Violencia aparece sigilosamente en bromas, estereotipos y mentiras – y nos toma por sorpresa

Mitchel Esajas from Black Archives talks to the police

Mitchel Esajas, codirector de Black Archives, organización de los Países Bajos, discute con la policía de camino a Den Helder, en noviembre de 2018. A pesar de tener la autorización para manifestar pacíficamente por un festejo inclusivo de Sinterklaas, detuvieron a nuestro grupo que apenas había salido a unos cuantos kilómetros de Ámsterdam. Al final, se fueron. Fotografía tomada por la autora. Usada con autorización.

Nota de la autora: Este artículo estuvo como borrador durante meses. Tal vez hoy, 19 de marzo de 2019, no parezca el mejor día para publicarlo. No obstante, ahora escucho el discurso racista, xenofóbico e islamofóbico de los políticos holandeses tras los acontcimientos recientes. El poder no tiene que ser agresividad. Pero me temo que ya está aquí, en el «tolerante» Países Bajos.

Estimados holandeses:

Hace más de cien años, algo instó a mis bisabuelos escapar con sus hijos del este de Europa hacia Estados Unidos. Unas décadas más tarde, ningún rastro quedaba de las comunidades judías de las que escaparon, excepto el recuerdo. La mayoría quedó destruida en su totalidad, quemada hasta los cimientos o eliminada de los mapas. Ya conocen la historia. Los Países Bajos sufrieron también. Los judíos holandeses fueron víctimas de secuestro, tortura y asesinato. Aquí mataron a las personas: murieron por inanición y tortura.

A menudo me pregunto qué habría sido diferente si Europa hubiese prestado atención a la advertencia del escape de los judíos a otros tierras. ¿Cómo sería ese mundo? La violencia que las minorías vulnerables experimentan nos alcanzaría a la larga a todos también: el bienintencionado, el callado, el cómodo.

La violencia aparece sigilosamente en bromas, estereotipos y mentiras. Nos toma por sorpresa. La violencia contra los judíos en Europa no surgió de la nada. Se originó con acusaciones falsas, con chivos expiatorios y actos de violencia personales. La violencia masiva requirió de varias décadas de preparación.

«Si deseas entender a los Países Bajos, observa quién tiene derecho de protestar. Los nazis, Pegida [grupo político de derecha alemán]… En lugar de bloquear a los nazis, bloquean a las personas que luchan por sociedades inclusivas. Recibimos amenazas de violencia de parte de la derecha y la policía cancela nuestra marcha para permitir la de los nazis. Les ofrecen todo el escenario”, Naomi Pieter.

Vivo actualmente en Europa, en un país que amo, entre personas que admiro. Estoy segura de que mis abuelos se retuercen en sus tumbas. Los puedo escuchar cuestionarme por qué habría de regresar a una tierra que asocian con violencia. También siento cómo su angustia y temor se avivan dentro de mí. Algunos días me atemoriza usar mi estrella de David, pero lo hago de todas maneras. No deseo ser invisible. Siendo honesta, me atemoriza más vestir una camiseta que tenga escrita la leyenda #BlackLivesMatter [Las vidas negras importan] o Zwarte Piet is Racisme [Negro Pete es racismo]. Esa es la verdad, a pesar de estar de acuerdo con ambas opiniones.

Gráfica proveniente de la página de Facebook de Zwarte Piet is Racisme.

No obstante, todos los días, las personas negras o de piel oscura salen a la calle con su propia piel. No pueden evadir la violencia racista simplemente por quitarse una sudadera u ocultase su identidad bajo el cuello de una camisa.

Y son víctimas de la violencia. Esta proviene de personas y autoridades. Lo he presenciado. Tú también. Asistí recientemente a una manifestación para protestar contra las personas que se pintan la cara de negro. Abordé un autobús con aproximadamente otras 15 personas. Nos dirigimos hacia Den Helder. Mitchell Esajas de Black Archives repasó las pautas de la protesta con nosotros. Nos aconsejaron permanecer tranquilos y en calma. No había transcurrido mucho tiempo cuando la policía nos detuvo. Fue decepcionante, mas no indignante. Nos negaron nuestro derecho a manifestar pacíficamente.

En lugar de continuar nuestro viaje hacia Den Helder, nos dirigimos hacia Amstelveen para unirnos a una protesta que se llevaba a cabo allí. Había rabia hacia nosotros, pero nada inesperado o extremo. Pero este no es el caso en otros lugares, donde atacaron a los manifestantes con saludos neonazis, proyectiles, insultos racistas y violencia física.

Cuando escuché que el primer ministro Rutte desestimó a los activistas antiracismo como «extremistas», sentí cómo surgieron los antiguos temores. ¿Cómo es que luchar por una sociedad más inclusiva puede ser considerado extremo? ¿El primer ministro tiene alguna idea de cuántas amenazas de muerte reciben estos activistas? ¿De qué forma amenazan su integridad física? ¿Cómo restringen sus derechos y oportunidades en la sociedad? Si las inquietudes con respecto al racismo en la sociedad se pudieran resolver con programas de entrevistas, entonces no habría necesidad de protestar.

Me pregunto, ¿dónde está la valentía hoy? ¿Dónde está el liderazgo? Lo vi en el lado de los activistas KOZP. No obstante, si las autoridades electas no están dispuestas a proteger los derechos de las minorías vulnerables, ¿qué será de los demás?

Pregunto esto como ciudadana y como nieta de refugiados. Tengo la edad suficiente como para haber crecido en una comunidad de judíos que lidiaron con el holocausto. Hubo supervivientes que no podían dejar de hablar sobre las experiencias que vivieron, incluso alrededor de niños pequeños. Hubo otros que también se encerraron en sí mismos y nunca escaparon del trauma. Algunos encontraron la felicidad y se volvieron productivos. Debido a su influencia, me prometí convertirme en una adulta que fuera valiente, honesta y justa. No siempre he cumplido esa promesa. No obstante, cada día, esa promesa de mi infancia se vuelve más exigente.

Estoy segura de que muchos de ustedes, incluso el primer ministro Rutte, realizaron promesas similares de niños. Se dijeron que serían parte de la resistencia, que defenderían los derechos de los demás, que harían lo que pudieran aunque fuese un acto minúsculo.

No existe mejor momento que hoy para cumplir esa promesa. Puede que piensen que asumir una postura a favor de una tradición del día de San Nicolás más inclusiva es trivial ante un mundo en caos y demás crisis. Sin embargo, si permitimos que el vulnerable entre nosotros prospere en una sociedad inclusiva y accesible, las soluciones a nuestros problemas serán más viables.

Gracias por leer,

Tori

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