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Ciudad amazónica de Altamira sufre incendios forestales, violencia carcelaria y amenazas contra indígenas

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Ambiente, Derechos humanos, Medios ciudadanos, Pueblos indígenas

La ciudad de Altamira, en la región norte de Brasil, está situada en el corazón del Amazonas. Imagen: Pablo Albarenga/Mídia Ninja (CC BY-NC-SA 2.0).

La ciudad de Altamira, ubicada en el corazón de la selva amazónica de Brasil, es la mayor grande del país [1] por superficie terrestre y la tercera [2] del mundo. Es más extensa que Portugal, Suiza o Islandia, a pesar de tener una población de solo 114 000 habitantes. En 2019, Altamira apareció en los titulares internacionales a raíz de las noticias sobre los incendios forestales: es la segunda [3] ciudad de Brasil en número de focos de incendios forestales en 2019. Pero ese no es el único desafío que enfrenta la ciudad.

En los últimos años, Altamira ha experimentado un aumento de las amenazas a las tierras indígenas y de la violencia en las prisiones y en las calles. El 29 de julio, 58 personas murieron [4] en la cárcel de la ciudad tras una disputa interna entre reclusos; 16 personas fueron decapitadas. Muchos aún esperan un juicio. A otros cuatro prisioneros los mataron dentro de un auto del Gobierno mientras los trasladaban a otra instalación después de la masacre. Fue la segunda mayor masacre en la historia de las carcelaria brasileña, solo por detrás de la masacre de Carandiru en 1992 [5], cuando 111 personas perdieron la vida.

A principios de septiembre, Global Voices habló con el padre Romildo, sacerdote responsable de la sección de la Pastoral Penitenciaria Católica de Altamira. Dijo que varias familias aún estaban esperando identificar a los parientes posiblemente muertos.

La población carcelaria de Altamira, dice, se ha duplicado en los últimos años. Mientras que antes las disputas se limitaban a las pandillas locales, ahora hay nuevos y más grandes actores en la ciudad, como el Comando Vermelho [6], el principal grupo criminal de Río de Janeiro, y el PCC [7], de São Paulo, la mayor organización criminal de Brasil. Dice:

Altamira virou um cenário de guerra. Todos os finais de semana nos deparamos com assassinatos, com furtos. A cidade foi ficando desordenada. Em detrimento a isso, percebemos que a população carcerária foi inchando. Tínhamos um presídio que não comportava o número de presos e foi aumentando.

Altamira se ha convertido en un escenario de guerra. Todos los fines de semana vemos asesinatos, robos. La ciudad no tiene orden. Mientras tanto, nos dimos cuenta de que la población carcelaria aumentaba. Nuestra prisión ya estaba sobrepoblada, y sin embargo, el número de prisioneros siguió aumentando.

Romildo nació a 46 km de Altamira y se mudó a la ciudad en su adolescencia para estudiar. Ahora, trabaja en una comunidad agroecológica y visita regularmente la cárcel de la ciudad. Como dicen muchos altamirenses, las raíces de muchos problemas actuales radican en la construcción de la represa de Belo Monte [8], central hidroeléctrica de 7300 millones de dólares inaugurada en 2016 en el río Xingú.

Desde la década de 1970 se había proyectado una represa en la zona, pero no fue hasta 2011, durante el gobierno izquierdista del Partido de los Trabajadores, cuando se inició la construcción. El Gobierno justificó el desarrollo de la presa como un medio para garantizar la seguridad energética de Brasil a la luz de la creciente demanda de electricidad del país.

Romildo recuerda:

Do dia para a noite, [a população cresceu]. Isso se deu por conta do empreendimento de Belo Monte, a construção da hidrelétrica que trouxe muitas pessoas, e a cidade inchou. Tínhamos uma infraestrutura que mais ou menos já era deficiente, não comportava as demandas da cidade, e com a construção isso piorou.

Tivemos na cidade de Altamira pessoas que vieram com um trabalho certo, mas também muitos aventureiros, pessoas que foram na esperança de encontrar trabalho e se depararam com dificuldades, especialmente, para achar aluguel. Os preços subiram. Quando se tem um empreendimento do tamanho de Belo Monte, a criminalidade também aumentou.

La población aumentó de la noche a la mañana. Todo fue por Belo Monte, la construcción de la presa atrajo a mucha gente y la ciudad se creció. La infraestructura ya era deficiente, no satisfacía todas las demandas de la ciudad y con la represa empeoró.

Mucha gente vino a Altamira con trabajo seguro, pero también hubo muchos aventureros, los que vinieron con la esperanza de encontrar trabajo pero que tuvieron dificultades, sobre todo con la vivienda. Los precios de los alquileres subieron. Con una empresa del tamaño de Belo Monte, la delincuencia también aumentó.

A principios de la década de 2000, la tasa de homicidios de Altamira [9] era de 11,3 asesinatos por cada 100 000 habitantes. En 2017, era de 135,5. Superó la tasa de homicidios de Honduras [10], el país con la tasa de homicidios más alta del mundo en ese año, según Naciones Unidas. El último Atlas de la Violencia [11], estudio anual brasileño sobre seguridad pública, sitúa a Altamira como la segunda ciudad más violenta de Brasil.

Los pueblos indígenas son los que más han sufrido con la construcción de la presa de Belo Monte. En septiembre, la Policía Federal de Brasil descubrió un área deforestada de 15 000 hectáreas dentro de una tierra declarada oficialmente indígena [12] en Altamira. En agosto, los líderes Xikrin [13] dijeron que recibieron amenazas de una banda armada de más de 300 personas que estaba construyendo casas dentro de sus tierras.

En 2014, Eliane Brum [14], galardonada periodista brasileña que ha informado sobre Belo Monte durante años, entrevistó [15] a la fiscal federal brasileña Thais Santi, destinada en Altamira. Santi afirmó que los jueces decían que no podían interferir en las decisiones políticas ni gubernamentales relacionadas con Belo Monte, incluso cuando las irregularidades eran evidentes.

Santi dice que ha visto comunidades destrozadas por la construcción de la presa, con un aumento en la adicción al alcohol y en los incidentes de racismo. Santi calificó la situación en la región de «etnocidio indígena»:

Encontrei aqui a continuação do que eu estudei no meu mestrado a partir da (filósofa alemã) Hannah Arendt. Belo Monte é o caso perfeito para se estudar o mundo em que tudo é possível. A Hannah Arendt lia os estados totalitários. Ela lia o mundo do genocídio judeu. E eu acho que é possível ler Belo Monte da mesma maneira.

He encontrado aquí la continuación de lo que he estudiado en mis maestrías sobre Hannah Arendt. Belo Monte es el caso perfecto para estudiar un mundo donde todo es posible. Hannah Arendt estudió los Estados totalitarios. Estudió el mundo del genocidio judío. Y creo que es perfectamente posible leer Belo Monte de la misma manera.

Incendios en el Amazonas

Los incendios en el Amazonas que fueron noticia internacionalmente en agosto parecen haber sido provocados por el hombre y, posiblemente, por delincuentes. El periodista local Adecio Piram [16] informó que los agricultores organizaron un «día de fuego» en el estado de Pará el 10 de agosto, en el que prendieron fuego a un área alrededor de una carretera federal. La revista Globo Rural informó [17] más tarde sobre el caso:

Já se sabe que mais de 70 pessoas – de Altamira e Novo Progresso —  entre sindicalistas, produtores rurais, comerciantes e grileiros, combinaram através de um grupo de WhatsApp incendiar as margens da BR-163, rodovia que liga essa região do Pará aos portos fluviais do Rio Tapajós e ao Estado de Mato Grosso. A intenção deles era mostrar ao presidente Jair Bolsonaro que apoiam suas ideias de “afrouxar” a fiscalização do Ibama e quem sabe conseguir o perdão das multas pelas infrações cometidas ao Meio Ambiente.

Se sabe que más de 70 personas (de Altamira y [de la ciudad de] Novo Progresso), entre sindicalistas, agricultores, comerciantes y embargadores de tierras, organizaron por WhatsApp un incendio en los márgenes de la autopista BR-163, que conecta esa región con los puertos de Pará en el río Tapajós, así como con el estado de Mato Grosso. Su intención era mostrarle al presidente Jair Bolsonaro que apoyan sus ideas de «prescindir» de las inspecciones de Ibama [el regulador medioambiental de Brasil] y tal vez recibir un indulto por multas ambientales pasadas.

En diálogo con O Globo [18] de Río de Janeiro, Rodolfo Salm, profesor de la Universidad Federal de Pará (UFPA), dijo:

A verdadeira época das queimadas em Altamira não começou. A situação se torna dramática em outubro, novembro. Neste ano, a coisa vai chegar num nível apocalíptico.

La verdadera temporada de incendios en Altamira aún no ha comenzado. La situación se vuelve más dramática en octubre, noviembre. Este año escalará a niveles apocalípticos.

Debora Alvares, reportera de The Huffington Post Brasil [19], escribió sobre un encuentro que tuvo con madereros locales que, según ella, la han amenazado. Dice:

Esse clima tenso no ar, misturado à fuligem, não parece ser exceção. Diferentes fontes em Altamira me relataram um recente ataque a carros do Ibama, instituto de meio ambiente, quando correu a notícia de que haveria mais inspeções nessa área ao norte de Altamira. Até uma ponte teria sido destruída por madeireiros.

Um dos problemas relatados por um fiscal do Ibama que entrevistei é o próprio acesso na região amazônica. Os trechos longos de estrada de terra na BR-230 dificultam chegar às áreas de mata onde ocorrem incêndios.

Ese clima tenso en el aire, mezclado con el hollín, no parece ser una excepción. Diferentes fuentes en Altamira me hablaron sobre un reciente ataque a los coches de Ibama después de que circularan noticias sobre inminentes inspecciones en la zona. Incluso un puente fue supuestamente destruido por los madereros.

Uno de los problemas expresados por un agente de Ibama que he entrevistado fue el acceso dentro de la región amazónica. Largos tramos de barro en la propia BR-230 dificultan el acceso a las zonas forestales donde se producen los incendios.

En un artículo publicado el 13 de septiembre [20], Eliane Brum dice que, tras los incendios, Altamira se llenó de reporteros, lo que le dio a la ciudad la esperanza de ver que sus otros problemas también llamaban la atención. En un año que ha resultado más difícil de lo habitual para la ciudad, el Padre Romildo lo resume así:

Nós vivemos em Altamira, o mundo do tudo é possível. Temos a impressão que vivemos um mundo sem lei.

Vivimos en Altamira, el mundo donde todo es posible. Tenemos la impresión de que vivimos en una tierra sin ley.