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Sobre arte contemporáneo en los Balcanes: Entrevista con Jon Blackwood

Categorías: Europa Central y del Este, Europa Occidental, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Kosovo, Macedonia, Montenegro, Reino Unido, Serbia, Arte y cultura, Educación, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Periodismo y medios, Política

Igor Toshevski, Territory [1], Plostad Makedonija, Skopie, 2009. Derechos reservados del artista.

Jon Blackwood [2] es conservador de arte contemporáneo, escritor y conferencista en la Escuela de Arte Gray de la Universidad Robert Gordon, en Aberdeen, Escocia. Divide su tiempo entre Escocia y los Balcanes, investiga arte contemporáneo en el espacio de la ex-Yugoslavia, en particular Macedonia y Bosnia y Herzegovina [3]. Su libro Critical Art in Contemporary Macedonia [4] [Arte crítico en la Macedonia contemporánea] (2016) es el primer estudio en profundidad de la escena alternativa contemporánea de Macedonia en inglés.

En su entrevista con Global Voices, Blackwood explica su misión como investigador artístico y sus esfuerzos por unir las diferentes partes de Europa al desafiar los estereotipos sobre la región balcánica:

Filip Stojanovski (FS): ¿Cómo percibe el mundo del arte «occidental» el arte exyugoslavo, o el más amplio mundo del arte balcánico?

Jon Blackwood. Foto de cortesía.

Jon Blackwood (JB): Es difícil dar una respuesta definitiva para esto. No creo que los viejos binarios «occidental» y «oriental» sean útiles, pues a medida que el período de la Guerra Fría se aleja en la historia estos binarios significan menos y menos. Probablemente una distinción más útil sería la de «Unión Europea» y «resto de Europa».

Hay pequeños y muy dedicados grupos de expertos de Escocia, Inglaterra, Francia, Alemania, Austria y Norteamérica que están muy activos en la región de lo que fuera Yugoslavia en el campo de cultura visual. Más allá de eso, me temo que todavía hay mucha incomprensión e ignorancia en general.

En términos del mundo artístico, el interés ha crecido un poco en los últimos años. Empecé a trabajar intensivamente en la historia de Yugoslavia, y en el mundo del arte contemporáneo después de Yugoslavia allá por 2006, simplemente porque me sentí estimulado por lo que vi, e igualmente desconcertado por la casi completa falta de material en inglés disponible. Esto ha empezado a cambiar de forma decisiva en la última década.

Por ejemplo, en los últimos dos o tres años, la [Galería] Tate ha establecido un Comité de Adquisición de Rusia y Europa del Este, y está empezando a exponer frecuentemente nombres como Braco Dimitrijević, de Bosnia Herzegovina, y Sanja Iveković, de Croacia, en sus exposiciones permanentes. La extraordinaria muestra contemporánea de arquitectura yugoslava del MoMA también manifiesta que ahora prestan atención a la región. Hay más jugadores, como calvert22 en Londres y Nottingham Contemporary en las Tierras Medias Orientales, que continúan el antiguo aunque esporádico interés del Reino Unido en el arte yugoslavo, que empezó a principios del siglo XX con el trabajo de Ivan Meštrović [5].

FS: ¿A qué dificultades se enfrenta como investigador que no vive en los Balcanes y necesita la información en inglés?

 JB: Los sitios web en inglés como Global Voices [6], Meta.mk [7] y Balkanist [8], además de periodistas independientes como Vladimir Petreski [9] en Twitter, son fundamentales para investigadores como yo en la región de los Balcanes. Solo algunos periódicos internacionales ofrecieron una cobertura seria de las personalidades políticas y diplomáticas que participaron en las protestas y la agitación políticas de Macedonia entre 2015 y 2017.

Tan solo en situaciones de extrema crisis, como la de Kosovo [10], entre 1999 y 2001, se informa con seriedad acerca de Macedonia. También estoy convencido de que la cobertura periodística en nuestros periódicos se debe a la mayor intervención diplomática de Estados Unidos y la Unión Europea para resolver el estancamiento político que hubo entre 2016 y 2017, y en el interés de las terribles condiciones que encontraron tantos migrantes en su paso por Macedonia, más que en un verdadero interés en los asuntos internos del país.

FS: ¿Cuáles son los principales hallazgos de su investigación en la escena de la ex-Yugoslavia?

JB: Supongo que la gran sorpresa para mí cuando empecé a trabajar en la región es la aún vigente existencia cultural de Yugoslavia en ciertos niveles, aunque hace ya tiempo que se le puso fin política y legalmente. A principios de los 2000, había todavía cierta sensación de un espacio cultural yugoslavo: la gente en Skopie estaba interesada en novelas publicadas en Liubliana, y los artistas en Split y Dubrovnik querían saber qué estaba pasando en Novi Sad. En 2018, me temo que este ya no es tanto el caso.

En Macedonia, el sistema de financiación cultural y la infraestructura de la cultura ha cambiado muy poco con respecto a la de los tiempos de Yugoslavia, solo que sobrevive con un 2 % del dinero con que contaba en 1991. En las partes de la antigua Yugoslavia aún fuera de la Unión Europea, tengo la sensación de que las instituciones, aunque existen, han dejado de cumplir (salvo algunas excepciones) las funciones para las que fueron establecidas.

El resultado es que los artistas tienen que establecer sus propias infraestructuras y ecosistemas culturales en respuesta al fracaso de estas instituciones para intentar hacerlo funcionar así. También es verdad que Belgrado tiene una creciente escena artística que se organiza y subsiste a base de fondos públicos mínimos, además de las becas de fondos culturales internacionales más grandes y algunas embajadas.

Agresión Obsesivo Posesiva (OPA), ContraContraBeacon, 2016. Derechos reservados: Artistas. Se utilizó el código Morse, con una luz colocada en el techo de la Galería de Arte Contemporáneo de Skopie para enviar un subliminal mensaje político durante tiempos de crisis de estancamiento político en Macedonia.

FS: ¿Cuáles son las mayores prioridades para facilitar el desarrollo del arte en la región?

 JB: Creo que el mayor problema en las diferentes repúblicas de la ex-Yugoslavia es la pérdida de un público interesado. El público de arte contemporáneo ha desaparecido a través de los sucesivos procesos del conflicto, la pobreza, la destrucción de las condiciones laborales —y de la clase trabajadora y media—, una pronunciada reducción de los estándares educativos, la polarización económica, la migración y el exilio, y las políticas de nacionalismo étnico que van contra el intelecto y la historia. Cuando tantos ciudadanos deben enfocar casi todos sus esfuerzos solamente en sobrevivir, no sorprende que la gente haya perdido el hábito de ir a galerías de arte, o de interesarse por otras manifestaciones culturales como el teatro, la danza, o el ballet.

En cualquier caso, el artista contemporáneo, sea de donde sea, está obligado a ser un nómada. Los artistas de alto perfil pueden trabajar en un proyecto en el extranjero y seguir ligados a las comunidades en las que crecieron. Hay ejemplos a lo largo del territorio de la antigua Yugoslavia y así, los artistas trabajan de la misma manera que sus compañeros de todo el globo.

No obstante, esta es una minoría muy pequeña de artistas en activo: la mayoría está obligada a aceptar un trabajo no artístico poco después de graduarse de la Academia, y crear sus proyectos en el tiempo que les quede libre, o rendirse por completo dada la falta de oportunidades. Ante la falta de un mercado doméstico funcional, es más importante que nunca que los jóvenes graduados de los Balcanes no pertenecientes a la Unión Europea estén todo lo preparados que puedan para la idea de unos mercados —de la Unión Europea y del resto del mundo— que difieren entre sí, y cómo acceder a ellos de forma eficiente.

Si los futuros gobiernos de la región desean alentar y animar a artistas más jóvenes, sería un gran paso un pequeño fondo económico que les permita viajar para presentar una exposición internacional, o hacer un pequeño viaje de estudios relevante para su labor. Poco dinero invertido en una iniciativa así podría producir grandes resultados en los años que vendrán por parte de los jóvenes cuyo talento para el arte podría perderse por completo. El turismo cultural se está convirtiendo en un negocio multimillonario en Europa, pero nunca prosperar´sin raíces sanas y una infraestructura cultural.

FS: ¿Cómo ha sido recibido su trabajo en las diferentes partes de Europa que ha estado cubriendo?

 JB: La gente como yo debe saber cuán delicada es la posición en la que estamos, en los países de la ex-Yugoslavia. En mi caso, al principio, no hablaba ninguna lengua local, ni sabía mucho más allá de información general sobre el territorio en el que había decidido entrar; revertir esto llevó tiempo, esfuerzo y mucha participación. Muchos están cansados de personas como yo que entran en países como Bosnia, Serbia, o Macedonia, que prometen el mundo y luego desaparecen, sin hacer mucho más que escribir una línea más en su currículum. Así que, inicialmente, sospechaban de mis motivos, irónica motivación, supongo.

La respuesta al trabajo completado ha sido ampliamente favorable. Mi trabajo se ha basado en su mayoría en discusión y contacto personal, con trabajo de archivo y biblioteca cuando era apropiado. Mi libro Critical Art in Contemporary Macedonia [11], publicado en 2016, ha atraído muchos comentarios informales, muchos muy positivos. Ciertamente, están siempre las cuestiones de todos los artistas y conservadores de arte con los que uno elige trabajar y hablar al respecto, pero eso es algo que se espera de un proyecto como este.

Supongo que el mayor placer que he tenido está en poder mostrar el trabajo de artistas contemporáneos de la región de Escocia. Supervisé un evento de arte contemporáneo en video desde Macedonia en la Escuela de Arte de Gray, donde ahora trabajo, y luego otro de seis mujeres bosnias, artistas de video, en Perth, en 2017.

Jon Blackwood (fila del fondo, segundo por la izquierda) con los artistas macedonios que participaron en la exposición «Captured State» (Estado Capturado) en Summerhall, Edimburgo, en 2017, con Richard Demarco, fundador de Summerhall.

En 2018, los ojos ya están saturados en este mundo tan increíblemente visual, y los artistas y conservadores tienen que luchar más que nunca para mantener la atención del público. Presentar artistas como Igor Toshevski [12], OPA [13], Ephemerki [14] y Verica Kovacevska [15] a un público de Edimburgo por primera vez fue una gran experiencia, y ha avivado el interés del público de la región, en general.

Esta fue la exposición Captured State en Summerhall, en Edimburgo [16] y voy a trabajar con el mismo espacio en otra exposición, esta vez de Bosnia Herzegovina, en 2020; estamos aún empezando.

[17]

Jon Blackwood retratado en el Centro Cultural Marko Cepenkov Cultural Centre, en Prilep, con el fresco de Borko Lazeski National Liberation Struggle (Lucha de la Liberación Nacional). Este fresco se completó entre 1990-91, y es una réplica del trabajo perdido en la estación de ferrocarril de Skopie durante el trágico terremoto del 26 de julio de 1963 [18].

Supongo que 2019 será un año muy bueno para mi trabajo con respecto al arte macedonio, pues muchos proyectos en los que he estado trabajando un tiempo dará sus frutos. Sacaré un libro en inglés que sirva de introducción al legendario modernista y pintor de fresco macedonio Borko Lazeski (1917-1993), uno de mis héroes artísticos de la región. Con la ayuda del Fondo de Investigación de Desafíos Globales del Consejo Escocés de Financiación, he pasado dos maravillosos veranos investigando su trabajo, y espero hacerle justicia en el texto que escribiré, y ayudar a elevar la figura de Borko al nivel internacional que sus inspiradores dibujos, frescos y cuadros merecen.

A mediados de 2019 prepararé una exposición de tres jóvenes artistas macedonios en Aberdeen, como parte de un nuevo programa de intercambio entre Macedonia y Escocia [19]. Espero ofrecer a los jóvenes conservadores de arte en Macedonia la oportunidad de trabajar con tres jóvenes artistas escoceses más adelante ese año, en Skopie. Estoy realmente emocionado ahora que estos proyectos están a punto de florecer.