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«Es triste darse cuenta de que cuando demandan a policías, se juzga a las víctimas»

Categorías: Caribe, Brasil, Jamaica, Derecho, Derechos humanos, Etnicidad y raza, Juventud, Medios ciudadanos

(I-D): Ana Paula Riveira (Brasil), Shackelia Jackson (Jamaica) y Katrina Johnson (Estados Unidos) en Kingston, Jamaica, sujetan las fotografías de sus parientes fallecidos. Imagen de Amnesty International/Mario Allen (protegida por derechos de autor), usada con autorización.

Esta es la segunda entrega de una serie de tres partes que trata sobre tres mujeres –provenientes del Caribe, Sudamérica y Norteamérica– unidas por compartir la misma experiencia de perder a un ser querido a causa de la brutalidad policial. Lee la primera parte aquí [1].

Ana Paula Oliveira, activista brasileña de derechos humanos, se reunió recientemente con dos compañeras –Shackelia Jackson de Jamaica y Katrina Johnson de Estados Unidos– en Kingston, capital de Jamaica. Su presencia en el lugar formó parte de la campaña de Amnistía Internacional, Un viaje por la justicia en las Américas [2], que  se enfoca en las dificultades que encaran las familias que perdieron a un ser querido a manos de la policía.

Pese a que cada homicidio tuvo un contexto diferente, cada una sintió la necesidad de continuar luchando para obtener justicia para ellas, sus familias y todos los que se encuentran en situaciones similares.

Es más, dado que la región de América Latina/Caribe tiene la tasa de homicidios más alta en el mundo [3], la opinión pública tiende a apoyar los métodos de control punitivos, según las encuestas como las del informe del Proyecto de Opinión Pública de América Latina [4] de USAID/Universidad Vanderbilt. Mujeres como Ana Paula, Shackelia y Katrina necesitan más apoyo de parte de los sistemas judiciales de sus respectivos países, y también de la sociedad en general.

Ana Paula Oliveira se convirtió en una importante activista contra la brutalidad policial en Brasil tras la muerte de su hijo Jonatha de 19 años [5] en Río de Janeiro, en mayo de 2014, que, según afirmaron los policías, ocurrió durante un «enfrentamiento armado» con los habitantes. En 2016, en la última audiencia del caso, un agente afirmó que Jonatha era traficante de drogas, acusación que fue refutada por los cinco testigos de la defensa que estuvieron presentes en la escena. Todos contaron la misma historia en el tribunal: los agentes de la policía dispararon hacia la multitud y le dieron a Jonatha, un simple transeúnte.

Aunque Oliveira habló por medio de un intérprete, su mensaje fue conmovedor, personal y universal: «Cuando lucho por obtener justicia para mi hijo, siento como si aún cuidara de él».

Oliveira (AO) habló con Global Voices (GV) sobre su lucha:

AO: On May 14, 2014, it was around 3:30 p.m. when Johnatha left home to take his girlfriend to her home. On his way back home, there were police officers doing surveillance in the area and there was an altercation between them and some residents from the community. Police officers allegedly fired shots in the air to disperse the crowd. There were a lot of people on the street. At this moment, Johnatha was passing by and was shot in his back, fired upon by a police officer from the Police Pacification Unit in the favela of Manguinhos. Later on, during the legal process, we were informed that Alessandro Marcelino de Souza, the policeman that shot Johnatha, was already being accused for previous crimes — three homicides and two attempted homicides. When my family and I knew that Johnatha was dead, it was very painful and we became angry, because besides all the suffering and pain, we had to prove that Johnatha was innocent. Police officers said that Johnatha was a suspect, but it's not true.

AO: El 14 de mayo de 2014, aproximadamente a las 3:30 p.m., Johnatha salió de casa para dejar a su novia en su casa. En su camino de regreso, había agentes de la policía vigilando la zona y se suscitó un altercado entre ellos y algunos habitantes de la comunidad. Supuestamente, los agentes dispararon al aire en un intento de dispersar a la multitud. Había muchas personas en la calle. En ese momento, Johnatha caminaba por el lugar y recibió un disparo en la espalda, que provino de un agente de la Unidad de Pacificación de la Policía, en la favela de Manguinhos. Más adelante, durante el proceso legal, nos informaron que Alessandro Marcelino de Souza, el policía que le disparó a Johnatha, también estaba acusado por crímenes anteriores –tres homicidios y dos intentos de homicidio. Cuando mi familia y yo supimos que Johnatha había fallecido, fue muy doloroso y sentimos ira, porque, pese a todo el sufrimiento y el dolor, teníamos que probar su inocencia. Los agentes de la policía dijeron que él era un sospechoso, pero eso no es verdad.

Luego describió qué fue lo que la motivó a seguir haciendo campaña:

GV: It is important to do this in his memory. I needed to tell the truth. I needed to show everyone that his case was not an exception. Every day, black young men are killed by the police in favelas and other marginalised areas. While I’m still alive, I will fight. I know that when I raise my voice it is not only for my son — it is also for all the other families that suffer as I do and that can’t fight for justice. If I don’t fight, I will become sick and die. When I fight for justice for my son, it makes feel like I’m still taking care of him. It’s like I’m still experiencing motherhood for him.

The strength comes from the love that I feel for him. It comes from the support from my family and the support from mothers in the same situation. It comes from the support of other mothers that have the same will to fight for justice, the same will to fight against impunity of agents responsible for the enforcement of law. Even feeling pain, it is important to contribute, even with a small part, to make mothers transform the grief into fight. It is important to help them to become the voice of their sons.

AO: Es importante realizar esto en su memoria. Necesitaba contar la verdad y demostrar a todos que su caso no fue una excepción. Todos los días, mueren jóvenes negros a manos de la policía en las favelas y otras áreas marginales. Mientras tenga vida, voy a luchar. Sé que cuando alzo mi voz no es solo por mi hijo –también es por todas las demás familias que sufren lo mismo que yo y que no pueden luchar por obtener justicia. Si no lo hago, me enfermaré y moriré. Cuando lucho por obtener justicia para mi hijo, siento como si todavía lo cuidara. Es como si aún experimentara la maternidad.

La fortaleza proviene del amor que siento por él, del apoyo que recibo de parte de mi familia y de las madres que se encuentran en la misma situación. Proviene también del respaldo de otras madres que tienen la misma voluntad para luchar por la justicia, para combatir la impunidad de los agentes responsables de aplicar la ley. Aunque sientan dolor, es importante contribuir, incluso con una pequeña parte, para hacer que las madres transformen esa aflicción en lucha. Es importante ayudarlas a convertirse en la voz de sus hijos.

GV: ¿Podrías mencionar un rubro en que pudiera abordarse de manera efectiva el problema de las ejecuciones extrajudiciales en Brasil?

AO: Strengthening laws is important, Nevertheless, in Brazil, some laws exist but are ineffective. If the public authorities and mechanisms of control were effective in their roles, other killings would not have happened. If there was the commitment of our judicial system, there wouldn’t have been other killings. It is sad to realise that when police officers are sued, the victims are judged instead. It is clear enough for the relatives of victims that the judicial system is unequal.

AO: Fortalecer las leyes es importante. No obstante, en Brasil existen algunas leyes, pero son ineficaces. Si las autoridades públicas y los mecanismos de control fuesen eficaces en sus funciones, no habrían ocurrido otras muertes. Si existiera un compromiso de parte de nuestro sistema judicial, no se habrían suscitado otros homicidios. Es lamentable darse cuenta de que cuando se demanda a los agentes de policía, se juzgue a las víctimas. Es evidente para los familias de las víctimas que el sistema judicial es desigual.

Oliveira solicitó a sus compatriotas brasileños un entendimiento más profundo y empatía por la situación difícil de la población marginada:

In theory, there is no death penalty in Brazil. However, we can see the armed hand of the government deciding who is going to live who is going to die in favelas and other marginalised areas. People are being executed. Families are being destroyed. It is sad to realise that part of our society supports all this. When someone celebrates the death of a resident in a favela, he or she is also responsible for the murder, and have blood on their hands. Don’t be indifferent. The fight must be for life!

En teoría, no existe la pena de muerte en Brasil. No obstante, podemos presenciar la mano armada del Gobierno, que decide quién va a vivir y quién va a morir en las favelas y otras áreas marginales. Ejecutan a las personas. Las familias se destruyen. Es lamentable percatarse de que parte de nuestra sociedad apoya todo esto. Cuando alguien celebra la muerte de un habitante de una favela, también es responsable del homicidio, y tiene sangre en sus manos. No sean indiferentes. ¡La lucha debe ser por la vida!

Entre tanto, en Jamaica continúan aumentando los homicidios a manos de la policía. Hasta el 1 de abril, 2018, han ocurrido 31 muertes de jamaicanos [6], tres murieron en un tiroteo con la policía [7] en la parroquia de St. James (actualmente se encuentra en estado de emergencia pública [8]) durante la celebración del Viernes Santo.

En Brasil, en 2016, los agentes de la policía –incluidos agentes fuera de turno– mataron a 4224 personas [9], un incremento del 25% en tan solo un año. El tiroteo más reciente a un activista de alto perfil [10] provocó protestas generalizadas y demandas de justicia (incluidas celebridades afroamericanas [11]).

Y en Estados Unidos, la comisionada jamaicana Margarette May Macaulay, relatora especial para Estados Unidos, comentó [12] en una audiencia del Consejo Interamericano en Derechos Humanos (IACHR, por sus siglas en inglés) en diciembre de 2017 que «la brutalidad policial también es un problema en su país natal, Jamaica. Exhortó a Estados Unidos a establecer mecanismos de supervisión independientes para los crímenes cometidos por la policía, fuera del sistema procesal normal, como lo instituyeron recientemente en Jamaica. También instó a mejorar la capacitación, brindar reparaciones completas a las víctimas, y abordar el problema del amplio acceso a las armas de fuego».

Cuando le preguntan cómo se siente con respecto al futuro, para ella misma y su país, Ana Paula mencionó:

I have to believe in better days. I have to have hope.

Tengo que creer en días mejores. Tengo que albergar la esperanza.