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¿Un «Concordato» es un obstáculo para que progrese la educación en Trinidad y Tobago?

Categorías: Caribe, Trinidad y Tobago, Educación, Historia, Juventud, Medios ciudadanos, Política, Religión
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Captura de pantalla del Concordato de 1960, suscrito entre El Vaticano y Trinidad y Tobago en un acuerdo que rige sobre la educación pública en el país.

Hace casi 60 años, el Gobierno de Trinidad y Tobago suscribió el Concordato de 1960 [1] —acuerdo entre el Estado y entidades religiosas que les concede el derecho a determinar su propio currículo en escuelas religiosas. También tienen el derecho de elegir el 20 % de nuevos estudiantes que ingresen a las escuelas religiosas, independientemente de su desempeño en los exámenes anuales de ingreso a secundaria —conocidos ahora como SEA [2].

Los estudiantes que obtienen buenos resultados en estos exámenes a menudo logran entrar a la escuela de su elección basándose encalificaciones con relación a la disponibilidad de espacios. De otro lado, quienes no logran ingresar pueden entrar a buenas escuelas religiosas –a menudo llamadas «escuelas de prestigio»– con la regla del 20 %.

Aunque las escuelas religiosas reciben asistencia gubernamental, pueden extender este trato preferencial a los estudiantes según la afiliación religiosa. Mientras los padres trinbagonienses siguen lamentando la ineficacia [3] de los SEA, el asunto del Concordato va junto [4] a discusiones sobre el progreso de la educación [5] en el país, a casi 60 años de la suscripción del documento.

En 2003, el columnista George Alleyne escribió un editorial [6] que llamó al Concordato un mecanismo de discriminación basado en una «mezcla de religión y privilegio»:

Many children of lower income families were nudged aside in the application of the powers conferred by the state-church arrangement, and those receiving the head start under the Concordat were instead sons and daughters of far better-positioned middle- and upper middle-income families. It was clearly unjust and deprived many a bright schoolchild of a deserved chance at upward mobility. Government should and must move with dispatch to deal with this cruel absurdity of privilege conferred. There must be a rethink of the Concordat, not to see in what way it can be improved, but rather how quickly it can be consigned to the dustbin of history.

Muchos chicos de familias de bajos ingresos fueron dejados de lado en la aplicación de poderes conferidos por el acuerdo entre Estado e Iglesia, y quienes recibieron la ventaja según el Concordato eran hijos de familias mejor posicionadas, de ingresos medios y altos. Era claramente injusto y dejaba a muchos escolares brillantes de una oportunidad merecida de movilización social ascendente. El Gobierno debería moverse con celeridad para lidiar con este cruel absurdo de privilegio concedido. Debe volverse a pensar el Concordato, no para ver qué se puede mejorar, sino qué tan rápido se le puede enviar al basurero de la historia.

En algún momento entre 2006 y 2011 [7], el desaparecido senador independiente John Spence [8]  hizo esta propuesta [9]:

If indeed education is better in denominational schools then we must ensure that government schools are brought up to the best level. In the meanwhile the denominational schools should be allocated at least 50 percent of candidates from the lower end of the SEA [Secondary Entrance Assessment] pass list and such students must be given special attention. I am basing this proposal on the fact that religious denominations are concerned with the good of society as a whole and in particular with helping the disadvantaged and so I am certain this proposal will have [their] full support.

Si ciertamente la educación es mejor en las escuelas religiosas, entonces debemos garantizar que se eleve a las escuelas estatales al mejor nivel. Mientras tanto, a las escuelas religiosas se les debe asignar al menos el 50 % de candidatos del nivel más bajo de la lista de SEA [Evaluación de Ingreso a Secundaria] y que a esos estudiantes se les debe dar atención especial. Baso esta propuesta en el hecho de que las órdenes religiosas están preocupadas por el bienestar de la sociedad en general y en particular con ayudar a los desfavorecidos y estoy seguro de que esta propuesta tendrá [su] total apoyo.

Hasta ahora, no ha sido así. La lista del 20 % aún existe y los padres a menudo la usan como garantía si a sus hijos no les va bien en el examen. Hasta se sabe que algunos padres han cambiado la religión de sus hijos según la escuela religiosa que desean.

Leer más: Examen de ingreso a la escuela secundaria en Trinidad y Tobago: ¿Elitista, divisivo, irrelevante? [3]

La historia del acuerdo

La suscripción del Concordato tuvo lugar antes de la independencia de Trinidad y Tobago. Luego el país obtuvo su independencia [10] de Gran Bretaña el 31 de agosto de 1962, al menos de Eric Williams [11] y su partido político, Movimiento Nacional Popular [12] (PNM).

Williams tenía grandes planes [13] para modernizar el sistema educativo colonial del país, que hasta entonces consistía en «escuelas de misión» [9] con subsidio estatal dirigidas por la junta de cada religión. Hasta entonces, el acceso a la educación habían evadido en gran parte a la clase trabajadora. Los nlños que iban a la escuela eran separados según religión —lo que también significaba que terminaban divididos por líneas étnicas.

Las reformas propuestas [9] de Williams —que incluyen nivelar las condiciones y ampliar el ámbito del currículo— recibieron críticas. Por temor a que la oposición eclesiástica llevara a una derrota similar a la que sufrió su partido en las elecciones federales de 1958 [14], Williams suscribió el acuerdo.

‘Injusticia en el sistema’

Más recientemente, el analista Nigel Henry examinó datos filtrados [15] del examen SEA 2018 y analizó el proceso por el que se ubica a los estudiantes. La revelación periodística –cuya primera parte se publicó el 30 de junio de 2019– reveló las desigualdades inherentes al sistema [16], y puso al Concordato al frente del debate educativo otra vez.

Las escuelas que reciben asistencia estatal por lo general cuestan más de lo que el Estado puede asignar, así que las escuelas también hacen su propia recaudación de fondos. Además de los hijos del personal y los exalumnos, su 20 % puede también incluir niños cuyos padres tiene los medios para sostener a la escuela.

The Sunday Express, el diario que publicó el informe de Henry, escribió un editorial [17] en el que afirmaba que el análisis de los datos filtrados «muestran cómo la anomalía del Concordato de 1960, conocido en la población como el infame '20 %’ presenta injusta en el sistema de colocación»:

[…] As Mr. Henry demonstrated, that 20 percent sometimes mysteriously increases to 21, 25 or 33 percent in Concordat-type assignment of particular students. The Concordat is a common target of criticism and review of it has been repeatedly recommended in reports on the country’s youth population. It appears that Concordat-inspired behaviour has seeped into placements at wholly government-run schools as well.

The problems go even deeper […] A merit point system that uses students’ actual scores to place them in secondary schools is combined with a zoning formula in which scores do not matter […] resulting in sometimes awkward, sometimes arbitrary decisions about the future of tens of thousands of young people and their families.

[…] Como demostró el señor Henry, ese 20 % a veces aumenta misteriosamente a 21, 25 o 33 % en asignación del Concordato a estudiantes en particular. El Concordato es un blanco común de críticas y se han recomendado sus reseñas en informes de la población joven del país. Parece que el comportamiento inspirado en el Concordato se ha filtrado también en niveles de escuelas estatales.

Los problemas van más allá […]. Un sistema de puntos de mérito que usa las calificaciones de los estudianets para colocarlos en escuelas de secundaria con una fórmula zonal en que las calificaciones no importan […] lo que a veces resulta en decisiones a veces torpes, a veces arbitrarias sobre el futuro de decenas de mlles de jóvenes y sus familias.

Leer más: ¿Será Barbados la primera nación caribeña en abolir el examen de ingreso a las escuelas de secundaria? [18]

Lynsley Anderson Doodhai, actual presidente de la Asociación Unificada de Maestros de Trinidad y Tobago [19] (TTUTA), recurrió a Facebook el 2 de julio de 2019 para dejar en claro que su sindicato no había pedido que se derogara el Concordato:

[…] This is not an official position of TTUTA. What I said was that there should be a review to determine the Concordat’s relevance since more than 50 years has elapsed since its signing.

[…] Esta no es una posición oficial de TTUTA. Lo que dije es que debería revisarse para determinar la relevancia del Concordato pues han pasado más de 50 años desde que se suscribió.

Aunque para muchos el acuerdo es anticuado e irrelevante, en Facebook, Sankofa Mfom Tuzinde‎ sugirió [20] que el verdadero problema era menos «el instrumento del Concordato» y más las «prácticas deshonestas y faltas de ética»:

[…] These denominational schools are not the problem. The government need[s] to fix the other schools. […] In the mean time, start to rotate teachers much like how police officers are rotated.

[…] Esas escuelas religiosas no son el problema. El Gobierno debe arreglar las otras escuelas. […] Mientras tanto, empiecen a rotar maestros como rotan los oficiales de policía.

Sin embargo, muchos sostienen que el Concordato —y los exámenes SEA— es elitista [21] y se debe dejar de lado, mientras otros [22] dicen que el costp de dejarlo de lado sería prohibitivo:

Implementation of a continuous assessment programme […] could be a short-term [solution], however certain safeguards, control and strict programme supervision tolls have to be in place so that everybody has a fair chance. The SEA is far from perfect but unless we start having a proper conversation with the parties of the Concordat, then SEA will be with us for a long time.

Implementar un programa de evaluación continua […] podría ser una [solución] a corto plazo. Sin embargo, se debe implementar algunas garantías, control y estrictas supervisión de las cuotas del programa para que todos tengan una oportunidad justa. Los SEA están lejos de ser perfectos, pero a menos que empecemos a tener una conversación adecuada con las partes del Concordato, SEA estará con nosotros mucho tiempo.

Una maestra que conversó con Global Voices por teléfono y pidió permanecer en el anonimato cree que el probelma con los SEA va mucho más allá del Concordato. «Estamos haciendo las preguntas equivocadas», dice.

En sus cálculos, algunos problemas claves con el actual sistema es que no es constante, los niños deben pasar por este medida provisional de ser evaluados a los 11 años (cuando, por su desarrollo, el campo no está nivelado), y hay diversas escuelas de secundaria a las que la gente quiere asistir, con lo que la competencia es mucho más fuerte:

Rather than asking why the denominational schools are allowed their 20 per cent, we should be asking how we can raise the level of education and make more schools desirable.

En vez de preguntar por qué a las escuelas religiosas se les permite el 20 %, deberíamos preguntar cómo podemos elevar el nivel de la educación y hacer que más escuelas sean deseables.