Yadiel Cepero: En defensa de los amores legítimos en Cuba

«Si de algo estoy plenamente convencido, es de que el amor que nos profesamos las personas del mismo sexo es tan legítimo como el que se profesan las personas heterosexuales.» Yadiel Cepero. Fotografía cortesía del entrevistado y usada con permiso.

Yadiel Cepero es un joven activista, ingeniero en Ciencias Informáticas y fundador de una plataforma de discusión en Facebook titulada Construyendo una agenda de la diversidad sexual en Cuba en la cual participan casi 150 personas.

Cepero llegó al activismo luego de haberse formado como promotor de salud y derechos sexuales en la Red de Jóvenes del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX). Durante dos años coordinó en la Universidad de las Ciencias Informáticas, el proyecto Amor a Segunda Vista. En 2014 fue delegado a la VI Conferencia Regional de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex para América Latina y el Caribe. Actualmente es miembro de la Articulación Juvenil del Centro Oscar Arnulfo Romero.

El marco de esta entrevista tiene lugar dentro de los debates sobre el matrimonio igualitario en Cuba, cuya legalidad no se contemplan aún en la constitución de la Isla. La conversación nos llevó a distintos aspectos de interés en el debate, desde el lugar que ocupa el matrimonio igualitario dentro de las prioridades de las distintas comunidades LGBTQI a los escollos de los textos legales que regulan la vida privada de los ciudadanos de un país.

GV: ¿Cuáles son las razones, según tu opinión, para que que exista una manera de que las personas del mismo sexo puedan legalizar su relación en Cuba?

Considero que debe existir una figura legal concebida para tales fines. En particular porque muchos trámites legales, incluidos los que involucran a los bienes adquiridos en común, dependen de que la relación esté formalizada y reconocida ante la Ley. Que esta figura sea el matrimonio igualitario, la unión consensual u otra, dependerá de cuán revolucionarios nos propongamos ser y de lo hábiles que seamos para sortear los obstáculos que ya están en el camino. A nivel internacional son varios los países que han incluido algunas de estas figuras en el ordenamiento jurídico. En Cuba, apenas estamos dando los primeros pasos.

Personalmente, no considero que un contrato legal garantice la estabilidad emocional de una relación, pero puede contribuir a preservar el patrimonio, viabilizar trámites y evitar lamentables injusticias. Dependiendo del alcance de la figura legal [se verá si esto incluirá o no] el derecho de las personas del mismo sexo a adoptar, tema del que poco o nada se habla en Cuba. Es complejo y no está exento de cuestionamientos éticos.

GV: ¿Crees que habría que hacer una consulta nacional para decidir si en Cuba exista o no la unión legal entre personas del mismo sexo/género?

En lo personal, considero que los derechos, en tanto constituyen derechos, no deben ser sometidos al juicio inquisitorio de nadie, ni siquiera de las mayorías. Sin embargo, hay mecanismos legales que no pueden obviarse. Por ejemplo, el matrimonio está definido en el artículo 36 de la Constitución de la República de Cuba como “la unión voluntariamente concertada de un hombre y una mujer con aptitud legal para ello, a fin de hacer vida en común…”

En el Código de Familia se habla del matrimonio no formalizado. Ahí pudieran introducirse modificaciones importantes respecto al reconocimiento de las uniones legales que no alcancen estatus de matrimonio sin que se requiera para ello una consulta nacional.

Esta segunda opción parece ser la más viable, pero su alcance es limitado. De aprobarse, el matrimonio continuaría siendo un derecho/privilegio reservado constitucionalmente para las parejas de sexo diferente mientras que las parejas del mismo sexo tendrían que conformarse con el matrimonio no formalizado o la unión consensual, algo que acentuaría más aún la discriminación.

Debo aclarar, no obstante, que la unión legal entre personas del mismo sexo es tan solo un elemento dentro de la agenda de la diversidad sexual. Por tanto, considero que el punto de partida de cualquier iniciativa legal debe ser discutir y consensuar la agenda a partir de las propuestas provenientes de los colectivos y activistas.

Y con respecto al matrimonio igualitario…

Me parece que está sobrevalorado. Históricamente, el matrimonio ha sido un instrumento que ha servido para preservar el patriarcado, la monogamia y la doble moral judío cristiana. Respeto a quienes apuestan por él, pero creo que el debate no ha alcanzado toda la profundidad que amerita. Es por ello que me gustaría lanzar algunas interrogantes para un debate futuro.

¿Por qué acapara tantos titulares el matrimonio igualitario? ¿Qué lugar debiera ocupar en la agenda de la diversidad sexual?

¿Tiene sentido reclamar el derecho al matrimonio solo porque los heterosexuales lo tienen? ¿Cuál es el alcance real de esta figura legal?

¿Cuando hablamos de reconocer las relaciones entre personas del mismo sexo, hablamos solo de relaciones entre dos personas? ¿Qué pasa con los colectivos que actualmente defienden el poliamor? ¿Deben quedar fuera sus propuestas?

¿Estar unidas en matrimonio hace alguna diferencia para las personas trans que consideran como prioridad el acceso a medicamentos y cirugías de adecuación genital?

¿Estar unidas en matrimonio hace alguna diferencia para las mujeres lesbianas que desean acceder a la fertilización asistida en Cuba? Dado que el protocolo del Ministerio de Salud Pública está concebido para las parejas infértiles, no bastaría con estar unidas en matrimonio, pues se requiere que una de las dos sea infértil.

GV: ¿Conoces algún caso en Cuba o anécdota donde se hayan cometido injusticias contra personas no unidas legalmente?

Conozco varios casos. Entre ellos un amigo, que luego de que su pareja falleciera, se vio imposibilitado de adjudicarse los bienes que habían adquirido en común. Una historia lamentable, años antes el padre del fallecido lo había obligado a irse de la casa y luego de su muerte adquirió la propiedad de casi todos los bienes del hijo. Al no estar reconocida la unión legalmente, muy poco se pudo hacer por la vía judicial.

Además, no son pocos los centros estatales (restaurantes, hostales y otros) que tienen ofertas para parejas, pero les niegan el acceso a las parejas del mismo sexo.

GV: El comentarista Ernesto Martínez Hernández expresó en un artículo publicado en Granma, uno de los diarios estatales de más circulación en Cuba: “Permitir los matrimonios gays es [un] irrespeto a la sociedad, como permitir contratos jurídicos entre personas y animales. [No] es normal, no se debe legalizar porque no es natural. Hay parejas que viven toda la vida sin matrimonio, [por qué] luchar por legalizar lo que no es normal por naturaleza?”. ¿Qué le responderías a este comentarista?

En primer lugar, me gustaría dejar claro que el comentario al que te refieres fue motivado por un artículo publicado en la edición digital del diario Granma, el 6 de mayo del 2014. Artículo en el que la periodista Lisandra Fariñas, entrevistó a Gloria Careaga, por entonces Cosecretaria de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex, (ILGA por sus siglas en inglés). El comentario de Ernesto refleja la opinión personal de alguien que se opone abiertamente al matrimonio entre personas del mismo sexo. Es su opinión y la respeto, pero está claro que refleja un alto grado de ignorancia respecto al tema. La condición de “normalidad” o “naturalidad” es tan relativa como la humanidad misma. Lo que es normal o natural para una persona puede no serlo para otra y viceversa. Históricamente ha sido así. En la esclavitud se consideraba “normal” o “natural” la compra y venta de seres humanos, algo repudiable y castigado en la actualidad. Si de algo estoy plenamente convencido, es de que el amor que nos profesamos las personas del mismo sexo es tan legítimo como el que se profesan las personas heterosexuales.

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