La marca singular de análisis histórico del presidente estadounidense Donald Trump –ya sea cuando se refiere a acontecimientos ocurridos en la víspera o hace décadas– se suele entender como parte de su apelación a la posverdad a la base política que apoyó su campaña electoral de 2016.
Sin importar a quién trataba de impresionar a inicios de 2019 con su interpretación completamente inexacta de la invasión soviética de Afganistán, sus palabras generaron indignación en Afganistán.
En 1978, las facciones comunistas de Khalq y Parcham, con respaldo soviético, dieron un golpe en Afganistán, asesinaron al entonces presidente Sardar Daud Khan y masacraron a su familia.
Se le cambió el nombre al país a República Democrática de Afganistán. El golpe puso en movimiento un ciclo de violencia del que se puede decir que Afganistán nunca se recuperó.
Sin embargo, Trump tiene una postura diferente. El 2 de enero, en una reunión de gabiente, describió así la invasión:
Russia used to be the Soviet Union. Afghanistan made it Russia, because they went bankrupt fighting in Afghanistan. Russia. … The reason Russia was in Afghanistan was because terrorists were going into Russia. (The Soviet Union) was right to be there. The problem is, it was a tough fight. And literally they went bankrupt; they went into being called Russia again, as opposed to the Soviet Union. You know, a lot of these places you’re reading about now are no longer part of Russia, because of Afghanistan.
Rusia era la Unión Soviética. Afganistán la hizo Rusia, porque quedaron en bancarrota tras pelear en Afganistán. Rusia. … La razón por la que Rusia estuvo en Afganistán fue porque los terroristas iban a Rusia. (La Unión Soviética) tenía razón de estar ahí. El problema es que fue una dura pelea. Y literalmente quedaron en bancarrota; volvieron a llamarse Rusia, a diferencia de la Unión Soviética. Muchos lugares sobre los que leen ahora ya no son parte de Rusia, debido a Afganistán.
La afirmación generó respuestas mordaces del presidente afgano, Ashraf Ghani, del ministro de Asuntos Exteriores, Salahuddin Rabbani, y del exjefe de inteligencia nacional Rahmatullah Nabil, y varias réplicas informadas de embajadores afganos.
Uno de los mejores comentarios fue de Waheed Omar, el embajador afgano en Italia, que brindó una breve historia de interferencia extranjera en Afganistán a través del Interservicio de Inteligencia de Pakistán (ISI), institución a la que muchos afganos culpan por el surgimiento y presencia continua del Talibán.
No, we didn't send terrorists to USSR in 79. USSR invaded us. US funded ISI to give them a bloody nose. Then ISI helped terrorists to attack US. Then US invaded us to kill them. Now, Russia is in bed with ISI to give US a bloody nose. We're caught in the middle. End of story.
— Waheed Omer (@Waheed_Omer) January 3, 2019
No, no enviamos terroristas a la URSS en 1979. La URSS nos invadió. Estados Unidos financió al Interservicio de Inteligencia para que los derrotara. Luego, el Interservicio de Inteligencia ayudó a los terroristas a atacar a Estados Unidos. Luego, Estados Unidos nos invadió para matarlos. Ahora, Rusia está al lado del Interservicio de Inteligencia para derrotar a Estados Unidos. Estamos atrapados en el medio. Fin de la historia.
Desastre del comunismo de Afganistán
Afganistán ha tenido varios invasiones a lo largo de su historia. La más reciente fue la invasión de las fuerzas lideradas por Estados Unidos en 2001, cuyo retiro comlpeto quiere ahora Trump.
En un artículo para Mangal Media, Mohammed Harun Arsalai, cofundador de Documenting Afghanistan, explicó por qué la expansión del comunismo soviético en Afganistán significó tal vez la más cataclísmica de todas las intervenciones extranjeras en el país.
Once these (communist) factions were in control they began summarily killing just about anyone they remotely suspected of being in opposition. Going to the Masjid too often was enough for them. They were also killing each other. The mass, violent repression and extrajudicial killings that the communists were carrying out pushed Islamic groups in Afghanistan into militancy. But it wasn’t until the wanton killings starting in 1978 that the Mujahideen went from being an underground resistance movement to a popular resistance movement.
Cuando estas facciones (comunistas) estuvieron en control, empezaron a matar sumariamente casi a todo aquel de quien se sospechara remotamente que se oponía. Que fueran a la mezquita con mucha frecuencia era suficiente. También se mataban entre ellos. La represión masiva y violenta, y las muertes extrajudiciales que los comunistas llevaban a cabo llevaron a los grupos islámicos en Afganistán a la militancia. Pero recién fue cuando empezaron las matanzas excesivas empezaron en 1978 que los muyahidines pasaron de ser un movimiento clandestino de resistencia a un e movimiento de resistencia popular.
En diciembre de 1979, el círculo interior del Politburó soviético, ante del temor de la posible deslealtad del entonces presidente Hafizullah Amin, decidió invadir Afganistán. Tras una semana de fuerte lucha, los soviéticos mataron a Amin, tomaron el poder en Afganistán, e instalaron a Babrak Karmal como el nuevo líder de la República Democrática de Afganistán, con respaldo soviético. Luego, Karmal renunció en 1986. Para ese momento, ya habían muerto más de un millón de afganos y se estimaba que más de seis millones habían sido desplazados por las luchas.
Finalmente, en 1988, la República Democrática de Afganistán, la URSS, Estados Unidos y Pakistán suscribieron acuerdos para poner fin a la guerra en Afganistán, y empezó el retiro de las tropas soviéticas. En 1989, todas las tropas soviéticas se retiraron de Afganistán, con lo que concedieron la derrota de manera efectiva.
La declaración del presidente Trump, de que la «razón por la que Rusia estaba en Afganistán fue porque los terroristas iban a entrar a Rusia» simplemente es equivocada.
En 1980, el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan –a quien Trump usa como referencia con quien medirse– calificó la invasión como una amenaza extremadamente grave a la paz, dada la amenaza de una mayor expansión soviética en la región.
El embajador de Afganistán en Sri Lanka, M. Ashraf Haidari, dijo de los comentarios de Trump que «ni siquiera Rusia» apoyaría esta interpretación izquierdista de la invasión.
El caos que desencadenó la invasión soviética –y el flujo de armas de Moscú y Occidente en el país– sentó las bases de décadas de violencia y la llegada al poder del Talibán en 1996.
Anyone who has followed the history of Afghanistan knows @realDonaldTrump got the causality exactly backwards–we have terrorism because of the Communist coup and the Soviet invasion.
— Francis Fukuyama (@FukuyamaFrancis) 3 de enero de 2019
Todo aquel que haya seguido la historia de Afhanistán sabe que Donald Trump entendió la causalidad exactamente al revés -tenemos terrorismos por el golpe comunista y la invasión soviética.
…and partially because the U.S. felt no responsibility for a clean-up effort – caring little for where the tremendous amount of guns and money (and the steroids of ideology) it had pumped in to defeat the Soviets went after that defeat… https://t.co/MUgDucSryk
— Mujib Mashal (@MujMash) January 4, 2019
Todo aquel que haya seguido la historia de Afhanistán sabe que Donald Trump entendió la causalidad exactamente al revés -tenemos terrorismos por el golpe comunista y la invasión soviética.
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…y parcialmente porque Estados Unidos no asumió responsabilidad por una iniciativa de limpieza – la importó poco a dónde fue la enorme cantidad de armas y dinero (y los esteroides de la ideología) que metió para derrotar a los soviéticos después de esa derrota…
De otro lado, el legado de la propia invasión estadounidense a Afganistán es un signo de interrogación gigante y desolador.
El conflicto se ha vuelto más complicado e intenso mientras la insurgencia talibán crece en fuerza y los combatientes leales a ISIS de nombre han aumentado los ataques contra objetivos civiles en paralelo.
Desde que los ataques aéreos empezaron en octubre de 2001, Afganistán nunca ha sido más inseguro que ahora.
Dieciocho años, miles de billones de dólares y miles de vidas más tarde, el Gobierno de Estados Unidos se apresura ahora a dejar una guerra que no puede ganar, mientras Trump se jacta a lo grande.