Rechazados por Australia y condenados a permanecer detenidos en Indonesia, refugiados protestan por su vida en el limbo

Protestas de refugiados. Foto de Asif Rahimi.

Asif es un joven inteligente de 28 años. Pese a todas las dificultades planteadas por la vida en un país devastado por la guerra como es Afganistán, logró estudiar Relaciones Internacionales en la Universidad de Kabul y conseguir fluidez en cuatro idiomas, y es autodidacta en varios de esos idiomas.

En un momento y lugar diferentes, Asif podría haber sido fácilmente lo que hubiera querido –profesor, diplomático–, pero no hoy, y no donde se ve obligado hoy en día a permanecer.

Hace cuatro años, Asif decidió abandonar Afganistán tras ver que la situación allí se volvía año tras año drásticamente más inestable. Se fue con la esperanza de llegar a Australia, donde empezar una nueva vida lejos de la guerra. Durante el viaje descubrió que su mujer estaba embarazada. Finalmente llegó a Indonesia, y un mes después, cuando era cautivo en un centro de detención, fue padre de una preciosa niña a quien nunca tuvo la oportunidad de conocer. Pero Asif no es un delincuente, es un refugiado detenido durante los últimos cuatro años en un centro de detención de inmigrantes de Balikpapan, Indonesia, junto a otras 183 personas.

Centro de detención de Balikpapan – Foto de Asif Rahimi

Los detenidos van desde los 14 hasta los 62 años y entre ellos hay gente de Somalia, de Irán (entre otros países). De los detenidos, 181 son hazaras afganos, etnia que en las últimas décadas ha sido objetivo de los talibanes y en la actualidad de Daesh.

El centro de detención de Balikpapan es un edificio cercado con vallas electrificadas, diseñado en un principio para alojar a acusados de delitos como tráfico de personas, de drogas y ciberataques. Hoy en día no se permite estudiar ni trabajar a los reclusos de Balikpapan, quienes no reciben tampoco atención médica adecuada. Hay al menos un adolescente y muchos adultos que necesitan atención médica urgente.

En Indonesia hay 13 centros de detención de inmigrantes con una capacidad total de 1.300 detenidos. Estos centros suelen ser insalubres, superpoblados y propensos a inundarse en la estación de lluvias. Desde de 17 de enero de 2018, los refugiados del centro de detención de Balikpapan han protestado por tales condiciones.

La renovación y ampliación de las instalaciones del centro fueron financiadas por la Organización Internacionales para las Migraciones (IOM), en base a fondos de varias instituciones gubernamentales de Australia. Las ONG australianas han denunciado esta «Solución Indonesia» y sostienen que su Gobierno paga a Yakarta «cientos de millones de dólares para detener y mantener a los solicitantes de asilo». La ley indonesia permite detener a los inmigrantes hasta diez años sin revisión judicial.

Aunque la IOM no es una organización humanitaria y no tiene la obligación de ayudar a solicitantes de asilo y a refugiados, las autoridades migratorias de Indonesia o el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) le confían el cuidado de solicitantes de asilo y de refugiados. En Indonesia, la IOM ha ayudado en efecto a Australia a controlar sus fronteras, pero esto queda lejos del único caso en el que la organización parece ir contra muchos aspectos de su misión. Los investigadores han criticado a la IOM por su participación en el trabajo humanitario y en proyectos polémicos en distintas partes del mundo. En Libia, país que aún debe recuperar la estabilidad tras una intervención de la OTAN en 2011, la IOM ha recibido decenas de millones de dólares para reforzar un sistema destinado a evitar que la gente se desplace hacia Europa.

Indonesia no ha ratificado la Convención sobre los Refugiados o su Protocolo, y el sudeste de Asia no cuenta con un tratado sobre los derechos humanos. Como resultado, procesar las solicitudes de asilo le compete a ACNUR, que ofrece certificados que reconocen a personas y familias como refugiados.

Casi todas las personas detenidas ahora en Balikpapan han logrado la condición de asilo de ACNUR, pero la ley indonesia no les permite ser reconocidos como refugiados.

Tal como informó el Observatorio de los Derechos Humanos:

Even with recognition from UNHCR, refugees have no viable future in Indonesia. They have no legal status under Indonesian law, cannot work, and have limited access to education (…) The impact of prolonged, indefinite immigration detention is particularly severe for children, many of whom experience post-traumatic stress disorder or depression. Most unaccompanied children are detained with unrelated adults at risk of violence and exploitation. The situation is particularly harsh for children, who are arbitrarily detained in terrible conditions for months or years, without knowing how long they will be held.

Incluso con el reconocimiento de ACNUR, los refugiados no tienen un futuro viable en Indonesia. No cuentan con condición legal bajo la ley indonesia, no pueden trabajar y tienen acceso limitado a la educación (…). El impacto de la detención prolongada e indefinida de inmigrantes es especialmente severo en niños, muchos experimentan trastorno de estrés postraumático o depresión. Muchos niños no acompañados se hallan detenidos con adultos ajenos, bajo riesgo de sufrir violencia y explotación. La situación es especialmente dura para los niños, a quienes se retiene arbitrariamente en terribles condiciones durante años o meses, sin saber cuánto tiempo seguirán así.

Como las personas del centro de detención de inmigrantes de Australia en las islas de Nauru y Manus, los habitantes en Balikpapan siguen como rehenes –tanto el surgimiento de un sentimiento contra inmigrante como los políticos dispuestos a capitalizar ese sentimiento para lograr votos.

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