Michel Gonzalez Nuñez es licenciado en Periodismo por la Universidad de La Habana originario, o como él diría, «made in Pinar del Río». Con plena confianza de ser gay desde sus primeros años, aunque no lo haya reconocido sino a sus 24, Michel vive con su pareja, Noelio Hernández. Este último, de Nuevitas, Camagüey, estudió informática y tiene 28 años. Michel y Noel tienen juntos dos años y viven en Miami, Florida, como muchos otros miembros de la diáspora cubana. Pero no como muchos en esta diáspora, Michel y Noel serán pronto una de las parejas homosexuales cuya relación será validada en EEUU por un matrimonio, algo que no hubiesen podido hacer en su Cuba natal.
Con Michel conversamos sobre lo que atañe a los que no pueden ejercer esos derechos en la Isla. Desde los aspectos legales hasta las vivencias personales, suyas o de sus conocidos, exploramos una vez más algunos de los aspectos que vienen con la interacción que tienen las personas LGBTQI con el mundo y que no siempre son visibles.
GV: Asumo que estás interesado en que exista una manera de que las personas del mismo sexo puedan legalizar su relación en Cuba; ¿cuáles son las razones, según tu opinión, para que sea considerada dicha posibilidad?
Vine a Estados Unidos a formar mi propia familia, entre otras cosas. Me interesa y mucho que las personas del mismo sexo podamos formar familia en todas partes del mundo y lo hagamos legalmente y con todos los derechos. Cuba, por su credo oficial, debió ser de los primeros países en aprobar y defender el matrimonio igualitario entre todas las personas. Es lo que un gobierno “revolucionario” en el pleno sentido de la palabra debe hacer.
La realidad ha sido bien diferente. La version oficial es que la sociedad cubana no está lista para un paso así. Y ahí está el “nuevo” Código de Familia en la gaveta de quienes deben aprobar su paso al debate en la Asamblea Nacional, desde hace años. De nuevo apenas le queda el nombre.
Imagino que choca aprobar una ley “homosexual” en una “revolución” tan subida de testosterona. Se impondría lograr, en primer lugar, un cambio de personas en aquellos puestos donde se deciden este tipo de cuestiones. En segundo lugar, que los nuevos decisores posean una mayor y completa preparación sobre el tema y sean capaces de acercarse con la mayor apertura de mente possible, asumiendo una postura de estado, y no de macho, como ha sido hasta ahora.
Y sin embargo, Michel señala también…
Cuba tiene una tradición vanguardista en la toma de decisiones desde los inicios propios de nuestra sociedad. Estamos entres los primeros países en contar con universidades (1728) y aplicar nuevos métodos de enseñanza que rompieron con la escolástica rígida de aquellos tiempos.
En Cuba se implemantaron avances tecnológicos en la producción y desarrollo de la economía tales como la máquina de vapor (1796) y el ferrocarril (1837). La sociedad siempre estuvo en contacto con lo mejor y más avanzado dentro y fuera de nuestro país y se apropió de esos conocimientos para su enriquecimiento social e intelectual. Estuvimos entre los primeros países que aprobaron el sufragio de las mujeres (1934), el aborto (1968); y se dice que la Constitución del 40 fue de las más avanzadas de su época.
Si todo esto y más fue posible antes ¿por qué las autoridades dicen que la sociedad cubana no está lista para aprobar el matrimonio de personas del mismo sexo?
Hoy haría falta que se lleve definitivamente al debate, y sin paños tibios, esa propuesta de ley al Parlamento Cubano. Sin embargo, no creo que la dirigencia tradicional esté por la labor.
GV: ¿Conoces algún caso o anécdota en Cuba en el que una pareja homosexual haya sufrido alguna injusticia por no haber estado unida legalmente?
Tengo amigos con relaciones estables que rebasan las dos décadas, pero que no tienen derecho a formalizarlas ante la ley, aún cuando hayan dejado por escrito la voluntad de dejar sus bienes en herencia a su pareja. Es una posibilidad que pende de la voluntad de los familiares cercanos. No existe garantía ni legal ni moral de que se cumplan las voluntades expresadas.
GV: ¿Y en el caso de parejas que sí están unidas legalmente?
Uno de mis mejores amigos viajó a Cuba con su pareja, un ciudadano español, hace algunos años. Se hospedaron en el [hotel] Habana Libre. Cuando regresaban de un paseo por la ciudad, los agentes de seguridad del hotel no les permitieron subir a la habitación. El personal de recepción trató a mi amigo como a un vulgar prostituto. La situación se tornó embarazosa cuando descubrieron que tanto la reserva como los costes de estadía en el hotel los pagaba el cubano. Un seco “disculpe las molestias” fue la salida del trance.
En cualquier otro lugar sabemos que la demanda por discriminación haría pasar un muy mal rato a la cadena hotelera. Pero en Cuba esas cosas no suceden. Calladitos se ven más bonitos.
GV: Sabemos que en la propuesta del nuevo Código de Familia, que aún no ha sido presentada al parlamento cubano, no se incluye el matrimonio igualitario sino en se propone la “unión consensual”. ¿Qué opinión tienes al respecto?
Creo que es una bofetada más dentro de la paliza que recibe la comunidad LGBTQI de Cuba.
Si reconocer derechos y libertades a medias hace que una sociedad se llame a sí misma “revolucionaria”, que venga alguien y me lo explique, porque es una contradicción.
El comentarista Ernesto Martínez Hernández expresó en un artículo publicado en Granma, uno de los diarios estatales de más circulación en Cuba: “Permitir los matrimonios gays es [un] irrespeto a la sociedad, como permitir contratos jurídicos entre personas y animales. [No] es normal, no se debe legalizar porque no es natural. Hay parejas que viven toda la vida sin matrimonio, [por qué] luchar por legalizar lo que no es normal por naturaleza?”¿Qué le responderías a este comentarista?
A Granma les respondería que es una vergüenza el que hayan permitido el uso de su escazo espacio para publicar tamaña estupidez. Y el señor Martínez Hernández no mirece un minuto de nuestro tiempo. Nuestras energías, esfuerzos y pensamientos tienen que enfocarse en el apoyo, defensa y promoción de los derechos y libertades de la sociedad cubana, de todos sus individuos, incluyendo a la comunidad gay… y también al señor Martínez.