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De invitar el té a resistir para vivir

Categorías: Medios ciudadanos, GV Community Blog

Llenando cubos de agua con vecinos en Saná – Yemen 2019

En tiempos de resistencia y conflicto, encontramos historias de búsqueda de las cosas más simples que se vovieron parte de nuestra vida diaria.

Una historia ocurrió con mi vecina cuando me invitó a beber té y conversar. El día en que fui a su casa, ella debía recoger los cilindros de gas de la oficina del gobernador por la crisis de gas. Es difícil conseguirlo y el proceso se hace ahora a través de la oficina del gobernador.

Mi vecina fue a tomar su cilindro de gas. Fui con ella pero luego no pudimos abrir el cilindro de gas para verificar que fuera seguro. Fui a mi casa para llevar el abridor y regresé a casa de mi vecina para abrir el cilindro. Pero no pudimos. Al otro lado de su casa, otro vecino de las dos apacentaba sus ovejas y le pedimos ayuda. Así que llegó y abrió el cilindro: el gas salió con un sonido aterrador, nuestro vecino retrocedió hasta el otro lado, y mi amiga y yo nos asustamos. Al final, todo salió bien.

Tras unos momentos, había un tanque de agua para los necesitados que estaba lleno de agua. Era el turno de mi amiga de llenar sus botellas. Llevó diez botellas, y fuimos a la línea para llenarlas. Todas las mujeres del barrio llenan sus botellas. Mi amiga me pide que la ayude a poner la botella de agua en la cabeza para ir a casa. ¡Fue difícil!

Mientras llenábamos las botellas, llegó otra vecina. Es una mujer mayor, y me pregunta:

«Hijita, ¿estás casada o no?».

«¿Trabajas o qué haces?».

Hablaba de cosas triviales para matar el tiempo mientras llenábamos agua. Llevé sus botellas  casa y me decía que me divirtiera.

Un hombre llenaba agua, llenó dos botellas y luego regresó a casa, regresó con su esposa para llenar el resto. Sentí el cansancio de la mujer mientras cargaba sus botellas de agua en la cabeza.

Llovía y estaba lindo entre el agua, el barro y el clima frío. Después de un rato, mi amiga estaba avergonzada por la demora y la molestia. Se disculpó y me había querido invitar a su casa, para conversar y beber una taza de té y quién sabe qué otra cosa. En cambio, llevamos el cilindro de gas a la casa para examinarlo, luego a la fila para llenar el agua con las mujeres del barrio. Sin embargo, le dije: «Esta es la mejor Invitación que he recibido. Nos ensuciamos entre el barro y el frío, nos asustamos con el gas, llenamos el agua y ayudamos a las mujeres. Me alegra vivir la situación y resistir para vivir”.

Volvimos a casa, riendo por lo ocurrido.

Durante los cuatro años de guerra en Yemen se volvió rutina en la vida yemení: satisfacer las necesidades de la vida diaria para seguir viviendo y buscar esperanza a pesar del deterioro de la situación humanitaria y la reciente propagación del cólera.