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Festival de arte de aldea sudanesa vuelve al futuro

Categorías: África Subsahariana, Sudán, Arte y cultura, Censura, Medios ciudadanos, The Bridge

El pueblo de Karmakol, sede del Festival Karmakol. Foto de Khalid Albaih. Usada con autorización.

Más o menos a mitad de 2017 me encontré con un video [1] que circulaba por Facebook de Sudán, sobre un festival de arte [2] programado para realizarse en diciembre de 2017 en una aldea del norte de Sudán con un nombre gracioso del que nunca había oído hablar. El pueblo, llamado Karmakol, resulta ser donde nació Altayib Salih, uno de los escritores más célebres de Sudán.

El festival de arte me pareció increíble e inmediatamente solicité participar. Los organizadores me dijeron que fui el primero en postularme y me invitaron a unirme al equipo que coordina la Casa de Arte y a realizar talleres.

También me contaron la historia de este inusual festival de arte en un lugar tan apartado.

Todo comenzó cuando un equipo de cineastas decidió hacer un cortometraje inspirado en la novela de Altayib Salih, Tiempo de migrar al norte [3]. Así que empacaron sus equipos y viajaron a Karmakol, a 330 kilómetros al norte de Jartum, en la orilla occidental del río Nilo.

En el proceso de intentar hacer su película, el equipo tuvo innumerables reuniones con el alcalde, los ancianos del pueblo y la familia del autor, en un esfuerzo por negociar la política de la aldea y las diferencias tribales y reunir a todos. Después de varios meses, todas las partes llegaron a un acuerdo para establecer el Centro Cultural Karmakol, con un plan para renovar la parte de la aldea donde todas las casas familiares habían sido abandonadas en la década de 1980 por la continua inundación de los bancos del Nilo. También acordaron lanzar un festival anual de arte internacional que se llevaría a cabo en estas renovadas casas de estilo nubio, o silencio, como se llaman en árabe.

Vivienda tradicional en Karmakol. Foto de Khalid Albaih. Usada con autorización.

Como caricaturista político que utiliza el arte y la cultura como una herramienta de resistencia, me invitan a muchas actividades de «artivismo [4]«. Pero debido al riesgo de ataques del Gobierno sudanés, era la primera vez que participaba en un acto público en mi país.

Incluso antes de llegar al pueblo, sabía que este Festival de Arte de Karmakol iba a ser una experiencia hondamente personal para mí. No tenía idea de qué esperar, así que decidí permanecer abierto a lo que viniera.

Llegué a Jartum en diciembre de 2017 y, tras unos días de bodas y de visitar familiares y amigos, me dirigí a la Fábrica de Cine de Sudán, desde donde los autobuses transportaban organizadores, voluntarios y asistentes al viaje de seis horas hasta el festival. Al salir de la ciudad, el urbanismo aleatorio de la capital desapareció gradualmente, para ser reemplazado por el desierto y las aldeas que hacen que uno se pregunte si las pocas personas que viven allí saben o les importa en qué año vivimos. Se sentía como si estuviéramos conduciendo en el tiempo.

El festival fue increíble y atrajo a gente de los pueblos de los alrededores, y a muchos de Jartum. En los pocos días que estuve en el pueblo, vi a intelectuales urbanos, artistas, ingenieros, diseñadores urbanos, turistas, voluntarios, miembros de organizaciones de la sociedad civil que trabajaban con la comunidad local, agricultores, maestros y representantes del gobierno con ropa tribal. Vi un mercado que se unía orgánicamente no solo con la gente de Karmakol, sino también desde los pueblos de los alrededores. Jóvenes graduados de la escuela de arte de Jartum trabajaron junto a artistas y constructores locales para restaurar estas hermosas casas tradicionales. A medida que la escena se desarrollaba, casi se podía imaginar a los personajes de los libros de Altayib Salih caminando por ahí.

Sudán no tiene una industria cinematográfica como nuestro vecino del norte, Egipto, pero disfrutamos de dos grandes películas sudanesas en el cine al aire libre del Festival. La primera, de 1984, se llamó «Tajooj», protagonizada por el actor Salah ibn Albadya. La segunda película, «Iman», realizada en 2017, tuvo como protagonista a Ibrahim, el nieto de Salah Ibn Albadiya, en un gesto que encarna el espíritu de continuidad cultural del Festival.

En la Casa de la Música, se invitó a todo el que quisiera a tocar con algunas de las bandas más geniales de Sudán. Los cantos sufíes y la música tradicional se mezclaron con las canciones mixtas árabe-inglesa de los músicos urbanos con estilo.

«Algunos se preguntaban:» ¿Por qué estó es arte si puedo dibujar el mismo khrabish (galimatías)? «El Omda (alcalde) siempre responde». Fananin majann sai, estos son los artistas locos». Foto de Khalid Abaih. Usada con autorización.

En la Casa de Arte, los artistas utilizaron diversos medios para transformar, reciclar, interactuar, debatir y colaborar con el público en espacios abiertos libres de censura, excepto la suya propia.

Observé cómo los niños y sus padres experimentaban adecuadamente una exposición de arte moderno por primera vez en sus vidas. Algunos se rieron claramente ante la imagen de una mujer con el torso desnudo, algunos simplemente entraron y salieron, pero otros se detuvieron y preguntaron acerca de lo que significaban estas obras de arte. Algunos se preguntaban: «¿Por qué estó es arte si puedo dibujar el mismo khrabish (galimatías)?». El omda (alcalde) siempre respondía: «Fananin majann sai, estos son los artistas locos».

. نتحدث اليوم عن إحدى أهم المجموعات الشبابية الموسيقية التي إشتهرت حديثاً، وباتت محببة جداً لدى الشباب السوداني؛ فرقة أصوات المدينة. بدأت أعمالهم عن صداقة وطيدة أصبحت بعدها سبباً في اتخاذ الفن والموسيقى وسيلة للتفاعل مع الآخرين في ما يتعلق بمحاور مختلفة كنشر السلام، وأهمية العمل الخيري والتطوعي، والتي انعكست بصورة شخصية عليهم كونهم من المؤثرين إيجاباً على من حولهم في المجتمع. هل سمعت أغانيهم؟ وماهي أغنيتك المفضلة لهم؟ شاركها معنا هنا! Today we are posting about the popular young Sudanese band "Aswat Almadina”. They started as friends but that friendship took them to broader horizons; beyond music and into peace, charity and voluntary work and more generally into anything community development related. They never hesitate to devote their positive energies towards the individuals around them, using their music as an effective means to touch our hearts and minds. Do you know their songs? What is your favorite one? Share it here with us! www.aswatalmadina.com #KarmakolFestival #Karmakol #Nafeer #مهرجان_كرمكول [5]

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Hoy publicamos sobre la popular banda juvenil sudanesa «Aswat Almadina”. Empezaron como amigos, pero esa amistad los llevó a horizontes más amplios; más allá de la música y hacia la paz, la caridad y trabajo voluntario, y más generalmente a todo lo que se relacione con desarrollo comunitario. Nunca dudan dedicar sus energías positivas ahcia quienes los rodean, con su música como  medio efectivo de tocar nuestros corazones y mentes.
¿Conoces sus canciones? ¿Cuál es tu favorita? ¡Cuéntanos!
www.aswatalmadina.com

Lo que más aprecié de este audaz experimento social de usar el arte para reunir partes de Sudán que existen en mundos tan diferentes fue que mientras la gente de la aldea tal vez no siempre entendía lo que estábamos haciendo, lo respetaban como parte de la sociedad, ya que experimentaron sus beneficios.

Hay un término en el «mundo del arte» para una gran inversión cultural que coloca en el mapa lugares con perfiles internacionales limitados. Se llama el Efecto Bilbao [7], y lleva el nombre de una pequeña ciudad en el norte de España donde un destacado arquitecto internacional, Frank Gehry, construyó un museo de arte de primera clase y transformó la ciudad en el proceso.

«Karmakol no tenía edificios imponentes, pero habia algo en la zona que los artistas necesitaban para florecer —libertad».  Foto de Khalid Albaih. Usada con autorización.

Karmakol no tenía edificios imponentes, pero habia algo en la zona que los artistas necesitaban para florecer —libertad. Y para mí, de eso se trata este festival. El hecho de que tuviera lugar fuera de Jartum, la sede del Gobierno, liberó a los artistas y participantes del Gran Hermano, la censura que constantemente vigila y bloquea toda reunión de jóvenes creativos en la capital.

La creatividad a menudo asusta a los Gobiernos, y la creatividad ilimitada los asusta aún más.

Pero esta libertad les ofreció a los participantes del festival Karmakol una singular mirada al pasado al Sudán que nos contaron nuestros padres, pero también un Sudán que pudo ser y, ojalá el Sudán que puede ser

Regresé al futuro. Y estaba lleno de esperanza.

Khalid Albaih es artista, dibujante independiente y diseñador de Sudán. Mira su trabajo en Instagram. [8]