«Doing Cafe» de Seúl crea comunidad en torno al feminismo, aún tabú en Corea del Sur

Doing Cafe, cafetería feminista en Seoul, abrió hace un año en marzo. En ese tiempo, más de 10.000 personas han pasado por el lugar —la mayoría veinteañeras y treintañeras. Es el primer lugar de este tipo en Corea del Sur, según el dueño Kim Ryeo-il. Recientemente, la cafetería celebró su primera fiesta de cumpleaños, que atrajo a más de 50 de sus seguidores. Créditos: Ann Babe/PRI

Este artículo escrito por Ann Babe para GlobalPost se publicó originalmente en PRI.org el 20 de febrero de 2018. Se reproduce aquí como parte de un acuerdo de colaboración entre PRI y Global Voices.

Ha Yoon-na siempre creyó en el feminismo, pero nunca quiso llamarse «feminista». En Corea del Sur, la palabra tiene una connotación negativa y Ha, traductora de libros de 30 años, temía ser juzgada y marginada.

Ha superó su miedo el año pasado luego de visitar un lugar feminista en Seúl. En Doing Cafe, además de sus más de mil volúmenes de literatura feminista y un montón de clientes ansiosos de comentarlos, se sintió lo bastante cómoda para por primera vez hablar abiertamente del feminismo.

«Mi autoestima era baja antes de llegar aquí. No me sentía segura de mí misma», dijo Ha recientemente, sentada en una mesa con un libro y un té de limón. «Doing Cafe me empoderó y me permitió admitir que soy feminista».

Apretado junto a la Estación Cheongdam en las calles del barrio más elegante de la ciudad capital, Gangnam (que aparece en el éxito pop de 2012, «Gangnam Style«, de Psy), Doing Cafe pasaría desapercibido si no fuera por su vívido exterior amarillo. De cerca, queda claro que el lugar es más que un simple café, un cartel en la puerta anuncia ser un «hogar cultural del feminismo».

Por afuera, Doing Cafe pasaría desapercibido si no fuera por su vívido color amarillo. Créditos: Ann Babe/PRI.

En Corea del Sur, donde actitudes patriarcales y misóginas están profundamente insertadas en la cultura dominante, Doing Cafe es un lugar un tanto inusual y, quizás, subversivo. De acuerdo a su dueño Kim Ryeo-il, es el primer café feminista de su tipo en Corea del Sur y que, desde que abrió en marzo del 2017, más de 10.000 personas han visitado, la mayoría veinteañeras y treintañeras de todas partes del país .

A través de la gran cantidad de recursos y actividades de Doing —incluida una biblioteca feminista, exposiciones de arte, conferencias de invitados, productos de marca de la tienda, reuniones sociales, terapia individual (que lleva a cabo Kim, que posee un doctorado en teología feminista)— se pretende apoyar a mujeres jóvenes como Ha en su lucha por el derecho a la igualdad.

La dueña del café, Kim Ryeo-il, soñaba con abrir un lugar como este, pero nunca imaginó que lo lograría. Créditos: Ann Babe/PRI.

«Este café existe en beneficio de un movimiento cultural y social», dijo Kim, también conocida por el nombre inglés Liz. La mayoría descubre Doing a través de las redes sociales.

La Kim de 50 años espera que el movimiento actual provoque un cambio más profundo que la ola feminista de la década de 1990 —y menos reacciones negativas. «No se ha convertido en un mundo bueno», dijo mientras sacudía su cabeza en desaprobación. «La generación actual de veinteañeras y treintañeras… no viven en una mejor sociedad que la que viví yo».

Ciertamente, a pesar de la reputación global que tiene Corea del Sur por su tecnología de punta y su cultura pop de moda, el país se queda bastante atrás en cuanto a la igualdad de género. Posee unos de los peores registros del mundo, de acuerdo al Foro Económico Mundial, en el puesto 118 de 144 países; entre países de la OCDE, se encuentra en el último lugar en igualdad de sueldo.

Las notas en esta exhibición dentro de Doing Cafe comparten deseos para el futuro y mensajes de gratitud de los clientes. Créditos: Ann Babe/PRI.

Analistas sociales dicen que la desigualdad en Corea del Sur proviene, en parte, de su cultura confuciana que impone roles sociales y normas de género inflexibles. Para Ha, esta desigualdad se siente dentro de su propia familia, ya que explica que sus padres tratan a su hermano menor como un «príncipe», mientras critican sus creencias feministas como «un escape de la realidad» y un «autoengaño».

«Me creía la rara porque mi familia es bastante conservadora y muy confuciana», señaló Ha. «Me sentía sola». Al igual que sus padres, su hermano y hermana menor percibían el feminismo como una «peligrosa» forma de «machismo femenino» y le dijeron que no entendían su interés por todo eso.

Esta reacción es común en Corea del Sur. «La gente aquí aún desconoce las ideas feministas», explicó Helen Noh, profesora de política social en la Universidad Soongsil. «Los asuntos feministas pueden ser incómodos».

Letrero en estantería del café que dice «Hogar Cultural del Feminismo». Créditos: Ann Babe/PRI

Es por ello que el feminismo aún es tabú, malentendido como el odio por los hombres o la supremacía de las mujeres. «Cuando la gente oye la palabra feminismo, se hacen una imagen muy extrema», expresó Noh. «No conocen el verdadero significado».

Ni siquiera Ha estaba segura de qué significaba realmente el término, a pesar de coincidir con sus valores de forma inconsciente. Entonces, se unió a Doing en busca de un mejor entendimiento —principalmente para ella misma—, pero aquel entendimiento terminó por también extenderse a la gente de su alrededor.

«Mi noción del feminismo era bastante imprecisa. Quería explicar el feminismo, pero no podía porque no tenía ideas concretas», expresó. «Ahora, comparto mi opinión con mi hermano menor, que quiere aprender sobre el feminismo y la igualdad de género».

Ha Yoon-na siempre creyó en el feminismo, pero se encontraba reacia a llamarse «feminista» hasta que encontró una comunidad en Doing Cafe. Créditos: Ann Babe/PRI.

Hace 15 años, cuando Kim estaba divorciada y sola con dos hijos, soñaba con crear un espacio feminista, pero no se imaginaba que algún día sería realidad. En ese tiempo, luchaba solo para llegar a fin de mes.

En mayo de 2016, todo cambió. Una noche en un baño de Gangnam, un hombre apuñaló y asesinó a una mujer; esperó durante más de 50 minutos en que seis hombres utilizaron el baño, y luego atacó a la primera mujer que entró. Luego, el hombre confesó, «lo hice porque las mujeres siempre me ignoraron». El asesinato que no se condenó como un delito de odio, sino que más bien se conectó a una enfermedad mental, estremeció al país y desató el diálogo sobre su arraigada misoginia.

Para Kim, se convirtió en incentivo para trabajar en la creación de Doing.

Doing llenó un enorme vacío. «No existen lugares que discutan estos asuntos en Corea», señaló Ha. «Ayuda a las personas interesadas en el feminismo, pero que temen llamarse feministas. Las une y las ayuda a compartir sus ideas». Ha cree que Doing puede divulgar ideas feministas a la comunidad coreana general al servir como un punto de inicio para crear conciencia y educar.

Sin embargo, no todos los clientes entienden la misión de Doing. «Los transeúntes no saben de qué se trata el café», dijo Kim, quien en ocasiones se ha encontrado con gente que entra de la nada y terminan entablando conversaciones antifeministas, expresando su homofobia o alardeando sobre comprar sexo barato.

Además, el primer año ha sido tan difícil para Kim en lo financiero que a menudo piensa en cerrar la tienda, pero las lágrimas en los ojos de sus agradecidos clientes impiden que lo haga. «Al final, tal vez de verdad podemos construir un mundo mejor», expresó. «Ese es mi sueño».

Otra clienta, Casey Kim de 17 años, que se identifica como no binaria (identidad sexual que no es ni masculina ni femenina), dice que la primera vez que escucharon del lugar vivían en Gangwon, provincia del extremo oriente donde se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno de Pyeongchang. Pero eso no impidió que Casey Kim viajara regularmente al café, que sentía como un hogar.

Muchos de los clientes regulares del café asistieron a celebrar su primer aniversario con rolls Kimbap, vino y música. Doing Cafe en Seúl cuenta con una biblioteca feminista, exposiciones de arte, conferencias de invitados, reuniones sociales y terapia individual. Créditos: Ann Babe/PRI.

En una fresca noche de febrero, Casey Kim, Ha y unos 50 seguidores del café Doing se reunieron para celebrar su primer cumpleaños. Doing cumple un año en marzo. El ambiente era ruidoso, las luces tenues y una esfera de discoteca que lanzaba reflejos luminosos de las paredes llenas de arte y libros. La dueña del café Kim Ryeo-il ofreció una fiesta en la que los asistentes compartieron, comieron rolls Kimbap y bebieron vino mientras de fondo sonaba una lista de canciones creada meticulosamente sobre el poder femenino.

Sonreía mientras miraba a sus clientes. El público aplaudía y vitoreaba.

«Doing me ayudó a encontrar mi voz», dijo Ha. «La misoginia no desaparecerá antes de mi muerte… pero siento que es mi deber decir ‘está mal’ y explicar por qué».

Informó Ann Babe desde Seúl, Corea del Sur.

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