Las cholas son las mujeres indígenas de la Bolivia andina que llevan su cabello en dos trenzas largas, sombrero bombín, manta, un aguayo para cargar algo en la espalda y pollera, una falda de varios pliegues con capas de enaguas por debajo.
¿Cuál es el lugar de la chola en Bolivia? ¿Cómo muestran a las cholas bolivianas en los medios de comunicación? ¿Qué se dice de ellas en la academia? ¿Qué hacen cuando participan de desfiles de moda? ¿Cuál es su lugar en fiestas electrónicas? ¿Qué cargos políticos les ofrecen ahora que Bolivia tiene su primer presidente indígena hace más de una década en el poder?
“Ser chola está de moda”, responde la chola feminista boliviana Yolanda Mamani. De hecho, publicó un blog con el mismo nombre a fines de 2015, espacio que complementa, desde inicios de 2019, con su canal en YouTube llamado “Chola Bocona”. Allí Yolanda explica como si fuera profesora de primaria lo que reportea como radialista empírica y lo que analiza con pinzas de cirujana feminista sobre el rol de las cholas en la sociedad boliviana.
Según relata Yolanda en el minuto 1:00 de su primer video subido a YouTube:
Cuando yo peleaba por mis derechos, mis empleadores me decían: «¿Por qué eres una bocona? ¿Por qué eres una imilla bocona? ¿Por qué no te callas cuando yo hablo? Yo te pago, tú tienes que escuchar, no puedes decir nada». Por eso decidí reivindicar esa palabra. Sí, soy chola bocona. De no ser bocona, no estaría aquí contando mi historia.
Imilla es muchacha en la lengua aymara y también se lo puede usar en tono despectivo. Bocona es quien habla mucho y reclama más. “Muchacha reclamona” era la sanción a Yolanda de parte de sus empleadores cuando ella era trabajadora del hogar y reclamaba derechos como que se respeten sus horas de trabajo, seguir usando su pollera que simboliza su identidad, ir a la escuela, acceder a beneficios sociales o ir a la universidad.
“Quieren tratarnos a las cholas como adornos”
Yolanda relata en el video cómo se ha popularizdo la imagen de la chola al mismo tiempo que se desacredita su filosofía de vida. Las cholas son invitadas a participar en la vida política, pero sus opiniones o proyectos no son considerados, sino que su imagen sirve para lavar la imagen política y validar candidaturas.
También comenta que cuando ocurre en escenarios de entretenimiento, como desfiles de moda o fiestas que venden el concepto de fusionar lo andino con lo electrónico, las cholas son folklorizadas, ya que su participación se limita a bailes de adorno. Describe que cualquier actividad que hagan las cholas fuera del trabajo doméstico es motivo de noticia, como ser legisladoras, funcionarias públicas, hacer skate o abrir su canal de YouTube, como ella. Yolanda también reclama que la academia habla de las cholas con una mirada externa y superficial.
Por otro lado, “hay mujeres que usan la pollera por conveniencia”, escribe Yolanda en su blog. Esa entrada se titula “Las señoritas que se disfrazan”. A ellas Yolanda les pregunta por qué usan la pollera para modelar o acceder a cargos públicos y no para ser barrenderas o trabajadoras domésticas. Ante el uso de la pollera como disfraz, Yolanda enfatiza que para ella el verdadero significado de ser chola es luchar.
El significado de las costumbres cholas
Ella también describe lo que significa para las cholas trenzarse el pelo, hacer trueque, participar de la siembra y la cosecha. Relata no solamente la armonía de tales costumbres, sino también como estas están atravesadas por el machismo, el afán de blanqueamiento y la visión consumista del desarrollo.
Sobre las trenzas, explica en su blog que es un momento de hablar y mirarse entre mujeres, y una forma de sacarse las penas al peinarse. Por la importancia de las trenzas, cortarle la trenza a una mujer es una forma de castigo público, por ejemplo por adulterio, pero no hay consecuencias para los hombres.
En una entrada en su blog titulada «La siembra y la cosecha, un encuentro también ideológico«, explica que es espacio en la comunidad cuando se juntan locales y migrantes y conversan de forma horizontal entre hombres y mujeres sobre sus posiciones políticas y se enteran de noticias nacionales e internacionales. A diferencia de las asambleas, donde rige la jerarquía y se ríen de las mujeres cuando se atreven a hablar.
Del trueque, otra entrada en su blog explica que permitía el intercambio de alimentos entre agricultores, pero que ahora también participan comerciantes que llevan al campo alimentos enlatados vencidos. Engañan al dar productos fregados que enferman a la comunidad y llevarse lo mejor de las cosechas.
Chola, feminista y periodista
Yolanda Mamani escribe y habla en primera persona. Ella es primero chola y luego integrante del movimiento feminista Mujeres Creando, estudiante de sociología, gestora del vlog Chola Bocona y el blog Ser chola está de moda. También es la productora de Warminyatiawinkapa, “El noticiero de las mujeres” en aymara, programa emitido los viernes en La Paz por Radio Deseo de Mujeres Creando.
En la misma radio, se emitió el programa “Trabajadora del hogar con orgullo y dignidad”. Este fue realizado por Yolanda junto a dos compañeras del Sindicato de Trabajadoras del Hogar de Sopocachi. Ellas, junto a otros sectores de mujeres, habían tomado una formación radiofónica ofrecida por Mujeres Creando.
Cuando Yolanda Mamani reporteaba para su primer programa de radio, decidió hacer la cobertura de la VIII Marcha por el TIPNIS, territorio indígena y parque nacional en el noreste boliviano que será atravesado por una carretera interoceánica. Esa experiencia la motivó a estudiar sociología.
«El mundo no es posible sin bocones ni boconas»
Yolanda Mamani, cuya lengua materna es el aymara, aprendió español cuando migró a la ciudad de La Paz a sus 11 años con una tía, quien la hizo trabajar como niñera a cambio de hospedaje. Tuvo que emplearse desde sus 12 años como trabajadora del hogar y en esa casa trabajó 11 años. Recibió menos de USD 50 por mes y no tuvo beneficios sociales. Exigió poder ir a la escuela y fue despedida cuando quiso entrar a la universidad. Cuando era niña, su papá la llevaba a la escuela en burro y hora y media de caminata. Yolanda nació en Warisata, a 15 kilómetros de la costa este del Lago Titicaca.
La vida de Yolanda está marcada por la lucha al ser una chola que va a la escuela, migra a la ciudad, aprende español, es trabajadora del hogar, no renuncia a vestir pollera, va al colegio, se sindicaliza, se politiza como feminista, va a la universidad, es radialista y ahora es una chola youtuber feminista. Sea cual sea su siguiente paso, esta chola bocona seguirá provoncándonos para pensarnos en primera persona, analizar los espacios de poder y compartir lo que encontramos. No en vano en sus videos se despide con un: “El mundo no es posible sin bocones ni boconas”.
Sobre las cholas bolivianas
Las cholas son el ícono cultural boliviano más exportado. Históricamente, han sido discriminadas. Desde el veto a la participación política en sus comunidades, pasando por la prohibición de que usaran espacios públicos o transporte, hasta el trabajo doméstico —como una de sus pocas posibilidades laborales cuando migran a las ciudades— atravesado por las condiciones de esclavitud, explotación y violencia sexual, física y psicológica de los patrones. De hecho, renunciar a su vestimenta es una de las estrategias forzadas para acceder a mejores oportunidades.
Actualmente, después de al menos 60 años de lucha social, su lugar en la sociedad ha pasado de la marginación sistemática a esfuerzos por la valorización de las cholas. Sin embargo, aún tienen menos oportunidades que las mujeres no indígenas a la hora de ejercer sus derechos de acceso a educación, salud, justicia y empleo digno, entre otros.
Si bien aún hoy persisten formas formas colonialistas, como el esclavizarlas, borrarlas de la escena social y exigirles que no se vistan como cholas, es posible verlas como legisladoras, funcionarias públicas, periodistas y conductoras de televisión, empresarias, profesoras, universitarias, carpinteras, choferes, guardias viales, actrices y modelos. Tales roles son motivo de noticia, lo cual confirma los múltiples niveles de discriminación que todavía viven.