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Enfrentamientos de 12 de noviembre en la Universidad China de Hong Kong: Relato de un testigo ocular

Categorías: Derecho, Derechos humanos, Juventud, Libertad de expresión, Medios ciudadanos, Protesta, The Bridge

Estudiantes activistas se protegen con paraguas en el campus de la Universidad China de Hong Kong el 12 de noviembre de 2019. Foto del autor. Usada con autorización.

Lokman Tsui es profesor adjunto en la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad China de Hong Kong (CUKH, por su nombre en inglés). Esta historia es una versión editada de una publicación de Lokman en Facebook, que da testimonio de los acontecimientos que rodearon el enfrentamiento entre estudiantes activistas y la policía en el campus de la CUHK el martes 12 de noviembre. 

El martes 12 de noviembre, se suponía que iba a dar mi clase matutina de pregrado, «el desarrollo de la comunicación de masas», pero todas las clases se suspendieron debido a las protestas.

Mientras escribo esto, estoy sentado en mi despacho. Son las 9 de la mañana, hora de Hong Kong, el 13 de noviembre. Acabo de cepillarme los dientes, lavarme la cara y tomar un poco de té. Sí, he dormido en mi despacho, en el sofá. Mi cuerpo se siente un poco rígido y cansado y me recuerda los días en que salía de discotecas hasta el amanecer, salvo que ya no soy tan joven, por supuesto. Ni tampoco estuve bailando anoche.

No debería quejarme porque al menos tenía un sofá en el que dormir. No sé cuántos estudiantes durmieron fuera anoche, pero cuando me fui, alrededor de las 3 de la madrugada, muchos todavía estaban trabajando afuera en las líneas de suministro, literalmente manteniendo el fuerte.

El día 12 de noviembre fue una locura completamente.

Comenzó con una rueda de prensa a las 11 de la mañana en la que participé. En tiempos «normales», llevar al Departamento de Justicia ante los tribunales por un requerimiento judicial para censurar el discurso en línea tendría valor periodístico. Pero ayer solo estaban algunos periodistas. La rueda de prensa se retransmitió en directo en el portal de noticias HK01 y obtuvo cobertura de Apple, radio RTHK, Unwire y algunos otros. Pero en un día como el de ayer, esto no era noticia, y es comprensible, con todo lo demás que estaba sucediendo.

Después de la rueda de prensa, que se celebró en el edificio del Consejo Legislativo, busqué un lugar para sentarme y calmar mis nervios. Estuve caminando hacia el distrito central. Era casi la hora del almuerzo; por segundo día consecutivo, los oficinistas salieron a protestar contra el Gobierno de Hong Kong y la policía. Delante de Louis Viutton, la gente con trajes y tacones intentaba ocupar la carretera, gritaban consignas. Algunos estaban arrodillados para aprovechar los ladrillos y que pudiéramos usarlos como barricadas. Otros se pararon en el puente colgante mirándonos y muchos les gritaban que bajaran y se unieran a nosotros, que esto no es una película.

En algún momento, cinco chicas de secundaria aparecieron, visiblemente agitadas. Empezaron a gritar consignas y el resto de la multitud hizo lo mismo. Entonces los miembros de la prensa comenzaron a fotografiar a las estudiantes de secundaria, de manera inapropiada, ya que tal registro podría atormentarlas más tarde. Las chicas se rieron de vergüenza al principio y luego se alejaron, pero los fotógrafos las siguieron. Al final, varios sacamos nuestros paraguas y protegimos a las chicas. Levantamos los paraguas un rato hasta que me empezó a doler el brazo. Les dije a las chicas que recordaran no descuidar sus estudios (¿cuándo me convertí en esta persona?) y seguimos nuestro propio camino.

A medida que se acercaban las 2 de la tarde, la gente comenzó a retirarse. La hora del almuerzo había terminado. Apenas momentos antes, habíamos estado de pie, frente a la policía, y luego de repente la «realidad» hace efecto y es hora de volver a la oficina. Compré algo de comer y me fui a casa.

Fue entonces cuando empecé a ver imágenes de las escenas en la Universidad China de Hong Kong, la universidad donde doy clases. Algunos alumnos tuiteaban cosas como «¿dónde está el presidente de la universidad, dónde está la dirección, dónde están los profesores?» Me sentí fatal. Cuando respondí a los amigos que me preguntaban si estaba bien, decidí: «A la mierda, me voy al campus».

Pero ¿cómo? Estoy en Sheung San, en la isla de Hong Kong, y mi universidad está en Shatin, en los Nuevos Territorios, a cierta distancia. El tráfico está interrumpido. Entonces un amigo se ofrece a llevarme. Recogemos a otras personas a lo largo del camino y, con el coche cargado, nos dirigimos a la CUHK, hablando por el camino de personas que conocemos que han sido arrestadas.

El atasco es enorme, en parte debido a los bloqueos de carreteras por parte de los manifestantes o la policía, y en parte porque parece que una gran parte de Hong Kong se está movilizando para ir a la CUHK a ayudar. En un momento dado no podemos seguir conduciendo ya que la carretera está bloqueada por personas y coches que intentan descargar y distribuir materiales, cascos, agua, etc. «¡Por favor, ayuden a mover cosas, esta mierda pesa!», grita alguien. Me ofrezco de voluntario. Me dan una caja grande con cascos.

Cuando voy a la universidad en auto, normalmente tardo unos minutos por la carretera pública de Tai Po. El camino es mucho más largo si tienes que hacerlo caminando, y se hace aún más largo si llevas una caja grande de cascos. Cuando por fin llego a un punto de suministro, entrego mi caja, aliviado. ¿Hacia dónde voy ahora? Conozco el campus, pero las actualizaciones de la situación están cambiando rápidamente. Empiezo a caminar hacia donde creo que estaría la mayoría de la gente.

Todo después de esto, el resto de la noche, está un poco borroso.

Recuerdo haber visto algunos amigos que me reconocieron a pesar del casco, las gafas y la máscara facial. Momentos como estos son muy importantes. Cuando nos decimos, sí, yo también estoy aquí, sí, estamos juntos en esto. Sientes la solidaridad tan viva y profundamente. Estamos aquí en cuerpo. Usamos nuestras manos, brazos y pies para ayudarnos mutuamente.

Los estudiantes estaban ocupados distribuyendo comida. Algunos estaban trabajando en la línea de suministro. Otros estaban informando y otros tratando de mediar entre las diferentes partes.

En medio de todo esto, estoy ayudando a mover cosas, mientras trato de vigilar a los amigos para asegurarme de que estén bien. Y todo el tiempo mi iPhone está bombardeado con mensajes de amigos cercanos y lejanos. Me siento cómodo diciéndoles a los amigos más cercanos dónde estoy, pero trato de no decir demasiado para que no se preocupen.

No me gusta decirle a la gente adónde voy y qué hago en las protestas. Solo soy una de las personas. Solo estoy aportando mi grano de arena para ayudar, y a menudo siento que no hago lo suficiente. También tengo cuidado con quién comparto esta información, porque este asunto es delicado, especialmente en estos días en Hong Kong.

Pero también quiero que mis alumnos sepan que estoy ahí para ellos. Crecí en una familia donde el abuso emocional estaba muy extendido y todavía estoy asumiéndolo. Parte de ese abuso tenía que ver con la ausencia emocional (y física). Esta es una historia más larga, por supuesto, pero ayuda a explicar por qué es importante para mí que mis estudiantes sepan que estoy ahí para ellos.

Algunos momentos más que destacaron para mí:

A medida que el cañón de agua golpea la primera línea, muchos tienen que retirarse, quitarse la ropa y recuperarse. Cañón de «agua» no es muy preciso: el «agua» no solo está teñida, sino que también está mezclada con algún producto químico tóxico (probablemente gas lacrimógeno) que hace que sientas como si la piel estuviera ardiendo. Estoy tomando un descanso en el estadio, mientras los estudiantes encienden el aspersor y se desata una gran fiesta del agua. Es un breve momento en el que se recuerda que son niños después de todo. En medio de esto, el equipo de primeros auxilios está gritando pidiendo camisetas y toallas. Traje dos camisetas y algunas toallas y lo entregué todo.

Douglas Adams escribió [1] en su novela más famosa que una toalla es una de las cosas más útiles que puedes llevar contigo, y es verdad. Con una toalla húmeda colocada contra la boca puedes protegerte del gas lacrimógeno. Una toalla te mantiene caliente en una noche fría, y puedes usarla como manta cuando te vayas a dormir. Puedes usarla para lavarte o doblarla y usarla de almohada. Y moverla para avisar a alguien que estás aquí y no allí. Las toallas son amor, las toallas son vida. Las toallas están muy subestimadas.

Otro momento que me impresionó: estuve parado en el Puente Dos, donde la mayor parte de la acción tuvo lugar ese mismo día, viendo a la dirección de la universidad, junto con dos legisladores, negociar un acuerdo con los estudiantes. La dirección de la universidad sugiere que se retiren, dice que la policía prometía no volver y que el equipo de seguridad de la universidad protegería el puente.

Lo que me da un poco de esperanza es que los estudiantes dan repetidamente a la dirección la oportunidad de hablar y ellos escuchan. Pero, por supuesto, el consejo de retirarse no es exactamente persuasivo y la policía ya ha roto varias promesas solo ese día. ¿Y pueden realmente depender del equipo de seguridad que ha desaparecido en los últimos dos días (aunque para ser justos con ellos, no creo que se inscribieron para esto)?

Cuando se miran los reportajes de los medios de comunicación, se ve sobre todo la violencia, el vandalismo, los disturbios. Rara vez la solidaridad o que estamos aquí para proteger nuestro hogar y protegernos unos a otros. Que nos negamos a retroceder ante la represión y la brutalidad. Que puede que no siempre hagamos las cosas bien, pero que al menos lo intentamos. Y que hasta ahora hemos estado aprendiendo de nuestros errores. Y que esperamos que el resto del mundo no cometa los mismos errores, sino que aprenda de nuestra experiencia.

En 2017 escribí sobre por qué quería quedarme en Hong Kong:

«¿Hay futuro aquí?» Bueno, no olvidemos que el futuro está abierto. No está grabado en piedra. No sabemos qué pasará. Y por eso, hay esperanza. Como dijo Leonard Cohen, «hay una grieta en todo, así es como entra la luz».

Estoy agradecido de que Hong Kong sea (todavía relativamente) libre. Lucharé para garantizar que Hong Kong siga siendo libre, cada vez más libre. También creo que hay mucho que podemos aprender de Hong Kong, que Hong Kong desempeña un papel fundamental en la lucha general por la libertad a nivel mundial. Por eso estoy en Hong Kong. Por eso quiero quedarme aquí.

Es noviembre de 2019 y estoy aquí. Este es mi hogar. Estos son mis amigos, mis compañeros, mis alumnos.

Mantente fuerte, mantente a salvo y participa de la manera que tenga más sentido para ti.