Un camino hacia el acceso comunitario: De telecentros a redes comunitarias

Antena rizomática en Alotepec, Oaxaca, México. Foto de Onion de Wikimedia Commons y usada con permiso mediante una licencia 3.0.

Esta es la segunda de una serie de tres publicaciones, por Florencia Roveri de Nodo TAU que se publicaron originalmente en APC News y se reproducen aquí como parte de un acuerdo de colaboración entre la Asociación para el Progreso de las Comunidades y Rising Voices. Lee las publicaciones anteriores sobre telecentros y redes comunitarias.

En México, el trabajo de Rhizomática ha ayudado a conectar 17 pueblos de Oaxaca, al suroeste del país. Para lograrlo, han instalado un sistema de telefonía móvil e incorporado al proyecto a las comunidades indígenas y a otras personas dedicadas a las telecomunicaciones mediante la utilización de un sistema abierto en Rhizomática, a quienes se les otorgó la concesión de frecuencias. Este ha sido un hito en la telefonía comunitaria y un gran logro para la organización.

En 2002, Erick Huerta, miembro de Rhizomática, se encontraba a cargo de la Oficina de Acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación de la Comisión Nacional para el Desarrollo de Pueblos Indígenas. Durante esos años, el Gobierno mexicano instaló telecentros para el uso de los pueblos indígenas. «Vimos que el problema con los telecentros era metodológico, es decir, la forma en que se introducía la tecnología en las comunidades. Publicamos un manual titulado ‘El uso de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) para el desarrollo local: Apropiación comunitaria de los telecentros’. El proyecto tuvo éxito, aunque su esquema piloto no se desarrolló satisfactoriamente al principio. Sin embargo, se hizo sostenible mediante la aplicación de la nueva metodología. La ubicación de los telecentros, como norma, ha ido evolucionando hacia políticas de acceso a internet que se han puesto en marcha en plazas públicas, escuelas y cibercafés. En ocasiones, esto se ha convertido en algo muy importante y existen muchos informes que confirman el buen trabajo que se está llevando a cabo», cuenta Huerta.

Hoy en día, Rhizomática se dedica a las redes comunitarias. «Las redes se han creado con el objetivo de satisfacer las necesidades de las comunidades, de modo que puedan prestarles un servicio a un precio menor. Tenemos redes urbanas o rurales que toman una conexión inalámbrica y la distribuyen: este es el modelo más básico, aunque existen otros, como el que usamos, que también incorpora teléfonos móviles. Existen muchas dificultades: formación técnica sobre el acceso a una tecnología adecuada y fácil, tal y como la implementa LibreMesh, y el reto de que las redes puedan ser consideradas como operadores, porque no tienen las licencias para ofrecer estos servicios».

Este ha sido un obstáculo que Rhizomática ha podido superar, lo que demuestra que en el ecosistema actual, dominado por la lógica del mercado, el trabajo de incidencia en marcos de regulación y políticos es tan importante como el trabajo comunitario, las definiciones metodológicas y la capacitación técnica.

Al comparar las redes comunitarias con los telecentros, Huerta encuentra más diferencias que semejanzas. «En el caso de los telecentros, creo que uno de los retos era centrarse en la formación sobre cómo utilizarlos. Las redes actuales van más allá de esa etapa porque estamos hablando de capacidades para la creación de infraestructura. El telecentro proporciona, básicamente, el equipo y la conexión a internet. En ese momento, ambos se encontraban unidos. Hoy en día, los equipos se han vuelto independientes y la mayoría de gente los tiene. No necesitas un ordenador, solo un teléfono, y con eso puedes hacer muchas cosas y también conectarte a la red. Creo que esa es la principal diferencia. La red comunitaria proporciona principalmente el servicio de internet, aunque también puede desarrollar contenidos y alcanzar niveles más sofisticados».

Huerta argumenta que las redes comunitarias son más parecidas a lo que eran los pequeños proveedores de servicios de Internet en sus inicios, cuando proporcionaban servicios de internet a las organizaciones. «Yo compararía las redes comunitarias con los servicios de internet que se prestaban en ese momento a través de pequeños operadores. APC fue pionera en este campo y se fundó sobre estos esquemas. Tienes que revisar esas experiencias, entender lo que pasó y cómo el mercado las debilitó. La historia de estas redes comunitarias es muy diferente porque estamos hablando de una capa de infraestructura que es mucho más duradera y no ha evolucionado tanto como el software».

Si miramos hacia el futuro, la inclusión de las comunidades sigue en marcha. «Pensando en el futuro, creo que si podemos articular estas redes de manera apropiada, entonces podemos tener una red muy grande controlada por la gente», concluye Huerta.

Tecnologías comunitarias

En diferentes contextos tecnológicos, las comunidades han encontrado y siguen identificando estrategias de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación a través de las cuales pueden satisfacer sus necesidades, y lo hacen junto con otros actores decididos a comprometerse en el camino de la inclusión y el desarrollo social. Organizaciones sociales, no gubernamentales e internacionales, Gobiernos e incluso el sector privado han creado o unido fuerzas con diferentes iniciativas.

En estos contextos, las experiencias de los telecentros y las redes comunitarias combinan dos puntos de enfoque que resultan decisivos a la hora de analizarlos: sus formas de acercarse a la comunidad y sus métodos para resolver problemas tecnológicos. Aunque los telecentros y las redes comunitarias están anclados por definición a sus comunidades, esto debe revisarse en cada experiencia, teniendo en cuenta la autodeterminación de las comunidades en cada caso.

Y en cuanto a la tecnología, aunque ambas experiencias muestran diferencias y semejanzas, cuando se las alienta a promover el desarrollo de las comunidades, pueden enfrentar desafíos y contradicciones similares. La tensión actual entre modelos que respetan y defienden los derechos que abordan la tecnología como un recurso de interés o bienestar público, y otros modelos que promueven el razonamiento comercial, la apropiación del sector privado y el control centralizado, sitúan este análisis en el ámbito gubernamental. En este sentido, estas tensiones se resuelven en decisiones y regulaciones que favorecen a las comunidades y sus derechos, o bien apoyan a los sectores comerciales concentrados. Así, se sigue construyendo el camino hacia la apropiación social de las tecnologías.

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