Ugandesas afirman «Acoso no es amor»: Fallo por acoso cibernético provoca violentas reacciones

Mujeres marchan en Kampala, Uganda, el 30 de junio para protestar contra la creciente ola de secuestros, violaciones y asesinatos de mujeres que ha azotado al país en los últimos meses. Fotografía de Michael O'Hagan, usada con permiso.

La parlamentaria ugandesa Sylvia Rwabwogo salió recientemente de una terrible experiencia que duró meses, en los cuales recibió a diario mensajes de texto y llamadas de un extraño que le profesaba su amor.

Cuando un tribunal de primera instancia en Kampala, Uganda, emitió una condena de dos años en prisión a Brian Isiko, de 25 años de edad, por los delitos de acoso cibernético y comunicación ofensiva, la parlamentaria pensó que finalmente podría obtener algo de paz.

No obstante, su tormento continuó cuando algunos ciudadanos ugandeses arremetieron en contra de la resolución judicial, pues afirmaron que fue «demasiado duro». Los principales medios de comunicación locales minimizaron la gravedad del caso y evitaron la palabra «acoso» en los titulares. En cambio, sugirieron que Isiko fue condenado por enviar mensajes de amor.

Captura de pantalla proveniente del sitio web del periódico ugandés The Daily Monitor.

El acoso comenzó en diciembre de 2017 y coincidió con un periodo de tensión política, cuando el presidente Yoweri Museveni utilizó todos los medios para eliminar de la Constitución la cláusula del límite de edad presidencial, que abría paso a la posibilidad de ejercer el cargo de por vida.

Rwabwogo, representante del distrito occidental de Kabarole ubicado cerca de la frontera entre Uganda y la República Democrática del Congo, fue uno de los pocos parlamentarios del partido gobernante de Museveni que rechazó la propuesta para revocar el límite de edad.

Aproximadamente durante este tiempo, Rwabwogo comenzó a recibir las llamadas y los mensajes de Isiko. En sus llamadas, hacía comentarios sobre la vestimenta de Rwabwogo y decía estar preocupado por ella y que quería protegerla.

Este es uno de las docenas de mensajes que la parlamentaria recibió:

I love you so much and want to protect you. My love is for you alone and since there is no one taking care of you, I will do it.

Te amo demasiado y quiero protegerte. Mi amor es solamente para ti y dado que no hay nadie que te cuide, yo lo haré.

Sintiéndose amenazada, y tras el asesinato del parlamentario Ibrahim Abiriga el 8 de junio que incitó miedo sobre la seguridad general de los parlamentarios, consideró que no podía permanecer en silencio más tiempo.

El 11 de julio, Rwabwogo organizó por vez primera una reunión con Isiko, de la que informó a la policía, y donde arrestado a Isiko. Al día siguiente, Isiko se declaró culpable de los delitos de acoso cibernético y comunicación ofensiva, de conformidad con la ley sobre el uso indebido del ordenador de 2011. Recibió una condena de dos años en prisión.

En la cobertura del caso, los principales medios de comunicación se rehusaron a incluir los cargos específicos y el contenido de los mensajes. En cambio, describieron a Isiko como un pobre estudiante a quien la parlamentaria debió haber aconsejado. En otras ocasiones, los medios aludieron a Isiko como un «muchacho», a pesar de que ronda los 25 años de edad.

Los comentarios en línea incluyeron ataques menospreciativos hacia Rwabwogo como persona, que se enfocaban en su condición como mujer soltera y el hecho de que habló sobre su estado civil en una entrevista en mayo 2017 con el  importante periódico New Vision. Rwabwogo es viuda desde 2012 y es madre de tres hijos.

La cobertura de los medios y las reacciones en línea provocaron que las mujeres ugandesas salieran en su defensa con la etiqueta #HarrassmentIsNotLove (Acoso no es amor). Rwabwogo habló también de cómo esos ataques le afectaron a ella y a su familia durante un chat en Twitter el 13 de julio, organizado por Rosebell Kagumire de Global Voices (autora de esta historia).

Durante la sesión, la usuaria de Twitter Hazel Mwebesa reiteró una cita de Rwabwogo en relación a su seguridad ahora que Isiko estaba en prisión:

¿Me siento más segura ahora que se encuentra en prisión? No, empeoró porque tengo miedo. Todos indagan en mi vida. Tengo temor de que las personas se pongan en mi contra por la forma en que los medios de comunicación informaron sobre el caso». Parlamentaria Rwabwogo

También en Twitter, la usuaria Kweeta comentó sobre el uso de la palabra «muchacho» para describir al delincuente de 25 años:

El lenguaje selectivo condona el acoso sexual, los medios necesitan mejorar. Utilizar palabras como «muchacho» para referirse a un hombre adulto; «demasiado amor» para aludir el acoso solo promueve esos vicios. La manera en que los medios enmarcan esos problemas fijan el tono en que serán percibidos.

En una entrevista con Black, No Sugar, medio de comunicación en YouTube, Rwabwogo afirmó:

Even after the ruling, people lashed out at me, sending messages on Facebook. I am stronger and this is not the first time I have suffered this kind of media framing.

Incluso después del fallo, las personas arremetieron contra mí y enviaron mensajes en Facebook. Soy más fuerte y esta no es la primera vez que sufro un artimaña mediática de este tipo.

La doctora Njoki Ngumi, activista keniana que lucha por los derechos de la mujer, analizó minuciosamente el problema de cómo los medios ugandeses enmarcaron el acoso sexual como amor en un enlace de Twitter:

Esta mañana vamos a discutir sobre la honorable Sylvia Rwabwogo, parlamentaria de Kabarole en Uganda, y víctima del acosador Brian Isiko, estudiante de 25 años del YMCA Jinja. Analicemos esto a través del lente de los medios de comunicación: quién habla/quién no, qué dicen/qué no dicen.

En su fallo, la jueza Gladys Kamasanyu enfatizó que la sociedad ha preparado a los hombres para que desprecien y falten el respeto a las mujeres. Incluso desde el banquillo, Isiko se reía mientras que la parlamentaria rompía en llanto.

Ugandesas protestan en Kampala el 30 de junio. Fotografía de Rosebell Kagumire.

Previamente, la familia de Isiko contactó a la parlamentaria para solicitarle su perdón, pero ella afirma que era asunto de seguridad por lo que perdonarlo no le garantizaría que estaría segura. Siguió adelante con el caso.

Entretanto, un bufete de abogados cuyo propietario es el parlamentario Abdul Katuntu trató de apelar la condena de Isiko y solicitó pagar su fianza.

Qué dicen las reacciones violentas sobre la violencia en contra de las mujeres en Uganda

La posición de Rwabwogo como parlamentaria demostró a muchos activistas que, sin importar cuanta influencia tenga una mujer en Uganda, la sociedad aún espera que soporte las miradas no deseadas de los hombres y las intromisiones a su privacidad.

Un estudio de 2016 sobre sexismo, acoso y violencia contra las mujeres en el Parlamento realizado por la Unión Interparlamentaria reveló:

[The] phenomenon knows no boundaries and exists to different degrees in every country, affecting a significant number of women parliamentarians.

El fenómeno no distingue límites y se manifiesta en diferentes grados en cada país, por lo que afecta a una cantidad significativa de mujeres parlamentarias.

A pesar de que la violencia se inflige a menudo en los espacios privados de las mujeres, internet y las nuevas tecnologías han permitido que los abusadores establezcan contacto con ellas en la esfera digital, como en el caso de Isiko. Jac sm Kee de la Asociación para el Progreso de las Comunicaciones (APC) explica:

Online violence against women is an overt expression of the gender discrimination and inequality that exists offline. Online, it becomes amplified.

La violencia en línea contra las mujeres es una expresión manifiesta de la discriminación de género y desigualdad que existe fuera de línea. En línea, se ampía.

Las víctimas continúan sin denunciar el acoso cibernético debido a la vergüenza y el estigma que experimentan después de hablarlo en público. El 41% de los casos de violencia contra la mujer mediante el uso de la tecnología que fueron denunciados a las autoridades fueron investigados, según un estudio que realizó ACP en siete países.

Las reacciones negativas justifican también las estadísticas con respecto a la violencia contra la mujer en Uganda, quienes tienen el doble de probabilidades de experimentar violencia sexual que los hombres. Más de una de cinco mujeres, entre las edades de 15 a 49 (22%), denunciaron haber experimentado violencia sexual en algún punto de su vida, comparado con menos de uno de 10 hombres (8%).

Establecen un precedente para los derechos de la mujer

El caso de Rwabwongo sucedió tan solo unas semanas después de que las mujeres organizaran una protesta en las calles de Kampala contra la creciente ola de secuestros y asesinatos de mujeres en el país (en el transcurso de los últimos 18 meses, se sabe que más de 43 mujeres fueron secuestradas, violadas y asesinadas en Uganda).

Los cibernautas señalaron la necesidad de educar sobre el acoso sexual en todas sus formas:

El acoso sexual se puede definir en términos generales como «insinuaciones sexuales no deseadas, solicitud de favores sexuales o conducta física, verbal o no verbal de índole sexual no deseados».

El caso de Rwabwogo conmovió a Esther Kalenzi, famosa joven emprendedora ugandesa que realiza labor social con los jóvenes, y fundadora de la Fundación 40 Días por 40 Sonrisas, y contó su propia experiencia de acoso sexual con la etiqueta #yotambién para apoyar a Rwabwogo y demás mujeres que luchan en silencio.

El enlace de Kalenzi en Twitter fue compartido más de 200 veces, lo que demuestra que sectores de la sociedad ugandesa están dispuestas a examinar la impunidad, que a menudo oculta el acoso sexual, y a apoyar a las víctimas que rompen el silencio.

Con respecto al acoso no es amor:
Ni siquiera sé por dónde empezar.
Es una historia profundamente personal y emotiva para mí. ?
Suspiro.

Fui acosada por alguien durante casi cuatro años. Fue mi amigo antes, pero cuando rechacé sus «insinuaciones románticas», se transformó en otra cosa.

El fallo de Rwabwogo, junto con lad discusiones que provocó, establece un nuevo precedente dentro de la sociedad ugandesa, donde las mujeres cada vez más están alzando la voz contra el acoso sexual y la violencia.

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