Primavera democrática de Sudán se está convirtiendo en un largo y feo verano

Manifestantes cerca del cuartel del Ejército sudanés en Jartum en abril de 2019. Foto de M. Saleh (CC BY-SA 4.0).

Cuando los manifestantes obligaron a Omar al-Bashir a dejar el poder en Sudán en abril de 2019 tras 30 años de gobierno dictatorial, fue algo genuinamente bueno para el mundo. Bashir era buscado en La Haya desde 2008 por genocidio y crímenes de guerra en Darfur, y su salida fue un paso clave hacia un Sudán libre y democrático, y hacia justicia para los habitantes de Darfur.

Pero lo que siguió en Sudán ha sido menos alentador. El Ejército de Sudán ha prometido elecciones, pero no antes de dos años. El Consejo Militar de Transición (TMC), los líderes militares que ahora están a cargo del país, ha incluido a confidentes de Bashir como el teniente general Ahmed Awad Ibn Auf, que presuntamente lideró las masacres de la milicia de Janjawid en Darfur. Muchos observadores de Sudán creen que Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, es quien tiene el mando del TMC, en el que ejerce como vicepresidente. Hemedti no solamente reclutó y dirigió a muchos combatientes Janjawid que reprimieron brutalmente el desacuerdo en Darfur —también lo han acusado de haber reclutado niños soldados de Darfur para luchar en la sangrienta guerra civil de Yemen en nombre de los sauditas.

A pesar de los obvios peligros, los manifestantes a favor de la democracia sudanesa han vuelto a las calles, exigen inmediata transición a un gobierno civil. Sus pedidos han sido recibidos con brutal violencia. El 3 de junio, las fuerzas de seguridad, como las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) —cuyos miembros son veteranos de las milicias Janjawid responsables por las peores masacres de Darfur— mataron a más de cien manifestantes, arrojaron los cuerpos al río Nilo, violaron y robaron a civiles detenidos en puestos de control militares.

A pesar de los terribles acontecimientos, los ciudadanos sudaneses han seguido luchando, y lanzaron una huelga general masiva el domingo 9 de junio.

La lucha por internet

Como la mayoría de conflictos actuales, hay un importante componente de información a la lucha entre activistas y el Ejército sudanés. Las protestas que derrocaron a Bashir y han enfrentado a los militares fueron organizadas por grupos de clase media sudanesa como la Asociación de Profesionales Sudaneses y el Comité Central de Médicos de Sudán con medios sociales, sobre todo Facebook. Desde la masacre del 3 de junio, la internet móvil de Sudán ha estado bloqueada, con lo que se dificultó mucho organizar e informar en línea de condiciones en el terreno. El Gobierno de Sudán ya había bloqueado internet durante 68 días para combatir las protestas que al final llevaron a la salida de Bashir.

Facebook fue una fuerza especialmente significativa que llevó a mujeres a las calles para protestar contra Bashir. Tamerra Griffin informó de varios grupos de mujeres en Facebook que se usaron inicialmente para difundir chismes, pero que se movilizaron para identificar a oficiales de seguridad del Estado abusivos, que a veces fueron acosados y perseguidos en sus propios vecindarios. La presencia de mujeres en los movimientos de protesta y el cántico Zagrounda —ululación de mujeres— se ha vuelto una firma de los levantamientos. Bashir declaró que el Gobierno no se podía cambiar por medio de WhatsApp ni Facebook. Su salida sugiere que los Gobiernos subestiman el poder de redes sociales como herramientas de movilización.

Pero ahora los medios sociales parecen haber sido aprovechados por los militares y por la oposición. Internet no está completamente bloqueada —el Gobierno ha podido mantener su presencia en Facebook, que contiene al menos cuatro páginas controladas por las RSF, que están promocionando la versión de los acontecimientos de los militares veteranos. El activista sudanés Mohamed Suliman está organizando una campaña de petición para pedir a Facebook que retire estas páginas pues promueven la violencia contra manifestantes pacíficos en Sudán.

Además de combatir la propaganda sudanesa en Facebook, los activistas sudaneses dentro del país y en el extranjero están buscando maneras de devolver el acceso a internet a la población general, para que puedan seguir organizando protestas y documentando la violencia del Gobierno. Los activistas están organizando redes para difundir información además de mensajes de texto y llamadas de voz, pero también estoy recibiendo llamadas de amigos sudaneses que se preguntan si se puede usar tecnología como Loon de Google para poner una nube de conectividad sobre Jartum. (La respuesta: quizá. Loon actúa como antena para redes de telecomunicaciones existentes, y a esas redes en en Sudán les han cortado la conectividad. Además, un globo que sobrevuele sobre la ciudad a 20 kilómetros es un blanco muy atractivo para un misil.)

Hasta hace muy poco, los pocos sudaneses con acceso vía ADSL abrían sus redes inalámbricas o daba sus contraseñas a sus amigos y los invitaban a publicar mensajes desde su casa. A inicios de junio, veía informes —no confirmados— que hasta ADSL estaba bloqueado. Puede ser la señal de una nueva fase de la represión.

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Se informa que “Sudani ADSL”, la última ruta disponible de internet, ya no funciona.

Esto completa un anillo oscuro sobre Sudán, pues internet está casi completamente inhabilitado. Esto da a la milicia “Janjaweed” de TMC la suficiente falta de atención de los medios para seguir abusando y matando a Sudán.

La mañana del 10 de junio, Yassir Arman, destacada figura del Movimiento Liberación Popular de Sudán que luchó contra Jartum que llevó a la independencia de Sudán del Sur, fue deportado de Jartum a Juba en un helicóptero militar.

Un helicóptero militar me ha deportado contra mi voluntad de Jartum a Juba. No sabía a dónde me llevaban. Les pregunté muchas veces. Me ataron en un helicóptero junto con el camarada Ismail Khamis Jalab y Mubarak Ardol.

Un importante canal de información desde Sudán en el futuro podrían ser los sudaneses que están en contacto con organizadores en el terreno que se han visto obligados a huir del país e informar desde países vecinos.

A los países se les conoce por sus compañías, y los simpatizantes del gobierno militar tienen muchos recursos: Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos han dado tres mil millones de ayuda a los líderes militares. Dados los estrechos vínculos del gobierno de Trump con los Gobiernos saudita y emiratí —que han extendido en anular al Congreso en la venta de armas a esos regímenes— parece poco probable que una petición a la Casa Blanca para que reconozca a RSF como organización terrorista sea aprobada pronto. Por contraste, la Unión Africana —que tiene un lamentable historial de ignorar los malos comportamientos de los gobernantes militares africanos—  ha suspendido a Sudán después de la represión de comienzos de junio.

Lo que podemos hacer para ayudar

Es difícil saber qué hacer como ciudadano cuando se ve una situación como la de Sudán. Algunas ideas que pueden ser útiles:

1. Presta atención y pide a los demás lo mismo. Todos los Gobiernos, incluidos los militares, están limitados en las acciones que pueden tomar por la percepción pública. Si Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos entienden que las personas están viendo lo que el Ejército sudanés está haciendo podría limitar su voluntad de apoyar un Gobierno manejado en parte por genocidas experimentados. La reportera Yousra Elbagir informa desde el terreno en Jartum y sus tuits son muy útiles. Declan Walsh, jefe de departamento del New York Times, está haciendo un excelente trabajo de informar desde el terreno. Por su parte, Reem Abbas, periodista y bloguero sudanés, publica contenido excelente, sobre todo en árabe. Las síntesis de Al Jazeera sobre el conflicto ha sido excelente, pero me preocupa que el hecho de depender de entrevistas por Skype para cubrir los acontecimientos pueda limitar que su cobertura siga:

2. Con el ánimo de hacer que la gente se interese en lo que está ocurriendo en Sudán, recomiendo el episodio de Hasan Minhaj, algo tonto pero bien intencionado, titulado Acto Patriótico sobre el movimiento por la democracia en Sudán y la violenta reacción del Ejército.

3. Presiona a organizaciones que ayudan a legitimar al gobierno militar. Eso incluye a Facebook, que no debería alojar páginas para las Fuerzas de Apoyo Rápido, o a entidades asociadas con el gobierno militar de transición.

Los dos operadores de telecomunicaciones de Sudán —MTN y Zain— son empresas internacionales que, en teoría, podrían ser presionadas para infringir las exigencias militares que bloquean. Zain es una empresa kuwaití, lo que significa que tiene mucha influencia de Arabia Saudita, pero MTN es una empresa sudafricana y puede ser susceptible a presiones de los accionistas, demandas, etc. La Internet Society ha publicado una declaración que pide el restablecimiento de internet en Sudán. No está claro si será un punto de organización para las protestas para presionar a MTN.

4. Puede ser difícil hace llegar dinero a Sudán. Mientras el gobierno de Trump retiró algunas sanciones financieras a Sudán en 2017, siguen vigente otras sanciones derivadas del conflicto de Darfur. Mis amigos en Sudán me han indicado que Bakri Ali y la asociación de exalumnos de la Universidad de Jartum Estados Unidos, es una asociación exenta del impuesto federal sobre la renta que usa su exoneración para entregar ayuda a los manifestantes a favor de la democracia.

En retrospectiva, puede ser difícil recordar la emoción y el entusiasmo que acompañó la revolución egipcia y luego la Primavera Árabe. Pero recién después de un año de un gobierno democráticamente electo de la Hermandad Musulmana, asumió un gobierno militar. Ahora, el temor es que Sudán pueda pasar directamente de una dictadura a otra —de un invierno árabe a otro sin que intervenga una primavera. Algunos manifestantes sudaneses han estado usando el lema “Victoria o Egipto”, consideran que el regreso a la dictadura es el peor resultado posible. El peor resultado es peor todavía —es la perspectiva de una violencia militar sistemática como en Darfur, sin intervención de la comunidad internacional. Esos mismos ya están al mando, y ya nos estamos haciendo de la vista gorda.

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