¿Puede el proceso de paz en Colombia trasladar la violencia a Ecuador?

Fotografía de la redacción de El Comercio, de amplia difusión en redes y parte de la campaña #NosFaltan3

La presencia de grupos disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en la frontera con Ecuador agregan nuevos y complejos matices al proceso de paz de Colombia que ha buscado darle salida a los más de 50 años de conflicto armado.

El proceso de paz se ha traducido en la entrega de casi 9.000 armas y la tasa de homicidios más baja en tres décadas (24 homicidios por cada 100.000 habitantes). Sin embargo, no todos los miembros de las FARC se unieron al acuerdo. Los grupos lo forman no solamente miembros de la guerrilla que no se acogen al proceso de desmovilización, sino también bandas ilegales dedicadas al narcotráfico.

En lo que va de 2018, cuatro bombas han sido plantadas y han detonado dos carros bomba en territorio ecuatoriano. En enero de este año, el presidente de Ecuador, Lenín Moreno, declaró el estado de excepción en varias zonas del país debido a un atentado en San Lorenzo (provincia de Esmeraldas, limítrofe con Colombia) que dejó 14 personas heridas y causó graves destrozos en las instalaciones de un destacamento policial.

Un equipo de periodistas secuestrado

Mientras el  gobierno ecuatoriano hacía el recuento de los daños las redes sociales y los medios de comunicación dieron otra voz de alarma: uno de los equipos periodísticos del Diario El Comercio había sido secuestrado la mañana del lunes 26 de marzo de 2018 en la población de Mataje (también en la provincia de Esmeraldas).

Las alarmas gubernamentales y sociales se encendieron con la confirmación del secuestro de dos periodistas y un conductor de El Comercio, realizada por el Ministro del Interior del Ecuador, César Navas, en una rueda de prensa. El día del anuncio, se reunieron los ministros de Defensa, del Interior, el Fiscal General del Estado, el Defensor del Pueblo, autoridades militares y policiales con representantes legales del medio de comunicación y los familiares de los ciudadanos secuestrados para brindarles información sobre los protocolos que deben seguir en estos casos.

En la rueda de prensa con la que Ministro del Interior del Ecuador, César Navas, hizo el anuncio oficial, se mencionó también la probabilidad de que los secuestrados estuviesen en Colombia.

El jefe de las disidencias de las FARC, en el suroeste de Colombia, Walter Patricio Artízala Vernaza, alias “Guacho”, sería el responsable del secuestro según el comandante de las Fuerzas Militares colombianas, general Alberto Mejía, quien dijo a RCN Radio que las informaciones de inteligencia han permitido establecer que el guerrillero y los hombres bajo su mando son quienes tienen a los ecuatorianos desde el 27 de marzo de 2018.

Por su parte, César Navas, Ministro del Interior de Ecuador destacó en una radio local que las operaciones de vigilancia y redadas en la zona fronteriza han incomodado a las organizaciones delictivas. Las declaraciones de Navas abren también la gran interrogante tras los secuestros. De acuerdo con el Ministro, los secuestradores «no buscan dinero [No han] pedido rescate».

¿Efectos colaterales de un proceso de paz?

Para César Cedeño, experto en operaciones militares, analiza las aristas que muestran los eventos. Para Cedeño, el ejemplo de El Salvador es útil para entender la violencia que avanza hacia el territorio ecuatoriano. Quienes quedan en la frontera serían entonces, «híbridos entre organizaciones criminales y organizaciones insurgentes»:

En la guerra civil salvadoreña pasó lo mismo: las maras [o pandillas] que hoy día son tan famosas por su incidencia en la seguridad ciudadana de América Central y Estados Unidos, fueron producto de ese proceso de paz. Exguerrilleros del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional que no se desmovilizaron, usaron sus habilidades de combate para dedicarse a actividades criminales. Eso son las maras.

Y continúa:

Ese caso muestra que, en efecto, esto es lo que puede estar pasando en el proceso de paz colombiano. Es probable que estos remanentes de las FARC hayan tomado una decisión simplemente racional para no desmovilizarse: un cálculo de utilidades esperadas versus costos esperados. Si se mantenían en la insurgencia, los retornos podían ser muy importantes en términos del comercio de estupefacientes y armas. El costo es el que ya tenían: el acoso constante del ejército y la policía colombiana.

#NosFaltan3

A partir del anuncio del secuestro, periodistas de todos los medios de comunicación se autoconvocaron la noche del 27 de marzo a una vigilia en la Plaza Grande de Quito para exigir la liberación de sus colegas. Los profesionales piden al gobierno nacional que se lleven a cabo todas las acciones para que los dos periodistas y el conductor del diario El Comercio regresen a salvo con sus familias.

En redes sociales, la etiqueta #NosFaltan3 es número 1 en tendencias y refleja el sentir de los ciudadanos:

Sin embargo, desde GK, Eduardo Varas reflexiona a partir de una conversación con estudiantes de periodismo sobre el impacto en el tiempo que puede tener el incidente, no solamente en cuanto el derecho a la paz y a la seguridad en Ecuador, sino también para aquellos que busquen ejercer el oficio.

Hablamos sobre que el mejor periodista es el que duda y el que busca resolver esa duda a través de la investigación. Y me dijeron que eso también significaba que ejercer el oficio nos expone como personas. No lo había pensado así. No en ese nivel. La realidad más cercana no nos daba razones para verlo de esa manera. ¿Se puede enseñar periodismo en estas circunstancias? ¿Cómo quitar el temor en el rostro de jóvenes que te miran como si no pudieran creer lo que está pasando? No lo sé.

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