Johnson Yeung Ching-yin, autor de este articulo, es defensor de los derechos humanos en Hong Kong, integra el Comité Ejecutivo de Amnesty International y ha sido coordinador del Frente Civil de los Derechos Humanos. Este texto se publicó en Hong Kong Free Press el 26 de octubre de 2019 y se reproduce en Global Voices bajo un acuerdo de asociación de contenidos y con el consentimiento del autor.
Quiero contar una historia sobre mí y la violencia.
La medianoche del 21 de julio, arrastraba mi cuerpo a casa tras un largo día de protestas. Me tiré en la cama. Mi pareja estaba dormida y eché un vistazo a la pantalla de mi móvil en la oscuridad. Mi noticiero estaba repleto de imágenes de turbas que, con barras de metal, golpeaban indiscriminadamente a los pasajeros del tren en Yuen Long.
Luego se confirmó que esos matones tenían antecedentes de bandas y contactos con un legislador afíb a Pekín, estaban golpeando la gente mientras la policía se quedaba mirando. Algunos fueron escoltados personalmente por la policía antidisturbios hacía un lugar seguro.
Apenas dormí esa noche; la adrenalina en mi cuerpo me mantuvo despierto. Mi cabeza no paraba de pensar en cómo hubiera podido defender a los pasajeros si hubiera estado en el tren.
Al día siguiente, un clima de terror dominaba Hong Kong. Tiendas y centros comerciales cerraron más temprano por temor a otro ataque. Durante la comida, un colega me invitó a una protesta en la zona donde estaban los matones. Acepté de inmediato, terminé mi comida en cinco minutos, tomé una barra de PVC y la puse en mi mochila.
Estaba listo a un enfrentamiento. No estaba preparado solo para luchar sino que estaba deseando encontrar a los matones y hacer justicia.
Finalmente, no encontré a nadie, pero me acuerdo del impulso para utilizar la violencia.
¿Se han vuelto más violentas las protestas en Hong Kong? Desde luego. Y aunque las protestan sean en gran parte no violentas, el uso de la fuerza contra la policía, el vandalismo y los justicieron se hicieron más frecuentes. No tengo dudas de cómo ha podido pasar: no ha habido justicia en los últimos cuatro meses.
Sistemáticamente, la policía ha violado los derechos y perjudicado a las personas. Más de mil personas han quedado lesionadas: un periodista perderá la vista en el ojo izquierdo; a un hombre le rompieron un brazo durante una detención; otros dicen que han sido abusados sexualmente por la fuerzas policiales.
Una periodista fue hospitalizada después que un matón le apuñaló un pulmón; un adolescente podría pasar su vida en una silla de ruedas porque una banda organizada le cortó los tendones. Hace algunos días, una joven quedó lesionada por un taxista que, deliberadamente, atropelló a algunos manifestantes.
¿Estos matones comparecerán ante la justicia? No lo creo, vi muchas veces cómo la policía trabajaba codo a codo con ellos.
Ahora, el 80 % de la población está pidiendo una investigación independiente sobre la violencia policial, según una encuesta del Ming Pao, a la cual el Gobierno contestó invocando los poderes de emergencia y prohibiendo a llos manifestantes llevar máscaras.
Hay que tener en cuenta que no hemos elegido al Gobierno. Los poderes de emergencia destruyeron la última posibilidad que impedía a Hong Kong convertirse en una ciudad autoritaria y ha cerrado todos los posibles canales pacíficos para resolver la crisis política.
La gente no se va a sentar ahí para ser masacrada. Resistirán. ¿Se acuerdan ahora cómo Hobbes describió el estado de naturaleza? Sin gobierno, ni leyes, ni poder común que frenar. ¿Te suena familiar? Es Hong Kong hoy en día: la gente concede al estado el monopolio de la violencia porque cree que la utilizará según la ley; pero el Gobierno ha quemado y reducido a cenizas ese contrato social.
En muchas ocasiones siento el impulso de lanzar una bomba de gasolina. Me imagino cómo arrebatar la pistola a un oficial. ¿Saben por queéno lo hago? Porque represento mi organization, que está comprometida con la no violencia y porque creo que un movimiento, mayormente pacífico tiene más posibilidades de éxito.
Lo más importante, me convencí de que habrá justicia a largo plazo. Eso no significa que todos puedan o deban pensar como yo.
Me siento impaciente. Hay gente que cree que perseguir la justicia dentro del sistema es un juego. Para ellos, destrozar una tienda propiedad de un compinche del Gobierno o golpear un defensor del Gobierno que intenta atacar a otros es una manera de obtener un poco de justicia.
La violencia no debe de ser tolerada. Debe ser detenida, desde la violencia estatal. Hong Kong se encuentra en un estado de emergencia y la ley, antes respetada por sus ciudadanos, se está desvaneciendo.
No pido que toleren la justicia, pido que la entiendan Martin Luther King una vez dijo: «un motín es el lenguaje de los no escuchados». Sin entender de dónde viene, no están escuchando lo que la gente está diciendo. La justicia es lo que nos corresponde, y debe ser devuelta ahora mismo.