«Mujeres que están en la música: Nos hicimos conocidas en la industria musical mundial. Sin embargo, la desigualdad de género, el machismo y la brecha salarial persisten», declaró Carola Kinasha, música y activista de Tanzania que recientemente moderó un panel de discusión sobre el papel de las mujeres en la música.
«No se trata de que nos falte la capacidad. Se trata de que los que todos los encargados de tomar las decisiones son hombres».
El panel formó parte del ciclo de redes de trabajo Movers and Shakers, en el marco de la décima quinta edición del festival de música Sauti za Busara (Sonidos de la sabiduría, en suajili) en Stone Town, Zanzíbar.
El 10 de febrero, Kinasha habló junto con varias colegas sobre los desafíos a los que se enfrentan las artistas en la industria musical. Entre las participantes, estaba la cantautora estadounidense Somi, la cantante tanzana Saida Karoli, la integrante del grupo zazibareño Siti and the Band Amina Omar y un representante de la sociedad de derechos de autor de Zanzíbar (COSOZA), Zeitun Amour.
Kinasha comenzó sus reflexiones señalando que en el Reino Unido las mujeres conforman apenas el 16 % de los líderes del negocio musical. Aunque hay poca información disponible sobre el papel que juegan las mujeres de la música en África, «es claro que existe un problema importante con el patriarcado en la industria musical», declaró.
Somi, artista de jazz que tiene raíces en Uganda y Ruanda y que en la actualidad reparte su vida entre la ciudad de Nueva York y Johannesburgo, contó cómo ir contra la tradición fue el desafío más importante que se le presentó como mujer africana en la música:
Being part of an immigrant family and choosing a path as an artist had its challenges. I had to think carefully about when and how and in which spaces we as women are supposed to use our voices.
Ser parte de una familia de inmigrantes y elegir el camino de artista tuvo sus obstáculos. Tuve que pensar con detenimiento sobre cuándo, cómo y en qué espacios se supone que las mujeres podemos usar nuestras voces.
Saida Karoli es una de las cantantes más populares de Tanzania y se se ganó el corazón de la concurrencia del festival con su impresionante presentación durante la noche del 10 de febrero. Ahí habló sin tapujos sobre los diversos desafíos a los que tuvo que enfrentarse por ser mujer en la industria musical en Tanzania, e hizo hincapié en las injusticias que se sumaron al ser pobre y sin educación proveniente de Rwongwe, remoto pueblo en la región de Bukoba, cerca del lago Victoria.
Karoli comenzó a hacer percusión a los cinco años. Escribió y produjo cinco álbumes que fueron aclamados por la crítica:
I’m from a small village and I was an orphan. I didn’t have any idea how to make it in the music industry and my manager was like my father, I believed in him wholeheartedly.
Vengo de un pueblo pequeño y soy huérfana. No tenía idea de cómo moverme en la industria musical y mi representante era como mi padre, creí en él con todo mi corazón.
Mientras «Muta», su representante, se encontraba al mando, la popularidad de Karoli creció. Viajó por la región, desde Burundi a Ruanda, hasta Uganda. Los eventos eran tan concurridos que en uno cuatro personas murieron, presuntamente sofocadas. Sin embargo, su representante la explotó y abusó de sus talentos y reclamó derechos de autor por todas las canciones y los álbumes de Karoli:
I was young, inexperienced in the music business, and at the end of the day, I didn’t have even 100 shillings [0.10 US dollars] in my pocket. Life has been hard.
Yo era joven, no tenía experiencia en el negocio de la música y, a final del día, no tenía ni cien chelines (US$0.10) en el bolsillo. La vida ha sido dura.
Karoli reveló que, si bien su representante le abrió nuevas puertas, también la encerró durante siete meses como una prisionera. Le negó hablar con otros representantes o productores. Cuando finalmente decidió romper relaciones con él, se fue a la ciudad portuaria de Mwanza:
I hid from my fame. I was ashamed. I didn’t know how to advocate for myself. I had no rights in this work. When the journalists came asking for interviews, I just ran. I couldn’t face the shame.
Me escondí de mi fama. Estaba avergonzada. No sabía defenderme. No tenía derechos en este trabajo. Cuando los periodistas me pedían entrevistas, yo me escapaba. No podía enfrentarme a la vergüenza.
Amour, una autoridad en Zazíbar en lo que respecta a problemas de derechos de autor, le aseguró a Karoli que, como autora de toda su música, aún conserva los derechos básicos de acuerdo a la ley de derechos de autor y anexos de Tanzania (1999). Sin embargo, todo depende del contrato firmado, y el caso debe ser investigado en profundidad por un representante legal.
Karoli ya no tiene representante. Declaró que cuenta con su retorno a los escenarios en el festival para aumentar las ventas y volver a hacerse un nombre luego de tantos años en las sombras.
«Nos encontramos aquí para forjar nuevos caminos como mujeres en la música»
Amina Omar es la cantante principal de la banda Siti and the Band, conjunto de fusión de raíces taarab (soul zanzibareño) que abrió el escenario del festival el 10 de febrero. Amina agradeció expresamente a Karoli por manifestarse en un tema que muy pocas mujeres en la región quieren abordar: las diversas formas de abuso y acoso a las que se enfrentan las mujeres, no solo en el ámbito de la música, sino también dentro de la sociedad como un todo.
Omar recuerda que cantaba a los once años con su hermana Rahama, violinista ganadora de diversos premios que integra su banda. Sin embargo, vecinos y familiares miraban con desdén las inclinaciones musicales de las niñas y, al final, la familia las alentó a casarse y tener hijos de acuerdo a la tradición de Zanzíbar, archipiélago donde la mayoría de las familias tienen costumbres islámicas conservadoras:
So, I got married. I had my first child. My husband told me he’d support me as a musician, but when our child was grown enough to let me go back to singing, he simply said no. ‘No,’ he said. ‘You are my wife. I own you. You have to do what I like.’
Así que me casé. Tuve a mi primer hijo. Mi marido me dijo que me apoyaría en mi vocación musical, pero cuando mi hijo era ya grande como para poder volver a cantar, se negó. «No», me dijo. «Eres mi esposa. Eres mía. Tienes que hacer lo que yo quiero».
Cuando Omar decidió participar como concursante en “Bongo Star Search”, programa interactivo de música en Dar es Salaam, Tanzania, todo terminó en una discusión violenta con su esposo. «Nunca hablé de verdad sobre esto hasta hoy, todavía no veo bien por un ojo, y eso es por esa noche», reveló Amina, mientras señalaba el ojo derecho. Luchó por dejar a su esposo en Dar es Salaam y reconstruir una vida para ella y su hijo en Zazíbar:
I love Zanzibar, I love my society, but there are good aspects to it as well as bad. I don’t like the idea that women are forbidden to speak in public in my society. I don’t like the position of women. I also don’t like that when my society sees me succeed, some want to keep me down. When I came back to Zanzibar, I joined the Dhow Countries Music Academy and got my education, and now I know who I am. I really love singing, it’s my life and it’s in my blood.
Amo Zanzíbar, amo a mi sociedad, pero tiene aspectos buenos y malos. No me gusta la idea de que a las mujeres se les prohíba hablar en público en mi sociedad. No me gusta la posición que tienen las mujeres. Tampoco me gusta que cuando mi sociedad me ve truunfar, algunos me quieren bajar. Cuando regresé a Zanzíbar, me inscribí en Dhow Countries Music Academy (Academia Musical de Dhow) y me eduqué, y ahora sé quién soy. De verdad amo cantar, es mi vida y lo llevo en la sangre.
Las mujeres en la músca buscan muchas veces modelos de mujeres que les señalen el camino, pero de acuerdo a Somi:
[W]e have so few role models as African women in music, that we’re basically here to carve out new paths, to be the models for future generations. We’re tasked with telling our truth(s) as African women, and there’s not that many of us — it’s a short list.
Tenemos tan pocos modelos de africanas en la música que básicamente estamos acá para forjar nuestros nuevos caminos, para ser los modelos de las generaciones futuras. Nuestro deber es contar nuestras verdades como mujeres africanas y no somos muchas, la lista es corta.
Somi se refirió Angelique Kidjo como una gran inspiración, mientras que Karoli mencionó a Lady JayDee y Omar a leyendas como Bi. Kidude y Siti Binti Saad, de quien su banda toma su nombre.
Siti Binti Saad (1880-1950) fue una cantante y pionera de Taarab originaria del pueblo de Fumba, en Zanzíbar. Fue la primera mujer de África Oriental en hacer música en suajili y que grabó más de 150 discos en India. Se presentaba en los escenarios con un velo negro en la cabeza, de acuerdo a la costumbre de las mujeres musulmanas de la costa suajili. En un mundo dominado por los hombres, Saad insistió en el camino musical y fue reconocida por protestar contra la violencia contra la mujer a través de su música.
En el espectáculo del 10 de febrero, Omar canalizó el espíritu de Siti Binti Saad cuando presentó su canción con un mensaje poderoso dirigido, sobre todo, a los hombres:
This next song is my story. And I say, a woman is your wife, is your mother, is your sister. Why beat your woman? She should be respected. She needs respect!
La próxima canción es mi historia. Y les digo que una mujer es su esposa, su madre, su hermana. ¿Por qué pegarle a tu mujer? Debería ser respetada. ¡Necesita que la respeten!
La multitud la aclamó.