Presidente Bolsonaro no es el único que defiende el trabajo infantil — los brasileños ricos también piensan que está bien

Niño trabajan en un vertedero de Brasil. Foto: Marcello Casal Jr, Agência Brasil, publicación autorizada con atribución.

Una emisión en vivo del presidente brasileño Jair Bolsonaro del 4 de julio ha provocado un debate sobre trabajo infantil en internet. Bolsonaro realiza intervenciones en vivo a través de sus canales en medios sociales todos los jueves por la noche desde que tomó posesión de su cargo en enero de 2019.

Esta vez, el presidente mencionó que cuando él tenía 9 o 10 años, molía maíz y recolectaba bananas en la finca de su padre, y insistió en que «no le hizo ningún daño». También relató cómo aprendió a conducir tractores y a utilizar armas de fuego en su infancia, y lo remató afirmando que la única razón por la que no presentaba proyectos para legalizar el trabajo infantil era «porque lo masacrarían por eso».

La ley brasileña prohíbe todo tipo de trabajo a niños menores de 13 años. A los 14 se les permite trabajar como aprendices salvo en turnos de noche y ocupaciones peligrosas. Solo los adolescentes mayores de 16 años están calificados para firmar contratos.

Aunque el presidente afirmó que no planeaba proponer cambios a estas normas en un futuro próximo, sus comentarios convirtieron el trabajo infantil en tema de debate de los medios sociales brasileños a mediados de julio.

El juez federal Marcelo Bretas, que trabaja en la Operación  Lava Jato en Río de Janeiro y es seguidor declarado de Bolsonaro, también contó su propia experiencia de niño trabajador en respuesta a un hilo comenzado por el hijo del presidente, el diputado federal Eduardo Bolsonaro:

A los 12 años de edad, en 1982, comencé a trabajar, con un contrato firmado, en una pequeña tienda familiar.
Tenía una jornada laboral y tareas que cumplir, y aprendí desde cero el valor de recibir un salario (mínimo) después de un mes de trabajo.
¡Estoy muy orgulloso de eso!

Bia Kicis, ex fiscal federal y actual diputada federal del partido del presidente, también contó sus recuerdos:

A los 12 años hacía brigadeiros [postre brasileño] y los vendía en la escuela. Y lo más interesante era que no lo necesitaba, pero sentía una enorme satisfacción al pagar mis clases de tenis con ese dinero. Me sentía creativa y productiva.

Estas experiencias están muy alejadas de lo que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) define como «trabajo infantil». Según la organización, el trabajo infantil «priva a los niños de su infancia, su potencial y su dignidad, y es nocivo para su desarrollo físico y mental». También añade que el trabajo infantil se refiere a una tarea que «interfiere con su escolarización».

Ayudar a tu abuela a lavar los platos una vez por semana no es trabajo infantil. Esto es:

Clase e ignorancia

El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) dice que actualmente, trabajan en el país 2,5 millones de niños y adolescentes, de entre 5 y 17 años. La oficina del fiscal general afirma recibir unas 43 000 denuncias relacionadas con el trabajo infantil cada año.

La pobreza es la causa principal de que exista el trabajo infantil, dijo la economista brasileña Monica de Bolle en un popular hilo de tuits. Según de Bolle, aunque los niños que trabajan ayudan a corto plazo a la supervivencia de las familias de bajos ingresos, a largo plazo esta actividad obstruye la productividad del país y su crecimiento económico, poniendo en peligro el desarrollo social.

Países que mais utilizam trabalho infantil tendem a ser os mais pobres do mundo, o que os prende em armadilha de pobreza e subdesenvolvimento.

Los países que más recurren al trabajo infantil tienden a ser los más pobres del mundo, esta lacra los atrapa en la pobreza y el subdesarrollo.

De Bolle también sostiene que el trabajo infantil, aunque en principio parezca ayudar a reducir la desigualdad, a la larga la aumenta, pues atrapa a niños y adultos en un ciclo de pobreza. Señala que también hay pruebas de que el trabajo infantil y el no remunerado aumenta las desigualdades de género.

El debate en internet reveló que las distintas clases sociales de Brasil entienden de forma diferente lo que significa «trabajo». El grupo de derechos humanos Tortura Nunca Mais («Tortura Nunca Más»), formado tras el fin de la dictadura respaldada por Estados Unidos (1964-1985), dijo en su cuenta oficial de Twitter:

Los relatos orgullosos de quien «trabajó» en su infancia tienen en común el detalle de haber sido en el negocio familiar (la tiendecita, la empresa paterna, etc.). Esto está más cerca de las tareas domésticas que del trabajo infantil real.

Esa foto del fotógrafo João Roberto Ripper muestra a un niño trabajando en una mina de carbón en la Hacienda Financial, en Ribas do Rio Pardo, (Mato Grosso del Sur) en 1990.

Si crees que la lucha contra el trabajo infantil tiene como fin prohibirles vender chocolate para pagarse las lecciones de tenis, es que no han entendido nada.

El malentendido sobre el trabajo infantil de una considerable parte de la sociedad brasileña parte de la falta de conocimiento de sus efectos adversos, dijo la fiscal Patricia Sanfelici, especializada en derecho laboral, en una entrevista con el sitio web de noticias UOL. Sanfelici coordina el grupo de trabajo que combate el trabajo y la explotación infantil y adolescente de la oficina fiscal. La fiscal dice:

A alternativa adequada e justa para a criança será sempre a educação e o cuidado que ela merece. A gente não pode pensar de outro modo. A Constituição brasileira assegura proteção integral, absoluta e prioritária da infância. Se a gente entende que a infância deve ser protegida, a gente deve protegê-la como um todo.

La alternativa adecuada y justa para un niño siempre será la educación y el cuidado que merece. No podemos pensar de otra forma. La Constitución brasileña asegura una protección integral, absoluta y prioritaria de la infancia. Si entendemos que la infancia debe estar protegida, debemos protegerla como un todo.

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