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Multa por «traficar versos» en Bogotá movió redes a defender la poesía en espacios públicos

Categorías: Latinoamérica, Colombia, Activismo digital, Arte y cultura, Gobernabilidad
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«Jesús Espicasa en su laboratorio poético callejero», fotografía Vladimir Diana, compartida en su blog Ce Caudata. Usada con permiso.

La multa a un poeta callejero por vender sus poemas en la vía pública encendió la chispa del debate en Colombia sobre el papel de la poesía y las artes en la vida cotidiana. La historia comenzó en Usaquén, una localidad al norte de la capital el pasado 10 de marzo durante una feria artesanal.

Jesús Espicasa se había instalado allí con su vieja máquina de escribir para teclear poemas suyos y ofrecerlos a los visitantes a cambio de una ayuda voluntaria. Funcionarios de la alcaldía y vigilantes, por su parte, estimaron que Espicasa «invadía el espacio público» y le pidieron que se fuera. El poeta se negó, el administrador de la feria llamó a la policía, y el incidente cerró con Espicasa en un centro policial de las cercanías multado [2] por el equivalente a 260 USD, la penalización más alta [3] en el Código de Policía [4].

Cuando se preguntó cuál era el delito de Espicasa, uno de los agentes respondió burlonamente que era «traficante de poemas» [5].

El incidente llegó a la columna de opinión del escritor William Ospina [6] en el diario El Espactador, otros medios le hicieron eco y de ahí saltó a las redes días después. El debate fue mucho más allá del incidente, no obstante. No solamente se condenó la multa, sino que se abrió la reflexión sobre el rechazo de las autoridades contra los artistas, en especial los artistas de calle.

En una entrevista para RCN radio, Espicasa explicó [3] que ni era la primera vez que ocurría algo por el estilo, ni ha sido él el único que ha pasado por ese tipo de situaciones: «la institución pública desplaza [a los artistas] hacia las calles y después los trata como criminales», explicó.

Para William Ospina [7] lo que ocurrió habla mucho de cómo las instituciones ven el espacio público y a los artistas en ellos. Ospina considera que la multa debe retirarse y que a Espicasa se le debe una disculpa:

No solo merecen un espacio en la ciudad, merecen un homenaje de la ciudadanía y de las autoridades [pero] nuestra barbarie autoritaria les pone multas y los declara criminales. ¡En un país lleno de criminalidad verdadera y devorado por la corrupción! […]¿Por qué aquí les ha dado por llamar espacio público a un espacio del que cada vez más quieren expulsar a los ciudadanos, un espacio que privatizan cuando quieren de mil maneras distintas, donde la libertad está cada vez más restringida y donde expresiones como la música y la poesía terminan siendo tratados como delitos?

#PoesíaALaCalle

Las redes se lanzaron a la defensa del poeta. Usuarios como el abogado y criminólogo Daniel Mendoza señalaron el hecho como un modo de silenciar la conciencia colectiva:

Al mismo tiempo, y por iniciativa de la periodista Yolanda Ruiz Ceballos, se lanzó el hashtag #PoesiaALaCalle [10], a través del que muchas personas han compartido poemas y han expresado su apoyo a Espicasa. En el video, Ruiz Ceballos resumió lo que ocurrió y leyó el principio del poema Fin y principio [11], de la poeta polaca Wisława Szymborska [12]: