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Médicos extranjeros, extremadamente capacitados, aún no pueden ejercer medicina en Estados Unidos

Categorías: Norteamérica, Estados Unidos, Medios ciudadanos, Migración e inmigración, Salud

Dra Michelle Bholat (izquierda) junto al Dr. Luis Zúñiga (en medio) y Dr. Félix Argueta (derecha), participantes del Programa Internacional de Médicos Graduados de UCLA, en junio de 2017. Bholat es cofundadora del programa. Se espera que los doctores Zúñiga y Argueta sean asignados a un programa de residencia en 2019, y trabajarán durante unos años en zonas marginadas.

Este artículo, escrito por Joey Peters [1], apareció originalmente en PRI.org [2] el 28 de marzo, 2018, y se reproduce en este espacio como parte de una asociación entre PRI y Global Voices.

Consuelo López de Padilla cumple el perfil de un doctora con entrenamiento médico de la más alta calidad.

En su natal Venezuela, dedicó 15 años para estudiar medicina y trabajar como doctora. En 2001, dejó las colinas andinas de su país por las gélidas planicies del sur de Minnesota para dedicar tres años a la investigación en uno de los centros de salud más prestigiosos del mundo, la Clínica Mayo.

Sin embargo, tras iniciar una familia en Estados Unidos, nunca más pudo regresar a Venezuela. Tampoco pudo ejercer su profesión.

Pese a completar la residencia en Venezuela hace años, López de Padilla debe realizarla nuevamente en Estados Unidos si desea ejercer medicina familiar en ese país. Durante años, ha luchado por ser asignada a otro programa.

“Desearía no tener que hacerlo, pero a estas alturas, así es el sistema», ella dijo.

Según la Coalición para la Defensa de Inmigrantes y Refugiados de Massachusetts [3] (MIRA, por sus siglas en inglés), existen hasta 65 000 doctores formados en el extranjero que no tienen autorización para ejercer medicina en todo el país, como el caso de López de Padilla, con entrenamiento médico y experiencia en sus países natales pero no pueden ejercer en Estados Unidos. Entretanto, muchas organizaciones prevén una escasez de médicos en los próximos años. En un estudio de 2017 realizado por la Asociación de Escuelas de Medicina de Estados Unidos, por ejemplo, prevé [4] que para el año 2030 habrá un déficit de 100 000 doctores en el país. Como las zonas marginadas siguen creciendo, algunos estados consideran que los doctores formados en el extranjero son esenciales para resolver el problema.

Los programas en Los Ángeles y Minnesota ayudan a los doctores, como López de Padilla, a saltar obstáculos de ejercer su profesión –desde aprobar los exámenes hasta obtener una residencia. A cambio, los participantes se comprometen a prestar sus servicios en las comunidades marginales. Massachusetts y otros estados consideran estos programas como modelos que facilitan el camino a estos doctores, al tiempo que se mitiga la escasez de profesionales.

Según el Programa Nacional de Asignación de Residencias [5], pese a que nueve de cada diez estudiantes de medicina formados en Estados Unidos son aceptados para una residencia, solo la mitad de los médicos formados en el extranjero, como López de Padilla, lo logran. Al mismo tiempo, la cantidad de plazas de residentes en el país incrementa de manera gradual puesto que el Congreso limitó sus niveles de financiamiento, hace más de 20 años.

Los médicos formados en el extranjero con frecuencia enfrentan tres problemas principales. Primero, los programas de residencia por lo general buscan doctores egresados de la facultad de medicina en los últimos cinco años. Segundo, las residencias de Estados Unidos requieren que los candidatos tengan al menos un año de experiencia clínica dentro del país, independientemente de cuánta experiencia pueda tener el solicitante en el extranjero. Tercero, necesitan prepararse y obtener altas calificaciones en múltiples pruebas del Examen de Licencia Médica de Estados Unidos.

Todos estos pasos existen porque no hay ningún organismo internacional que acredite a las facultades de medicina en todo el mundo.

«La calidad de la formación médica varía de país en país», dijo Joe Knickrehm, portavoz de la Federación de Juntas Médicas Estatales.

López de Padilla, quien trabaja actualmente como investigadora asociada en el laboratorio de terapia génica a nivel del sistema musculoesquelético de la Clínica Mayo, reconoció que esos requisitos existen porque los hospitales en Estados Unidos pueden tener inquietudes con respecto a quién introducen en el sistema. No obstante, cuestionó también dónde debería establecerse la línea con respecto a aprender de nuevo las mismas cosas.

«Pasar por la misma formación, en mi opinión, es una pérdida de nuestro tiempo y no es la mejor forma de utilizar los recursos», afirmó.

Los programas en California y Minnesota intentan ayudar a los doctores formados en el extranjero a navegar ese sistema. En la última década, el Programa Internacional de Médicos Graduados (IMG) de la Universidad de California, Los Angeles (UCLA) ha ayudado a asignar 117 médicos en programas de residencia en medicina familiar.

Patrick Dowling, cofundador del programa de UCLA en 2007, expresó que aproximadamente cinco millones de californianos no dominan el idioma inglés y 15 millones de hispanos viven en el estado. La demanda de más doctores que hablen español se ha vuelto más urgente.

Paralelamente, Dowling y sus colegas han sabido de médicos formados en el extranjero, que teniendo la aptitud, fueron relegados a trabajar en otros sectores.

«Descubrimos que un grupo grande [de doctores extranjeros] realiza trabajos de baja categoría, desde construcción, en McDonald's, de conserjes, en servicios de sanitarios, de todo, Dowling indicó.

El dinero de la fundación apoya el programa IMG de UCLA. Es selectivo –Dowling calculó que de 100 y 150 solicitantes, aceptan unos 12 cada año, que deben ser residentes permanentes.

No obstante, Dowling indicó que el beneficio para los participantes es la experiencia práctica en las clínicas comunitarias y las cartas de recomendación que pueden obtener en el programa. En muchos casos, los doctores formados en el extranjero acompañan a médicos autorizados para obtener el año de experiencia clínica que necesitan en sus solicitudes de residencia, en lugar de tratar directamente a los pacientes. En esos casos, se limitan a observar puesto que no están autorizados para trabajar con los pacientes. En comparación, los que poseen un título de Estados Unidos pueden tratar a los pacientes después de salir de la facultad de medicina y solo necesitan una residencia para ejercer de manera independiente.

El Programa Internacional de Médicos Graduados de Minnesota se inició en 2015 y ha ayudado a los médicos extranjeros encontrar formación médica y preparación para obtener la certificación nacional. El programa estatal financió también cuatro plazas de residentes para médicos formados en el extranjero en el área de Minneapolis y St. Paul.

Yende Anderson, el coordinador del programa, dijo que aumentará a seis la cantidad de plazas para residentes este verano. Después de completar el periodo, se le requerirá a cada médico ejercer durante cinco años en una de las áreas marginadas del estado, donde existe escasez de facultativos. Hasta la fecha, ninguno ha completado su residencia.

López de Padilla, por su parte, obtuvo ayuda de parte del programa en Minnesota para inscribirse en tres rotaciones clínicas comunitarias. En la actualidad, se prepara para las evaluaciones y observa a un médico en un centro de salud comunitario.

Al encarar obstáculos desalentadores, algunos médicos extranjeros se rinden. Eso fue lo que le pasó a Afsaneh Moradi tras intentarlo por casi una década. Ella vino al área de Boston desde Irán en 2007 para estar con su esposo y familia. Para entonces, tenía siete años de experiencia entre la facultad de medicina y trabajo como doctora en Qom, zona ubicada aproximadamente a 130 km al suroeste de Teherán.

Después de trasladarse a Boston, Moradi afirmó, que dedicó aproximadamente cinco años para estudiar y sustentar los exámenes requeridos para la certificación nacional. Durante los siguientes cuatro años, solicitó cientos de residencias. Originalmente, se enfocó en las de medicina interna, pero pronto se expandió a otras áreas, como la psiquiatría.

“Solicité literalmente de todo», indicó Moradi.

Acompañó también a cuanto doctor pudo. En algún momento, dedicó seis meses viajando tres horas cada día hasta Worcester, Massachusetts, para realizar trabajo voluntario en el Hospital Saint Vincent.

Hoy, se las arregla para desempeñar tres trabajos de medio tiempo: como instructora para estudiantes de auxiliar médico, investigadora médica en Cambridge Health Alliance y como trabajadora social en la biblioteca pública de Somerville.

Exhausta y frustrada por solicitar residencias durante cuatro años, Moradi se rindió el año pasado y no planea intentarlo de nuevo. Atribuye la mayor parte de sus cartas de denegación a la baja cantidad de plazas para residentes en Estados Unidos, que no van al mismo ritmo que la demanda de estudiantes de medicina.

“¿Cuántas veces quieres ser rechazado?», indicó. «No veo la razón».

No obstante, le narró su historia al senador del estado de Massachusetts, Jason Lewis, demócrata [6] que representa al área norte de Greater Boston. Lewis respaldó un proyecto de ley [7] para establecer una comisión estatal a fin de estudiar las barreras y los caminos para los doctores formados en el extranjero.

«En Massachusetts, a pesar de que tenemos un sistema de salud de primer nivel, todavía tenemos muchos vacíos donde tenemos pacientes que se les hace difícil visitar al doctor o tienen que esperar para ser atendidos», Lewis indicó.

Crear caminos para estos doctores no autorizados podría aliviar esos problemas, Lewis expresó.

Hasta el momento, el Senado aprobó una versión del proyecto de ley de Lewis. Si obtiene la aprobación de toda la legislatura y se promulga como ley, la comisión tendrá un año para presentar recomendaciones a la legislatura estatal.

Aunque este proceso inevitablemente tomaría tiempo, la directora de asuntos legislativos de la Coalición MIRA, Amy Grunder, dijo que una comisión similar dio origen al programa IMG de Minnesota. Enfatizó que los interesados de la industria, como los consejos de acreditación de salud del Estado, querrán opinar sobre cualquier modificación a futuro.

“Quieres tener en la habitación a las personas que puedan oponerse», Grunder indicó, y agregó que entonces «explorarían juntos cómo abordar el problema».

Morandi, por su parte, afirmó que espera su estado encontrará la manera de aliviar la carga de los doctores formados en el extranjero, incluso si esta no soluciona su situación.

«No se trata de bajar los estándares; no queremos eso», indicó. «Se trata de sacar provecho de las personas que ya reúnen las condiciones».