio y de manera ininterrumpida cuando Ustunel seguía correctamente la trayectoria preprogramada, y mucho más rápido para alertarle si se estaba desviando.

El kayak de Ustunel funciona con pedales, lo que le permite tener las manos libres.

En el agua, también probó un sonar que normalmente utilizan los pescadores para encontrar pescado. Lo utilizó para escanear el agua que tenía frente a él, buscando objetos o escombros.

Y cuando quiso más información, Ustenel abrió una aplicación de su teléfono llamada «Be my eyes [6]» («Sé mis ojos»), que le puso en contacto con una persona vidente, un voluntario situado en cualquier lugar del mundo, dispuesto a mirar a través de la cámara de su teléfono y ver por él.

La voluntaria que le atendió estaba en Texas.

«¿Hola?».

«Hola», respondió Ustunel. «Estoy en un kayak en medio de un lago y me gustaría saber qué hay a mi alrededor. Estoy oyendo una calle a mi derecha, ¿puedes verla?».

Las herramientas que Ustunel utiliza son prototipos. Hace llegar su opinión sobre los diferentes aparatos a los ingenieros correspondientes, que los modificarán para que otras personas invidentes también puedan usarlos.

Ustunel no es nuevo en eso de ayudar a otros invidentes y personas con deficiencia visual a acceder a nuevas oportunidades. Es lo que hace en su día a día gracias su trabajo de profesor de estudiantes con deficiencia visual en escuelas públicas de San Francisco.

Hace poco, en un día de escuela, se reunió en privado con Ethan, un chico de 15 años al que Ustunel ha estado ayudando a escribir una carta al ayuntamiento sobre un cruce que no es accesible para invidentes. Ustunel y el estudiante escribieron juntos un borrador de la carta, y un programa informático la leyó en voz alta. Ambos hicieron algunas modificaciones y revisaron la ortografía del documento, y cuando estuvieron de acuerdo, pudieron enviarlo.

Ustunel dice que en cierto modo se dedica a enseñar porque cuando él era joven le costó encontrar modelos de conducta, y tuvo que agarrarse a lo que pudo, incluso a reyes de la mitología griega.

Ahora los tiempos han cambiado, y es mucho más fácil encontrar héroes ciegos porque están entre nosotros, caminando a nuestro lado cada día. O quizás haciendo kayak en un lago cercano. Sólo tienes que fijarte en el bastón de punta blanca que sobresale en la parte de atrás de la embarcación.