Nueva generación toma la lucha contra el carbón en República Checa

Cierre de la mina de lignito Bílina de Limit jsme my, 2017. Fotografía de Ondřej Bratoň / Limity jsme my

Esta publicación se basa en un artículo publicado originalmente en el sitio 350.org, como parte de una asociación con Global Voices. Fue escrito por Radek Kubala, Josef Patočka y Antonie Bernardová de la coalición ambiental checa, Limity jsme my.

Libkovice podría haber sido un lugar muy agradable para vivir. El pueblo, situado a lo largo de un arroyo en las faldas de las majestuosas montañas de mineral que separaron la Bohemia checa de la Sajonia alemana, fue el hogar de cientos de personas. Tenía su propia panadería, una típica posada de campo y, según se informa, un espíritu comunitario muy fuerte.

Lamentablemente, Libkovice ya no existe más. Tuvo el mismo destino que docenas de ciudades y pueblos en la cuenca del norte bohemio, que fueron destruidas para dar paso a minas gigantes de lignito a cielo abierto.

Los habitantes de Libkovice fueron los últimos en partir. La ciudad fue arrasada hasta sus cimientos en 1992 y 1993, pese a la férrea resistencia de la comunidad local y el incipiente movimiento ambiental. Fue una llamada de atención a la realidad de que las nuevas condiciones democráticas no iban a hacer que todo fuese perfecto. Ellos y su ciudad continúan siendo un símbolo del daño que provoca la industria del carbón en el medio ambiente y su población.

Destrucción por la minería a cielo abierto en la República Checa. Fotografía de Majda Slámová/ Limity jsme my.

Hoy, a solo minutos de distancia que se puede recorrer a pie desde donde se ubicaba Libkovice, una nueva generación de activistas que abogan por la justicia ambiental organizan el «Klimakemp» contra el carbón, ahora en su segundo año. Comenzamos con que a pesar de esta historia dolorosa, República Checa (junto con Alemania y Polonia) continúa siendo uno de las potencias de carbón en Europa).

El Gobierno checo planea continuar con la extracción y el consumo de este combustible perjudicial para el medio ambiente en la segunda mitad de este siglo. Más de la mitad de la energía del país proviene del carbón. Debido a esto, la República Checa sigue siendo uno de los mayores emisores de CO2 en la Unión Europea, en términos de emisiones per cápita, y comparte la cuarta posición con los Países Bajos. A pesar de que es también uno de los mayores exportadores netos de energía del continente, continúa operando una docena de plantas de energía antiguas y obsoletas de las décadas de 1970 y 1980. La producción anual corresponde casi exactamente a la cantidad de energía que exporta cada año.

En 2015, mientras el mundo se preparaba para la conferencia de Naciones Unidas sobre la situación climática en París, el gobierno de ese entonces incluso sugirió dar un paso más en este frenesí del combustible fósil y levantó los «límites» a la minería. El primer gobierno democrático estableció estas restricciones en la década de 1990 con el fin de proteger las casas de las comunidades locales en zonas de extracción. Esta medida no solo conllevaría mayor liberación de carbón en la atmósfera, sino tambiénla destrucción de Horní Jiřetín, ciudad de más de 2000 habitantes.

Las protestas surgieron en el país, encabezadas por una coalición de lugareños, organizaciones no gubernamentales ambientales y la nueva iniciativa «Limity jsme my» (Somos los límites), de la que formamos parte. Unas cuantas semanas antes de la firma del acuerdo climático de París, el primer ministro Bohuslav Sobotka y su gobierno decidieron salvar a Horní Jiřetín de la demolición, y expandir la mina de Bílina aledaña en otros 150 millones de toneladas de carbón. Las celebraciones se volvieron amargas.

Limity jsme my – Somos los límites. Fotografía de Majda Slámová / Limity jsme my.

Energizados y a la vez enfurecidos por esta victoria parcial, decidimos transformar nuestra iniciativa en una plataforma permanente y crear un movimiento a largo plazo. En la primavera de 2016, apoyamos la lucha para evitar la venta de las minas de lignito en la región de Lausitz del este de Alemania a la compañía checa EPH.

Organizamos una expedición al campamento climático que las iniciativas locales establecieron allí, y obtuvimos inspiración de las acciones fructíferas de Ende Gelände, que formaron parte de la liberadora onda de desobediencia civil climática. En el último día de los bloqueos del ferrocarril, una planta de energía casi cerró totalmente, mientras de manera simultánea se difundía la noticia de que Alemania produjo –durante varias horas– por vez primera en la historia energía de casi solo fuentes renovables –un momento muy simbólico.

Acción de Limit jsme my en 2017. Fotografía de Majda Slámová / Limit jsme my.

En nuestro país, comenzamos un proceso de preparación de un año para establecer el primer Klimakemp en la historia de la República Checa, que anunciamos en el vigésimo quinto aniversario de la introducción de los «límites» de la minería. Nuestra declaración dice: «Los límites no son suficientes, queremos que cese la era del carbón». Señalamos los peligros del cambio climático, exigimos que el fallo sobre Bílina fuera anulado y que las antiguas plantas de energía sean clausuradas, y exhortamos a demostrar actos de desobediencia civil pacífica para desafiar la política de Gobierno.

Queríamos complementar la labor de los aliados más grandes y de las organizaciones no gubernamentales y brindar enfoques nuevos a la política del movimiento. Es por eso que organizamos el primer Klimakemp de manera totalmente horizontal, que abrió el proceso para cualquiera que quisiera participar.

El campamento autoorganizado finalmente se realizó a mediados de 2017 en el importante escenario simbólico de la victoriosa comunidad de Horní Jiřetín. Reunió a 300 personas de la región, de todo el país y de toda Europa, lo que permitió la asociación de grupos de organizaciones ambientales establecidos con iniciativas antirracismo y de «derecho a la ciudad». Durante cinco días, el campamento brindó un espacio para la convivencia, la celebración y tomar acciones en conjunto.

Unas 150 personas tomaron posesión de la mina Bílina que estaba en expansión. Esta acción empoderadora de desobediencia civil no violenta detuvo la extracción de carbón, y presionó para que el problema del cambio climático y nuestra petición de un futuro libre de combustibles fósiles fueran puestos en debate.

Cierre de la mina Bílina de Limity jsme my, en 2017. Fotografía de Petr Zewlák Vrabec / Limity jsme my.

Prometimos que íbamos a regresar –y aquí estamos. A medida que la crisis ambiental se profundiza, es importante entender la relación entre las condiciones climáticas extremas, las luchas locales en contra de la industria de combustible fósil, la política estatal y el financiamiento internacional. Los habitantes de Pardubice se oponen a extenderle la vida a la planta de energía Chvaletice. Las personas en la región de Liberec luchan por su agua, que la mina les arrebata. Y los lugareños en el norte luchan para que no haya más extracción de carbón.

Tenemos por delante una lucha importante. Las compañías de energía tratarán de evadir la nueva normativa de emisión europea (BREF) y el Gobierno checo les ha permitido solicitar excepciones. En los próximos años, estas empresas de servicios públicos tendrán que modernizarse o cerrar de acuerdo con la estrategia energética nacional.

La oposición pública tiene que defenderse de la presión ejercida por las compañías privadas extractoras de carbón, como Severní Energetická o EPH, de volverse privadas y modernizarse. Los siguientes años serán decisivos, las conexiones internacionales y la solidaridad pueden ser cruciales para evitar que los bancos internacionales presten dinero a las compañías –si se procede a la privatización.

El segundo Klimakemp, que se realizó del 27 de junio al 1 de julio, unió una vez más a personas de todas partes del mundo con el fin de desafiar a la industria de combustible fósil. Puesto que quienes toman decisiones aún se encuentran atascados en el ciclo vicioso del carbón y energía nuclear, crear un movimiento fuerte que abogue por el cambio climático que cruce las fronteras parece ser más importante que nunca.

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