Tras muerte de adolescente desarmado en supermercado, internautas cuentan historias sobre cómo es crecer siendo negro en Brasil

El guardia de seguridad continuó reteniendo a Pedro aún después de que perdió el conocimiento. La imagen es una captura de pantalla de un vídeo de autoría desconocida, ampliamente difundido en Brasil. Publicado por Poder360.

En un video de dos minutos de duración, ampliamente difundido en línea, se puede ver a Pedro Henrique Gonzaga, de 19 años, boca abajo en el suelo de un supermercado en Río de Janeiro, Brasil, con las manos inmóviles mientras el guardia de seguridad Davi Amâncio está encima de él y lo agarra por el cuello.

Un transeúnte grita: «Sus manos están flácidas»; otro dice: «Está inconsciente». Pero el guardia se niega a soltarlo. Un hombre se acerca a quien filmaba la escena y pregunta: «¿Por qué estás grabando esto? ¿Eres de la policía? No puedes grabar en el interior». Una mujer grita que Pedro no hizo nada, y el guardia le reprocha: «¡Estás mintiendo!».

Fue el jueves, 14 de febrero. Pedro fue trasladado al hospital y declarado muerto por paro cardíaco menos de una hora después.

La dirección del supermercado publicó una nota que decía que Pedro había intentado robar el arma de Amâncio. Las imágenes de las cámaras de seguridad muestran a Pedro hablando con él y que cae al suelo dos veces antes ser sujetado.

Guardias de seguridad blancos asfixian a un joven negro hasta matarlo en supermercado de zona privilegiada de Río de Janeiro, Brasil.

Amâncio fue arrestado en el lugar, pero fue puesto en libertad bajo fianza poco después. Aún no ha sido acusado penalmente. El jefe de policía que está investigando el caso dijo a la prensa que Amâncio «reaccionó en defensa propia, de forma exagerada».

Familiares de Pedro, que estaban en la tienda cuando lo mataron, dijeron a la policía que iban a llevar a Pedro a una clínica de rehabilitación por su adicción a las drogas y que habían parado a comprar provisiones.

La muerte de un joven negro desarmado a manos de un agente de seguridad ha tocado de cerca a mucha gente en Brasil.

Un tercio de los 60 000 homicidios registrados cada año en el país sudamericano son de hombres negros menores de 20 años. Cada 23 minutos, matan a un hombre negro. Muchos crecen acostumbrados a que las autoridades o la sociedad, en general, los confundan con criminales.

Fioti, famoso rapero y empresario de Brasil, recordó en Twitter la primera vez que lo detuvo la policía:

La primera vez que me detuvieron y me registraron tenía 11 años. Asombrosamente, iba al centro comercial con mi hermano; íbamos al cine. En la parada del autobús, delante de todo el mundo, la policía nos hizo levantar la camiseta y nos apuntó con su arma. Pensé que iba a morir, esta fue solo la primera vez.

El activista Rene Silva recordó casos pasados de niños y adolescentes negros asesinados que fueron retratados como delicuentes en las redes sociales.

No sé si se acuerdan, pero cuando Eduardo murió aquí en el Complexo do Alemão, intentaron por todos los medios incriminar a un niño de 10 años, que estaba con un teléfono móvil en la puerta de su casa. Incluso apareció una foto de un niño con un arma y la gente dijo que era él.

No sé si se acuerdan, pero cuando Eduardo murió aquí en el Complexo do Alemão, intentaron por todos los medios incriminar a un niño de 10 años, que estaba con un teléfono móvil en la puerta de su casa. Incluso apareció una foto de un niño con un arma y la gente dijo que era él.
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De María Eduarda, que murió DENTRO DE LA ESCUELA mientras estaba en la clase de educación física, la gente inventó que andaba en moto con tipos con fusiles. Siempre es la misma historia. Tratan de incriminarnos de cualquier forma.

En abril de 2015, a Eduardo de Jesús, de 10 años, lo mató un oficial de policía que no fue acusado. Los investigadores concluyeron que actuó en defensa propia, en reacción a los disparos de un tirador no identificado, lo que contradice los relatos de testigos presenciales que dicen que no hubo disparos.

Maria Eduarda da Conceição, 13 años, murió por tres disparos en marzo de 2017 en el patio de su escuela durante un tiroteo entre la policía y miembros de una banda de narcotraficantes. Un oficial de policía fue acusado de asesinato.

En un hilo de Twitter, la cantante MC Carol contó sus primeras experiencias con el racismo. Después de ganar un concurso en la escuela, se le otorgó el papel de «novia» en la Natividad de San Juan Bautista, celebración tradicional en Brasil, pero fue rechazada por su pareja, un chico blanco que dice no quiso bailar con ella. Carol dijo que creció temiendo a los blancos.

Ese fue uno de mis primeros contactos con el racismo. En verdad, el primero fue el PRIMER DÍA DE ESCUELA. El primer día, unas niñas blancas me encerraron en el baño. (Ya publiqué sobre eso y se cuestionó que me acordase a pesar de ser tan pequeña, debe ser porque cuando duele mucho, marca)

El escritor Ale Santos, que se hizo conocido en Twitter por sus hilos sobre la historia de Brasil, resumió lo que representa la muerte de Pedro Gonzaga:

El racismo brasileño es un crimen perfecto: crea las condiciones para esparcir violencia, y en vez de curar, la sociedad prefiere exterminar a los jóvenes que coinciden con la descripción racista de un bandido.

Es un verdadero genocidio corroborado por las estadísticas.

Tres días después de la muerte de Pedro, estallaron protestas en cinco grandes ciudades de Brasil con la pancarta «las vidas negras importan», traducción directa al portugués del «black lives matter», movimiento nacido en Estados Unidos en 2014 que ha ganado fuerza en los últimos años en Brasil.

Como contó a The Guardian Lyz Ramos, estudiante de 19 años: «Tenemos que posicionarnos contra esto para seguir vivos. Es un tema básico».

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