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La importancia de tener una activista afro-feminista dentro de los círculos de gobierno en Costa Rica

Categorías: Latinoamérica, Costa Rica, Elecciones, Etnicidad y raza, Gobernabilidad, Mujer y género, The Bridge
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«Epsy Campbell Barr, vicepresidenta de Costa Rica 2018-2022″ Fotografía de MadriCR, publicada bajo licencia Creative Commons (Attribution-ShareAlike 4.0 International – CC BY-SA 4.0)

Ahora que bajó el agite de la elección y que hay menos ruido mediático, vale la pena ir más allá de los titulares y entender qué es lo que hace de la elección de Epsy Campbell una marca importante en la vida política del país y de la región. La elección de Epsy fue motivo de celebración para muchas comunidades afro a lo largo de las Américas. En Costa Rica, sin embargo, no fue realmente un tema al momento de la elección, más bien tardíamente. Sin embargo, se trata del resultado de un trabajo continuado en un país que ha permitido el ascenso de una portaestandarte que tiene un largo camino de trabajo y de lucha al lado de los afrodescendientes y de las mujeres.

Valdría la pena destacar también, y a pesar de los riesgos que se vieron durante las campañas electorales, que la llegada de Epsy tuvo lugar en un país con una gran tradición democrática, una de las más antiguas y estables de la América Latina. Ahora, vale también señalar que se trata de un país que se vende de sí mismo como “blanco”, el más blanco de la región centroamericana. Esto ha tenido un efecto importante en  el reconocimiento pleno de su multiculturalidad y su diversidad. No fue sino hasta el gobierno anterior, de hecho, que la Constitución de la República fue modificada en su primer artículo para reconocer a Costa Rica como una república multiétnica y pluricultural.

Así, en Costa Rica, hay varios temas pendientes para las minorías. Entre ellos podemos mencionar los relacionados con la representación y la visibilidad. Aún cuando existe una Politica Nacional [2] contra la xenofobia, persisten elementos muy importantes dentro del racismo cotidiano, relacionado en gran medida con la educación formal e informal y que están aún por resolverse.

Un paso más dentro de una larga lucha

Aún hay camino que recorrer, por ejemplo, en cuanto al reconocimiento de la participación de los afrodescendientes en la historia de Costa Rica y sus aportes a la la conformación de la identidad nacional. El currículum escolar lo contempla, pero el material didáctico es escaso. Además, es necesaria la sensibilización y la capacitación relevante y continua para el personal docente.

Hay buenas intenciones desde algunos sectores, pero sin planes concretos y resultados medibles se hace difícil obtener resultados en el mediano y largo plazo. Esta capacitación es necesaria porque en muchos casos, los maestros y maestras continúan reproduciendo los estereotipos que limitan las posibilidades de una verdadera educación intercultural.

El racismo cotidiano se manifiesta en esa serie de estereotipos alrededor de la población afro costarricense. Esto tiene que ver con localismos y visiones prejuiciadas de ciertas zonas del país, como Limón o la Región Caribe de Costa Rica, donde hay una concentración de población afro y se asocia a menudo con violencia y tráfico de drogas.

Por una representatividad en la justicia social y en los feminismos latinoamericanos

Creo que el punto central en el ejercicio político de Epsy, considerando el contexto de profunda desconfianza [3] que existe entre la gente y sus representantes gubernamentales, es que sigue muy apegado a su trabajo de activista y a su experiencia personal. Su partido sin duda capitaliza de su imagen y el número de personas de los sectores que representa. Sin embargo, el que Epsy esté entre representantes políticos oficiales cristaliza una lucha de larga data: la de la presencia de personas afro en los círculos que toman decisiones.

Para la comunidad, Epsy representa la consciencia afrodescendiente. Los pueblos afro de las Américas la conocen no por su participación en la política partidista de Costa Rica, sino por sus luchas y trabajo conjunto por los derechos afro en la región. Junto con varios otros líderes, Epsy aportó mucho a la idea de un movimiento negro latinoamericano y también un movimiento feminista negro y latinoamericano.

En ese particular vino también la lucha desde dentro, en especial al momento de enfrentar resistencia de las feministas al plantear temas de mujeres negras.

El movimiento feminista latinoamericano, así como el de otras regiones, se han visto sacudidos por la necesidad de cuestionar sus preceptos para incorporar o al menos considerar la existencia de otros feminismos. La organización de las mujeres negras en la región trajo consigo también la necesidad de entender que las mujeres no somos homogéneas, por el contrario.

Las condiciones históricas y sociales de las mujeres negras vienen a socavar las bases de este movimiento pensado desde la misma lógica colonial que excluye a los que considera ‘otros’.

La representatividad en los círculos del poder político: si no nos cuentan, no existimos

Actualmente, En la mayoría de nuestros países la representación política de los afros es muy limitada [4]. Las comunidades afrodescendientes continuan presentando índices de salud y educación inferiores, y enfrentan grandes obstáculos [5] para acceder a niveles de educación y de salud aceptable. Por eso, para llegar a los espacios en los que es posible hacer diferencias palpables ha sido de importancia vital entendernos como movimiento, y no solamente costarricense, sino latinoamericano y global.  

Parte de la lucha viene también con la presencia de la población afro en los censos [6]. Tuve ocasión de trabajar con este grupo en algunas instancias promoviendo las campañas para incorporación de la pregunta étnica. Se realizó trabajo en varios países de América Latina en ese proceso con otros expertos afro. Ha sido un trabajo duro, y continúa [7], porque algunos países aún no incluyen la pregunta debido a la resistencia de las instancias responsables a reconocer la importancia de la cuantificación.

Pero si no nos cuentan, no existimos.

Lo sabemos porque hasta ahora en varios países no hemos existido en la determinación de la situación real de las comunidades afro y por lo tanto tampoco somos parte de las prioridades para la formulación de políticas que permitan atender a estas poblaciones de manera adecuada. Es con la representación de personas de estas comunidades que será posible llegar a políticas públicas coherentes y acciones afirmativas que desmonten poco a poco desigualdades que tienen siglos.

Un movimiento que está creciendo

En estas elecciones nos jugamos derechos fundamentales que hacen el modelo de país que hemos construido. No puede decirse menos cuando el candidato ganador de la primera vuelta electoral fue un pastor y cantante evangélico cuya campaña se posicionó en [8] oposición a los derechos de la comunidad LGBTQI [8] y la promesa de transformar  del Instituto Nacional de las Mujeres en el Instituto “Nacional de la Familia”. Esto último en un país donde los femicidios alcanzan cifras alarmantes. [9]

Si bien entendemos que es una vicepresidenta en un pequeño país como Costa Rica, creo que es significativo. Es un paso, un ejemplo y un impulso. Mientras en en Brasil asesinan a Marielle Franco [10] por ser una voz negra, feminista y disconforme participando de la política; en Costa Rica, Epsy, una líder reconocida en el movimiento afro latinoamericano asume la vicepresidencia.

Al final Epsy representa un movimiento que está creciendo. Los afrodescendientes de Colombia, Brasil, Perú, Ecuador, Uruguay y otros países se sienten representados. Y no porque Epsy los represente directamente, después de todo es solo la vicepresidenta de Costa Rica. Es porque la representatividad importa. Ver a una mujer negra que pertenece y es activa dentro y desde esta comunidad es muy importante.

Es un espejo muy en el que los niños y las niñas negras pueden verse e identificarse.