Burundi: Si garabateas la fotografía del presidente, vas a la cárcel

El presidente Jacob Zuma visita Burundi el 25 de febrero de 2016. Fotografía de GovernmentZA. Flickr, bajo licencia CC.

Seis estudiantes fueron detenidas el martes 12 de marzo en la provincia de Kirundo, al noreste de Burundi, por haber hecho garabatos a fotografías del presidente Pierre Nkurunzizain en cinco libros de texto. Las estudiantes fueron acusadas de “insultar al jefe de Estado”.

La Federación Nacional de Asociaciones que trabajan por el Bienestar Infantil en Burundi (FENADEB, por sus siglas en francés) denunció que otra estudiante de 13 años había sido puesta en libertad de inmediato por no tener la mayoría de edad, que en ese país es a los 15 años.

Según se supo, tres estudiantes quedaron en libertad provisionalmente el viernes 15 de marzo, pero las tres restantes quedaron bajo custodia. Las muchachas, que tienen entre 15 y 17 años, corren el riesgo de recibir una pena de hasta cinco años de prisión por insultar al presidente en caso de ser declaradas culpables. El periódico Iwacu informó que las familias afectadas están sumamente afligidas.

“Hacer garabatos [sobre la fotografía del presidente] es un delito punible de acuerdo a la ley de este país», según informa Reuters. No obstante, la edad de los infractores podría servir como un «atenuante» en el juicio de las estudiantes.

Tal como lo señaló un docente de manera anónima, los libros de texto no han sido revisados en años y con frecuencia las estudiantes los comparten, por lo que resulta difícil establecer quién hizo los garabatos realmente.

En 2016, luego de la polémica que generó el tercer mandato presidencial, ocurrió un episodio similar cuando estudiantes de secundaria hicieron dibujos en fotos de Nkurunziza. Las autoridades entendieron que se trataba de un insulto grave y expulsaron a cientos de estudiantes de muchas escuelas de todo el país. Once estudiantes fueron acusados de «insultar al jefe de Estado» y «amenazar la seguridad del estado», aunque luego los cargos fueron retirados.

Estas acciones recibieron criticas severas. Zeid Ra'ad Al Hussein, alto comisionado de Naciones Unidas por los Derechos Humanos, emitió un comunicado el 29 de junio de 2016:

I am dismayed by continuing reports of the suspension and arrest of schoolchildren and students for having scribbled on pictures of the president in textbooks.

Estoy consternado por los informes constantes de la suspensión y arresto de alumnos y estudiantes por haber garabateado imágenes del presidente en libros de texto.

Nkurunziza, el «guía supremo eterno»

Pierre Nkurunziza, presidente de Burundi. Fotografía de Eric Miller / Cumbre de África del Fondo Económico Mundial en Ciudad del Cabo que se llevó a cabo entre el 3 y 6 de junio de 2008. Imagen a través de Flickr (CC BY-NC-SA 2.0).

Pierre Nkurunziza ejerce la presidencia de Burundi desde 2005. En 2015, recibió una controvertida nominación por parte de su partido político para ejercer un tercer mandato.

En marzo de 2018, su partido político, el Consejo Nacional para la Defensa de la Democracia – Fuerzas para la Defensa de la Democracia (CNDD-FDD, por sus siglas en francés), lo nombró “guía eterno y supremo”. Evariste Ndayishimiye, secretario general del CNDD-FDD, explicó por qué se le confirió ese título a Nkurunziza:

He is our leader. Therefore in our party… no one is comparable to him. He is our parent; he is the one who advises us. That is why I ask all our members to respect that because a home without the man (its head) can be overlooked by anybody. For us, we have the best.

Es nuestro líder. Por lo tanto, en nuestro partido no existe nadie con quién compararlo. Es nuestro padre; es él quien nos aconseja. Es por eso que le pido a todos nuestros miembros que respeten eso, porque una casa sin el hombre (su jefe) puede ser pasada por alto por cualquiera. Nosotros creemos que contamos con el mejor.

Mientras que en el CNDD-FDD le restaron importancia al título, el estado consolidado bajo el mando de Nkurunziza como «guía supremo eterno» ha hecho que estar en desacuerdo con sus elecciones no resulte nada fácil, como su decisión de cambiar el límite de dos mandatos presidenciales que establece la Constitución de este país. Esto refleja una centralización de poder en Nkurunziza y sus seguidores en el partido gobernante, así como también en las instituciones estatales de control del partido.

Garabatos solidarios

Los internautas han decidido manifestarse mediante la publicación de imágenes garabateadas del presidente Nkurunziza a través de dos etiquetas: #Nkurunziza#Burundi:

Los burundeses en línea están haciendo dibujos como forma de protesta, haciendo garabatos en las imágenes del presidente Nkurunziza en respuesta al arresto de tres estudiantes que fueron detenidas por dibujar sobre la foto del presidente en sus libros de texto.

Estudiantes secundarios en prisión por garabatear un retrato del presidente Nkurunziza.

Si hiciera esto en el Burundi de Nkurunziza, me podrían arrestrar.

Burundi: Gracias a CNN, Jeune Afrique, France 24, RFI Afrique, Africanews, Le Monde y a tantos otros por su solidaridad con las muchachas detenidas por garabatear la foto del presidente Nkurunziza.

El régimen autocrático de Burundi debe saber que la prisión no educa.

En prisión en Burundi por garabatear la foto del presidente.
Empieza en Twitter esta mañana con el Gobierno de Burundi, que defiende su decisión de encarcelar a colegiales por supuestamente garabatear la foto del presidente
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El Gobierno de Burundi encarceló a estudiantes porque supuestamente hicieron garabatos en las fotos del presidente. En solidaridad con ellas, tuiteamos nuestras fotos.

Nos desafiaron a garabatear la foto de nuestro presidente y así lo hice. Tengo la confianza de que aquí no me van a arrestar.

Medidas severas hacia las críticas

A partir de 2015, el Gobierno de Burundi ha mostrado una susceptibilidad mayor a las críticas luego de un golpe de estado fallido, enfrentamientos con grupos de rebeldes, críticas por abusos de derechos, sanciones, dificultades económicas y crisis de refugiados. La financiación del tercer mandato de Nkurunziza no contó con la aprobación de la Unión Europea ni de Naciones Unidas, que exigieron un restablecimiento de la estabilidad antes de las elecciones. Al enfrentarse con todos estos desafíos, se consolidó una «mentalidad de asedio» y las autoridades frenaron con dureza las aparentes amenazas.

El informe especial de mayo de 2018 de Human Rights Watch se encontró con que las fuerzas de seguridad estatales, los servicios de inteligencia y los miembros de la liga de jóvenes del partido gobernante de Burundi, llamados Imbonerakure, llevaron a cabo ataques brutales específicos a ciertos opositores o supuestos opositores, activistas de derechos humanos y periodistas, «asesinaron a unas 1700 personas y llevaron a cabo la desaparición forzada, violación, tortura, golpes, detenciones arbitrarias e intimidaciones de tantas otras».

Esto derivó en una crisis de refugiados que encontró a varios burundeses buscando refugio, especialmente en Tanzania, Ruanda, la República Democrática del Congo y Uganda. Aunque miles han vuelto, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados registró más de 347 000 refugiados burundeses activos de ACNUR en febrero de 2019:

Los disturbios políticos en Burundi tomaron un giro mortal en 2015 después de que el presidente anunciara planes para buscar un tercer mandato. Las protestas en la calle provocaron violentos enfrentamientos, y cientos de miles de personas huyeron a países vecinos en busca de seguridad.

A comienzos de marzo, Burundi cerró la oficina de derechos humano de Naciones Humanos luego de 23 años, con el argumento que ya no era necesaria. El Gobierno estaba enfurecido con Zeid Ra'ad Al Hussein, ex alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, quien  en febrero de 2018 describió al Burundi de Nkurunziza como uno de los «mataderos humanos más prolíficos de los últimos tiempos».

Son comunes los cierres de medios de comunicación, hostigamiento a los opositores, obstaculización del trabajo de las ONG y restricciones en el espacio político de narrativas y discusiones alternativos.

Un ejemplo fue el caso de Germain Rukiki, activista de derechos humanos que documentó actos de tortura llevados a cabo por el régimen de Nkurunziza y que en 2018 fue sentenciado a 32 años en prisión por «participar en un movimiento de insurrección», «poner en peligro la seguridad estatal» y «rebelión». El juicio de Rukiki estuvo plagado de irregularidades y finalizó semanas antes de un polémico referéndum constitucional.

El «caso de los garabatos» también es una muestra del enfoque gubernamental cada vez más conservador y moralista, que incluye matrimonios obligatorios para parejas de hecho en 2017, así como obstáculos para quienes ejercen la prostitución o piden limosnas.

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