En medio de la conmoción nacional luego del asesinato de Marielle Franco, activista de derechos humanos y concejala de Río de Janeiro, una decena de noticias falsas sobre su vida personal y su militancia política se esparcieron en la internet brasileña.
Marielle, electa en 2016 por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) con 46 000 votos, fue asesinada a tiros la noche del 14 de marzo en Río mientras regresaba de una conferencia de activistas negras. Estaba acompañada del conductor Anderson Pedro Gomes, que también murió, y de la asesora Fernanda Chaves, quien sobrevivió.
Mientras millares de personas salían a las calles en varias ciudades de Brasil a protestar por el asesinato de Marielle, en investigación bajo hipótesis de una ejecución, una minoría difundía en internet rumores sobre su vida.
El 16 de marzo, Marília de Castro Neves, jueza de segunda instancia del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro, publicó un comentario en Facebook donde acusa a Marielle de estar vinculada al Comando Rojo, la mayor facción delincuencial de Río de Janeiro, y afirma que ella sería «un cadáver común como cualquier otro».
A desembargadora afirma à Folha que não conhecia Marielle e nem tinha ouvido falar dela anteriormente, dai vem a público e faz esta acusação sobre Marielle. Em qualquer outro país a desembargadora perderia o cargo no minimo. pic.twitter.com/SIXyUvt2UY
— J Godinho (@lgodan) 17 de marzo de 2018
Lo cierto es que la tal Marielle no era una «luchadora», estaba implicada con bandidos. Fue elegida con el Comando Rojo, e incumplió «compromisos» asumidos con sus partidarios. Más que cualquier otra persona lejos de las favelas, ella sabe cómo se cobran las deudas en los grupos con los que se involucró. Hasta nosotros sabemos eso. La verdad es que jamás sabremos con certeza qué determinó la muerte de la regidora, pero sabemos que su comportamiento dictado por su compromiso político fue determinante para su trágico fin. Cualquier otra cosa es palabrería de la izquierda tratando de agregar valor a un cadáver tan común como cualquier otro.
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La jueza afirma a ‘Folha’ que no conocia a Marielle ni había oído hablar de ella antes, por eso sale en público y lanza esta acusación sobre Marielle. En cualquier otro país la jueza perdería su cargo como mínimo.
Antes de borrar el comentario, su declaración fue difundida tanto por páginas de derecha como por medios de prensa tradicional.
La página derechista Ceticismo Político («Escepticismo Político») publicó un artículo titulado «Jueza rompe narrativa del PSOL y dice que Marielle se involucraba con bandidos». El Movimiento Brasil Libre, también de derecha y con 2,5 millones de seguidores en Facebook, difundió la noticia, y contribuyó al alcance de la falsa acusación.
Folha de São Paulo, el mayor diario de Brasil, dio repercusión al comentario de la jueza, e intentó difamar en el cuerpo del texto, pero no en el titular, lo que resulta ambiguo: puede entenderse qie el apoyo de la jueza confirmara la veracidad de los rumores.
También el 16 de marzo, Alberto Fraga, diputado federal por el partido Demócratas e integrante de la bancada de la bala —como es conocido el frente parlamentario de quienes apoyan el libre acceso a las armas de fuego por parte de la población civil—, tuiteó similares acusaciones falsas. Fraga borró el tuit luego de que se viralizara su comentario.
Alberto Fraga apagou, mas eu guardei. pic.twitter.com/MsjuL5XRcP
— Cadê a Democracia? (@RoseFreitas18) 17 de marzo de 2018
Conozcan al nuevo mito de la izquierda, Marielle Franco. Embarazada a los 16 años, exesposa de Marcinho VP (alias de dos traficantes de drogas cariocas), marihuanera, defensora de la facción rival y electa por el Comando Rojo, despidió recientemente a seis empleados, pero quien la mató fue la Policía Militar.
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Alberto Fraga lo borró, pero yo lo guardé.
Otros señalamientos sobre la vida de Marielle se esparcieron en las redes sociales, según el levantamiento del Monitoramento do Debate Político («Monitoreo del Debate Político»», proyecto de la Universidad de São Paulo que vigila los artículos más publicados de la semana en Facebook.
Varios medios e iniciativas aparecieron en internet para combatir la máquina de las noticias falsas. El PSOL, partido al que pertenecía Marielle, creó un sitio web destinado específicamente a desmentir esas y otras mentiras.
«Es necesario trabajar en la expresión ‘derechos humanos’ en Brasil», dice investigadora
Las acusaciones falsas contra Marielle se basan en concepciones distorsionadas de los derechos humanos, causa en la que militaba. Para una parte significativa de la población brasileña, la defensa de los derechos humanos contribuye a los elevados índices de criminalidad del país y la percepción social de que la solución está en imponer penas más duras.
Una encuesta realizada por el Instituto Datafolha y publicada en el Anuario Brasileño de Seguridad Pública de 2016, revela que el 57 % de la población está de acuerdo con la máxima «bandido bueno es bandido muerto», a la vez que el 70 % también concuerda con la afirmación de que «los policías brasileños exageran en el uso de la violencia».
La contradicción revela que el apoyo al endurecimiento de las leyes penales coexiste con la constatación de que el aparato que las hace cumplir es violento.
El escenario puede compararse con otra investigación realizada por el Centro de Estudios de Seguridad y Ciudadanía (Cesec) de la Universidad Cândido Mendes, cuyos datos muestran que, en Río de Janeiro, el estribillo «bandido bueno es bandido muerto» encuentra un mayor rechazo en comparación a la encuesta de Datafolha, que estudió la posición del país en general.
No obstante, la encuesta realizada con habitantes de Río de Janeiro señala también que el 73 % de los entrevistados cree que la defensa de los derechos humanos es incompatible con el control de la criminalidad, y que el 56 % cree que quien defiende los derechos humanos defiende al bandido.
Aunque los índices de apoyo de la muletilla «bandido bueno es bandido muerto» aparezcan de forma alternada, la comprensión de los derechos humanos en Brasil es confusa. En entrevista con el portal alternativo Nexo, la investigadora Julita Lemgruber, que dirigió el estudio en Río de Janeiro, explica:
Há uma clara falta de compreensão sobre o significado do termo ‘direitos humanos’, pois outros percentuais da pesquisa mostram claramente que os entrevistados rechaçam o que está, na prática, contra os direitos humanos. Nós, que trabalhamos com essas questões, temos de receber isso [o rechaço de 73%] como um alerta, um aviso de que é preciso trabalhar a expressão ‘direitos humanos’ no Brasil, de maneira a divorciá-la definitivamente da ideia de que se trata de defender privilégios para bandidos
Hay una falta de comprensión clara sobre el significado del término «derechos humanos», pues otros porcentajes de la investigación muestran claramente que los entrevistados rechazan lo que, en la práctica, está contra los derechos humanos. Nosotros, que trabajamos con esas cuestiones, tenemos que recibir eso [el rechazo del 73 %] como una alerta, un aviso de que es necesario trabajar la expresión «derechos humanos» en Brasil, de manera que la separemos definitivamente de la idea de que se trata de defender privilegios para bandidos.