Iniciativas locales para conectar a activistas en tiempos anteriores a internet

Foto de Mike Jensen, publicada con autorización.

Esta nota está inspirada en un artículo de APC titulado «Mike Jensen: los días antes de internet«. Esta nota fue publicada originalmente en Noticias de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) y forma parte de un acuerdo entre APC y Rising Voices.

Al comienzo de la década de 1980, antes de que internet existiera como la conocemos, grupos de activistas de diferentes partes del mundo trabajaban en sistemas independientes que utilizaban “vías humanas”. Los técnicos debían trasladarse físicamente de un lugar a otro para instalar el software y programar los códigos necesarios para que los distintos sistemas informáticos pudieran comunicarse y difundir información.

La conciencia ambiental y la justicia social eran los pilares de estos primeros intentos de conectividad, con pioneros como Mike Jensen (recientemente incorporado al Salón de la Fama de Internet) inmersos en la lucha contra el apartheid y la búsqueda de soluciones a los problemas medioambientales. Como explica Jensen en una serie de entrevistas con Brian Martin Murphy:

We were immersed in a social movement. The political ambition was to make use of these new tools to further the general goals, which were initially focused on the environment. We were using ‘The Web’ as a way of connecting organisations, and supporting them in whatever they were doing.

Estábamos inmersos en un movimiento social. Nuestra ambición política era utilizar estas nuevas herramientas para alcanzar los objetivos generales, que se enfocaban en un principio en el medio ambiente. Utilizábamos ‘La Red’ para conectar organizaciones y apoyarlas en cualquier proyecto en el que estuvieran trabajando.

En Canadá, a mediados de la décad de 1980, Jensen había configurado un prematuro sistema de redes que denominada «La Red«, denominada así antes de que Tim Berners-Lee llamara a su invención la «Red Informática Mundial». En una de sus primeras instalaciones, elaborada con el apoyo de una ONG ambientalista canadiense, Jensen creó una red multiusuario con una versión de Unix en una computadora personal barata. Las organizaciones no gubernamentales tenían entonces acceso a una alternativa poco costosa de los sistemas informáticos multipropósito comerciales, lo que atrajo a muchos otros usuarios activos. Tras su éxito, otras organizaciones quisieron replicar la instalación.

Otras iniciativas en Estados Unidos y Reino Unido estaban creando redes similares que pudieran utilizar las ONG, lo que dio origen a la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC por sus siglas en inglés). Esta repetición temprana de la asociación incluía un equipo de técnicos que trabajaba junto a técnicos locales en la instalación de software y redes que conectaran organizaciones no gubernamentales, tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados.

Prematuras tarjetas inalámbricas usadas por los activistas, antes de que las computadoras portátiles tuvieran WiFi incorporado. Foto de Mike Jensen, usada con autorización.

La lucha contra el apartheid y la conectividad temprana en Africa

En la década de 1980, la lucha de los trabajadores en Sudáfrica estaba estrechamente unida a la lucha contra el apartheid. La solidaridad internacional con los sindicatos obreros sudafricanos formaba parte de una campaña solidaria que también abarcaba los movimientos de liberación de la región. Gracias a sus contactos con el movimiento obrero de Reino Unido, la ONG Comité de Investigación Laboral y Económica (LERC por sus siglas en inglés), con sede en Johannesburgo, se comunicó con el grupo Poptel en Manchester, que utilizaba el correo electrónico mediante un proveedor en Alemania llamado Geonet. A principios de 1988, se reunió un equipo directivo con el objetivo de incluir «organizaciones de servicio» progresistas (en esa época el término ONG era desconocido en Sudáfrica) que no estuvieran relacionadas con el movimiento obrero.

Durante la época de mayor represión estatal del movimiento democrático en la década de 1980, las organizaciones obreras y religiosas eran las únicas instituciones abiertamente antiapartheid que podían operar en la región. Además, formaban parte de redes internacionales y estaban, por lo tanto, predispuestas a usar los medios de comunicación electrónicos que les permitiera mantener estas redes. Muy pronto, reporteros y activistas políticos se convirtieron en los usuarios más activos de estos medios de comunicación, aliviados por haber encontrado una forma fácil y rápida de recibir y transmitir información dentro el país.

La ex directora ejecutiva de APC, Anriette Esterhuysen, recuerda su trabajo en la lucha contra el apartheid en la época previa a internet:

Part of my work at the Ecumenical Documentation and Information Centre for Eastern and Southern Africa was to organise training workshops in documentation techniques. I collaborated with a Rome-based NGO, the International Documentation Centre (IDOC). Through IDOC I made contact with Interdoc, and in December 1987 a Dutch Interdoc member came to Zimbabwe and demonstrated the use of modems and email at a workshop. Subsequently we included email and modem training in all our workshops. We supplied our group with modems, and astonishingly, at least 5% managed to stay connected using long-distance modem-to-modem connections until, by the early 1990s, they could use the far easier and cheaper Fidonet networks established through the Economic Commission for Africa, the International Development Research Centre (IDRC) and APC.

Parte de mi trabajo en el Centro Ecuménico de Documentación e Información de Africa Occidental y Austral era organizar talleres de entrenamiento en técnicas de documentación. Colaboré con una ONG con sede en Roma, el Centro de Documentación Internacional (IDOC). A través de IDOC, me contacté con Interdoc, y en diciembre de 1987 un miembro neerlandés de Interdoc vino a Zimbabue para demostrar en uno de los talleres el uso de los módems y el correo electrónico. Después, agregamos entrenamiento en correo eléctrónico y módems en todos nuestros talleres. Entregamos módems a nuestro grupo y, sorpresivamente, al menos el 5% logró mantenerse conectado utilizando conexiones a larga distancia de módem a módem hasta que, al principio de la década de 1990, pudieron utilizar las redes Fidonet, mucho más baratas y fáciles de usar. Estas redes habían sido establecidas por la Comisión Económica para África, el Centro de Investigación para el Desarrollo Internacional (IDRC) y APC.

Principios de los años 1990

Hacia fines de 1991, Jensen, con la ayuda de un grupo de colegas de la red APC, había logrado conectar siete países a la red de la asociación, incluidos Senegal, Nigeria y Kenia. Cada nodo de la red conectaba activistas y organizaciones no gubernamentales de cada país de manera local, nacional e internacional. Este era un logro importante, especialmente cuando se tiene en cuenta que la mayoría de los grupos conectados recientemente estaban en África, donde internet tardaría en llegar y sería en un principio muy costosa.

El bolso de trabajo de Mike Jensen con varias tarjetas de módem, cables y adaptadores de línea telefónica, necesarios para mantener la conectividad en los viajes en Africa. Foto de Jensen, usada con autorización.

En 1997, Jensen dijo en una entrevista con APC:

What motivated me to spend the last ten years spreading access to the network is that I’ve always felt that there was not much point in having the content there if a lot of people can’t use it. We are slowly getting there. The internet is beginning to pervade, and capital cities of Africa now at least have some degree of access, but that’s not good enough yet. We still have to bring it further out so that people in rural areas have access.

Lo que me motivó a dedicar los últimos diez años a expandir el acceso a la red es que siempre pensé que no tenía mucho sentido tener contenido si una gran cantidad de personas no podía usarlo. Lentamente, lo estamos logrando. Internet está comenzando a extenderse, y las principales ciudades de África tienen ahora cierto grado de acceso, pero todavía no es suficiente. Tenemos que ir más lejos y lograr que la gente de zonas rurales también pueda estar conectada.

Dos décadas más tarde, el alcance de internet ha avanzado a un punto inimaginable para muchos. Sin embargo, Jensen opina que el potencial de conectar a la gente mediante la tecnología, tan prometedor en esos primeros días, aún no se ha cumplido completamente. “Sólo la mitad de la población mundial tiene acceso a alguna conexión a internet, y muchos grupos marginados siguen excluídos”. Pero mientras los avances tecnológicos abaratan los costos de conexión en las áreas más remotas, y los modelos independientes de conectividad se vuelven cada vez más comunes, crecen las posibilidades de lograr un mejor acceso y un mayor intercambio de contenido en línea. Jensen, y muchos otros, siguen trabajando para conectar a las personas y expandir así los derechos humanos.

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