Educación en transición: Cómo maestros transgénero están transformando las escuelas en Brasil y Colombia

Fernanda Ribeiro enseña arte en primaria y secundaria de una escuela estatal del interior del estado de São Paulo, Brasil. Foto de Toni Pires. Usada con autorización..

Por Vanessa de Sá

Leona Freitas es una típica campesina brasileña. Su vida diaria transcurre alrededor de amigos cercanos y su pareja. sus sueños no son muy grandes: quiere comprar una casa y tener una vida tranquila. Casi no sale de Congonhas, la ciudad donde nació y trabaja. Nunca ha visitado una gran ciudad. São Paulo es un sueño distante para ella. Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, está apenas a 80 km de su ciudad y desea visitarla. «Iré cuando pueda», dice.

Congonhas es un histórico pueblito conocido por sus festivales religiosos, que atraen a miles de católicos de todo el país. Con sus muchas iglesias y escuelas católicas, se parece a cientos, tal vez miles de ciudades sudamericanas: religiosa y conservadora.

Leona es una mujer transgénero. Dio a conocer su identidad de género después de graduarse de Pedagogía. Calificar como maestra de escuela solamente es posible a través de un concurso público. «No sé si podré encontrar trabajo en un colegio privado, la mayoría tiene vínculos con partes de la Iglesia Católica o iglesias evangélicas», dice.

Así que Leona enseña en una escuela pública. Su vida ahí no es fácil. Dice que es la única maestra transgénero en la ciudad de 50000 habitantes, y puede sentir la incomodidad de sus compañeros de trabajo. Pero no se intimida —al contrario. Cree que ya ha tenido un gran logro: que se refieran a ella con denominativos femeninos. “Aún les es difícil decirme ‘Leona’. Usan mi nombre: señorita Albert”, explica.

Leona Freitas es la única maestra transgénero del pueblito brasileño de Congonhas. Foto de Toni Pires. Usada con autorización.

En muchos países sudamericanos, la discriminación aún impide que las personas que no se identifican con el sexo que les asignaron al nacer –el que figura en el certificado de nacimento– estén representadas adecuadamente en política, puestos de liderazgo y trabajos comunes y corrientes como choferes, vendedores o cajeros.

En las escuelas esta representación es menor. Para el promedio de sudamericanos, el rol de maestro sigue teniendo una posición de autoridad. «Nadie espera que un transgénero sea maestro. Parece que hay incompatibilidad entre esas dos ideas imaginarias», dice Alanis Bello, maestra transgénero de la Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá, Colombia.

Alanis Bello: «Me encanta provocar la curiosidad de los estudiantes. Llegué a la universidad con tacos altos, muy maquillada, muy drag. A todos se les cayó la quijada de asombro». Foto de Toni Pires. Usada con autorización.

Ana Paula Braga Luz , profesora voluntaria en el proyecto TransPassando en Fortaleza (Brasil), está de acuerdo con que ser transgénero es excepcionalmente complicado. «La mayoría tiene la idea de los educadores transgénero y transexuales van a sexualizar y convertir a los niños en gays, lesbianas o transgénero”, dice.

Hay pocos datos oficiales de cuántos transgénero trabajan en la educación pública, no solamente en Sudamérica sino en todo el mundo. Generalmente, esta población no figura, y las investigaciones demográficas casi no toman en cuenta la identidad de género.

Pero los transgénero están logrando visibilidad gracias a los medios y a internet. El Instituto Brasileño de Transeducación (IBTE) ha estado usando redes sociales para conectar a maestros transgénero en el país. Al mando de las educadoras transgénero Sayonara Nogueira y Andréia Cantelli, IBTE lanzó una encuesta en línea en 2017 para averiguar cuántos profesionales trans trabajan en las escuelas. «Encontramos 90 maestros, pero creo hay muchos más», dice Sayonara. «Quedamos impactadas por la historia de cuatro hombres transgénero que se identificaron como lesbianas porque temían que el personal y los alumnos de la escuela no los aceptaran”.

Aislados por mucho tiempo, los maestros trans están hallando fuerza en los números. «Estamos fortaleciendo la red. Buscamos educadores que los fortalezcan y que sepan que hay normas legales que los protegen, así que ya no tienen que esconder quiénes son», dice Sayonara, vicepresidenta de la organización. “También les ayudamos a abordar su identidad de género y las orientación sexual en el aula con planes de lecciones”.

Romper el prejuicio

Al inicio de cada año escolar, cuando recibe alumnos nuevos, la maestra brasileña Fernanda Ribeiro declara: «soy travesti».

«Así rompo el chisme y quedo disponible para conversar», dice. Los estudiantes terminan recibiendo educación extracurricular sobre identidad de género. «A menudo bromeo que soy sujeto de investigación itinerante porque el resultado es deconstrucción en todos los sentidos: de estigma, de estereotipos». Ahora, Fernanda ya no es la “maestra transgénero”. Es solamente la maestra Fernanda, «un poco estricta pero genial».

Gradualmente, los educadores trans están rompiendo los prejuicios. Blasia Gómez Reinoso se retiró en 2017 después de 35 años como maestra y directora de un colegio en Catamarca, pequeña ciudad de Argentina. Hizo su transición en 2012 y de sus ojos caen lágrimas cuando recuerda el momento en que hizo el anuncio a sus alumnos.

«Siguieron mi transición paso a paso. Les explicaba todo. Cuando anuncié que era transgénero, me sentí la persona más amada del mundo. Los chicos aplaudieron, las chicas lloraron», dice cuando evoca esos tiempos. «Descubrí que los nilños tienen la mente abierta. Somos los adultos los que tenemos problemas en aceptar la diversidad sexual”.

Los alumnos de Fernanda Ribeiro siguieron su transición paso a paso. «Descubrí que los nilños tienen la mente abierta. Somos los adultos los que tenemos problemas en aceptar la diversidad sexual». Foto de Toni Pires. Usada con autorización.

La colombiana Alanis Bello dice que tuvo que pelear para tener su empleo en la Universidad Pedagógica Nacional. «Mi nombre de nacimiento es Jason”, dice. “No quería cambiar mis documentos». Sus alumnos esperaban un hombre como maestro. «Me encanta animar la curiosidad de los alumnos”, dice Alanis, que es socióloga. “Llegué a la universidad con tacos altos, muy maquillada, muy drag. Se les cayó la quijada de asombro”, ríe. Poco a poco construyó una red de alianzas con alumnos, maestros y otros sectores de la institución. Alanis explica que enseñar desde una perspectiva travesti es curativo. «Es pedagogía curativa y poética pues trata de reparar las heridas del odio, rabia y discriminación por el que pasa todo el que tiene un cuerpo, no solamente los transgénero».

Dice que esto ha generado cambios. «Estoy ayudando a capacitar a futuros educadores que piensan en la educación de manera diferente, que se cuestionan y se dejan conmover por la magia del transvestismo».

Laura Morales, alumna de Alanis, dice que la experiencia de tener una profe transgénero fue impactante para su manera de pensar y sentir. «Fue maravilloso”, dice. “Cuando llegas a un lugar como una universidad y conoces personas con quienes te conectas por su humanidad y no por su género… y cuya apariencia te hace decirte: «bueno, es llamativa físicamente, pero es su sonrisa, su ser, su intelecto es lo más adorable. Ya no la ves en términos de género, sino como ser humano. Ha sido fundamental porque aprendí que no hay solamente dos opciones, sino mil maneras de ver, pensar y sentir».

Este informe fue financiado por el Centro de Periodismo Europeo.

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