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Jamaica quiere el retorno de objetos tainos desde el Reino Unido, pero estas reliquias podrían no estar seguras en el país

Categorías: Caribe, Jamaica, Arte y cultura, Medios ciudadanos, Pueblos indígenas

Flauta de hueso taína, de unos 20 cm, procedente de White Marl, en Jamaica. Foto cortesía de Paul Banks, usada con autorización.

El pueblo taíno [1], grupo indígena de Jamaica (antes conocidos como arahuacos [2]), ha tenido una existencia oscura en la mente nacional, en parte por la escasez de registros históricos sobre ellos. Hoy solo quedan objetos y descubrimientos arqueológicos, y aunque aún existen jamaicanos [3] de ascendencia taína, la llegada [4] del explorador Cristóbal Colón a la isla en 1494, prácticamente diezmó la población de esta etnia.

Pero resurge el interés por la historia de los taínos. Por primera vez en 500 años, Jamaica tiene su primer jefe o cacique taíno, nombrado en junio de 2019 [5]. Un mes antes, el Instituto de Jamaica celebró el Día de los Taínos con conferencias, actividades y el lanzamiento de un nuevo libro infantil ilustrado [6], Boianani: A Taino Girl's First Adventure («Boianani: la primera aventura de una chica taíno»)

El 23 de julio, la ministra de Cultura, Género, Entretenimiento y Deporte, Olivia Grange, dijo [7] en el Parlamento que el Gobierno trabaja —por medio de la Comisión Nacional de Reparaciones [8]— para que vuelvan a Jamaica varios artefactos taínos de madera mundialmente reconocidos. Entre ellos, la talla de un espíritu «hombre pájaro [9]«, un «boiyanel [10]» (objeto para producir lluvia) y un «cemí cónico [11]» (representación de un espíritu o antepasado), todos encontrados en una cueva de Carpenter’s Mountain, Vere (hoy parte de Manchester) en 1792.

En su discurso [12], la ministra Grange señaló:

They are priceless, they are significant to the story of Jamaica, and they belong to the people of Jamaica.

No tienen precio, son muy importantes para la historia de Jamaica, y pertenecen a la gente de Jamaica.

El 13 de agosto, una portavoz del Museo Británico, que alberga actualmente los objetos, dijo que todavía no han recibido una petición oficial para devolverlos. Muchos jamaicanos están de acuerdo [13] con el regreso de estos artefactos, pero podría no ser tan simple.

En un artículo en dos partes [14] sobre los problemas que plantea la restitución de objetos de valor artístico, cultural o histórico, la antigua conservadora de la Galería Nacional de Jamaica, Veerle Poupeye, señaló en su blog que los museos caribeños deben adoptar normas internacionales de mayor nivel. Poupeye, que actualmente trabaja como conservadora independiente, investigadora y escritora, afirmó:

None of the Carpenter’s Mountain carvings have […] ever been exhibited in Jamaica or, for that matter, elsewhere in the Caribbean. […] The National Gallery of Jamaica (NGJ) has requested the loan of these carvings on two occasions […] the loan was declined or not even responded to […]

Jamaica is certainly in a position to make a restitution claim for the Carpenter’s Mounting carvings, or at least inquire whether they would be loaned for an exhibition today — they have after all been loaned internationally. […] It is high time for Caribbean museums and relevant authorities to do an inventory of relevant holdings in overseas museums, to consult with local and international stakeholders and articulate clear policy positions on these matters, nationally and on a shared regional level — this is something for the Museums Association of the Caribbean (MAC) to look into. This also means, however, that there has to be a greater effort in the region to meet international museum standards, not only to be able to negotiate such loans, or restitutions, but also for the benefit of the requesting institutions, their general collections and the mandates they serve.

At the very least, these carvings should be readily available for exhibition to Jamaica, sooner rather than later, and some form of compensation could also be requested, either monetary or in the form of technical assistance to the local museum. […] The Caribbean also needs to get its house in order with how cultural property is traded and collected within the region.

Ninguna de las tallas de Carpenter’s Mountain (…) se ha exhibido jamás en Jamaica ni en ninguna otra parte del Caribe. (…) La Galería Nacional de Jamaica (NGJ) ha solicitado el préstamo de estas tallas en dos ocasiones (…) la petición se declinó o ni siquiera fue respondida.

Ciertamente, Jamaica está en posición de exigir una restitución de las tallas de Carpenter’s Mountain, o al menos averiguar si se prestarían hoy para una exhibición, después de todo se han prestado a otros países. (…) Ya es hora de que los museos y autoridades competentes del Caribe realicen un inventario de objetos importantes en museos extranjeros, consulten con depositarios locales e internacionales y articulen posiciones política claras en estos temas, nacionales o en el ámbito regional conjunto: esto es algo que debe considerar la Asociación de Museos del Caribe (MAC). No obstante, esto también significa que debe llevarse a cabo un mayor esfuerzo en la región para satisfacer las normas museísticas internacionales, no solo para poder negociar estos préstamos o restituciones, sino también en beneficio de las instituciones que los solicitan, sus colecciones generales y los mandatos que sirven.

Como mínimo, estas tallas deberían estar rápidamente disponibles para su exhibición en Jamaica, cuanto antes mejor, y también debería exigirse alguna compensación, ya sea monetaria o en forma de asistencia técnica al museo local. (…) El Caribe también necesita poner su casa en orden en lo que respecta a cómo se comercia y obtiene la propiedad cultural dentro de la región

A pesar de este interés recién descubierto, actualmente no hay ningún museo en Jamaica dedicado a los taínos. Un repunte de la actividad delictiva provocó la clausura del único museo taíno que había en White Marl [15] hace varios años. No obstante, numerosos artefactos «dignos de un museo» [16] de piedra, coral, cerámica y madera —normalmente encontrados por leñadores— forman hoy parte de colecciones privadas o han salido de Jamaica, además de carecer, en su mayoría, de la documentación adecuada que acredite su procedencia.

En la actualidad, muchos de estos yacimientos se encuentran en peligro: algunos, como el conjunto de cuevas de Cambridge Hill (St. Andrew), han quedado destruidos [17], y más recientemente, se han dañado [18] otros por la construcción de carreteras y otras obras, como la puesta en marcha de canteras de caliza o yeso, que siguen amenazando [19] su supervivencia.

Paul Banks, coleccionista y arqueólogo vocacional jamaicano especializado en las culturas prehistóricas y de los primeros contactos con los europeos, dijo a Global Voices que se han cartografiado al menos 280 yacimientos, y observó:

White Marl is probably the most documented site currently facing imminent destruction [due to highway expansion]. Various sites were destroyed by the Edward Seaga Highway [a North-South toll road]. An apparently very significant site (probably including burial caves) was destroyed during the first phase of the PJ Patterson toll road [on the St. Catherine-Clarendon border], and it is possible (indeed highly probable) that the pending highway to Morant Bay [20] will threaten both known and unknown sites. Several sites have also been destroyed, or are being destroyed by unfettered squatting and uncontrolled urban spread – for example, Dallas Mountain [on the outskirts of the capital, Kingston].

White Marles es probablemente el yacimiento mejor documentado actualmente amenazado de destrucción inminente [por la expansión de una autopista]. Varios yacimientos fueron arrasados por la autopista Edward Seaga [una vía de peaje de norte a sur]. Un yacimiento aparentemente muy importante (que probablemente incluía enterramientos en grutas) quedó destruido en la primera fase de la autopista de peaje PJ Patterson [en la frontera St. Catherine-Clarendon], y es más que posible que la futura autopista a Morant Bay [21] amenace yacimientos conocidos y desconocidos. Algunos también han quedado arrasados por ocupaciones ilegales y por el desarrollo urbano incontrolado, como por ejemplo, el de Dallas Mountain [a las afueras de la capital, Kingston].

Entre los yacimientos, hay cuevas con petroglifos (grabados en la roca) y pictrografías (pinturas realizadas con pigmentos naturales y grasa animal) taínos. En un reciente artículo para el Jamaica Journal [22], la investigadora Joanna Ostapkowicz, especialista en arqueología caribeña de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Óxford, describió [23] estos yacimientos como «lugares significativos de depósito y creencia» que fueron utilizados como enterramientos, santuarios y almacenes seguros.

El Jamaica Gleaner informó [24], por ejemplo, que las actividades mineras de una cantera de calcita en Hellshire Hills [25] habían sacado a la luz una cueva de enterramiento aparentemente solitaria, que contenía varios huesos, un zemi (espíritu taíno) de arcilla y fragmentos de cerámica. Aunque se entregaron estos objetos al Jamaica National Heritage Trust [26], siguió practicándose la minería en la zona.

La inminente expansión de la autopista Nelson Mandela en White Marl [15], en la parroquia de St. Catherine, tendrá también un fuerte impacto en importantes secciones de ese yacimiento [27], que según la Universidad de Leiden, comprenden «uno de los mayores y más densamente poblados asentamientos de la isla, con grandes conchales, numerosos enterramientos humanos y una rica variedad de restos materiales, como hachas de jade y adornos de conchas decoradas».

Las recientes excavaciones [27] arqueológicas en la zona, colaboración entre el grupo Nexus 1492 [28], el departamento de historia y arqueología [29] de la Universidad de West Indies en Kingston y el Jamaica National Heritage Trust, han sido un gran esfuerzo concertado de rescate.

La ironía de todo esto es que el escudo de armas [30] de Jamaica, creado en 1662, representa un hombre taíno con un arco, y un mujer taína con una cesta de fruta, acompañados del lema nacional: «De muchos, un solo pueblo». Pero, ¿está haciendo el país todo lo posible para preservar lo que queda de su legado indígena?