He aquí la nueva «internet soberana» de Rusia

La ley de «internet soberana» de Rusia ha inquietado a activistas de derechos digitales y usuarios por igual. Ilustración de Tom Venner. Usada con autorización.

El 1 de noviembre, entró en vigor la controvertida ley de la «internet soberana» de Rusia.

Los que la apoyan argumentan que esta acción es necesaria para proteger a Rusia de los ataques cibernéticos que provengan del exterior, mientras que los defensores de los derechos humanos y de la libertad de discurso argumentan que la ley representa una nueva amenaza seria para la libertad de expresión en línea. Por el momento,
los usuarios comunes y corrientes de la red rusa no sentirán mayor diferencia. Al menos, no hasta que se declare una «crisis» (definida imprecisamente) –en esas circunstancias, la internet soberana se activaría y aislaría internet en ciertas regiones de Rusia, o del país entero, de la red mundial.

La ley de «internet soberana» de Rusia fue redactada por los senadores Andrey Klishas, Lyudmila Bokova y Andrey Lugovoi, y aprobada por la Duma, el Parlamento de Rusia, en abril. El presidente Vladimir Putin la promulgó el 1 de mayo. Es una de las estrategias recientes que promueve el Kremlin para restringir el ciberespacio; solo en este año se presenciaron dos interrupciones del servicio de internet instigadas aparentemente por motivos políticos, en Moscú e Ingusetia. Además, las leyes que prohíben las «noticias falsas» y «la falta de respeto evidente a las autoridades» en línea entraron en vigor en marzo de 2019. Putin sugirió recientemente añadir a estas leyes una propuesta de ley que penalice la «propaganda de estupefacientes» en línea.

Como ocurre con la mayoría de la legislación rusa de esta naturaleza (como las leyes contra el fomento del «extremismo» en línea de Rusia), su aplicación ha sido impredecible e inconsistente –los usuarios de RuNet a menudo ignoran dónde se encuentra la línea roja y se percatan después de haberla cruzado.

Si bien existen diferentes leyes para controlar el contenido en línea, la internet soberana juega un papel distinto, si estuviera relacionada. De manera específica, trata sobre la «infraestructura crucial» de RuNet, en lugar de solo su contenido. Por ejemplo, la nueva ley obliga a los proveedores de servicio de internet a dirigir el flujo de tráfico internacional entrante a través de puntos de intercambio de internet (IXP) ubicados en Rusia para garantizar el funcionamiento centralizado de internet en una crisis. También los obliga a instalar dispositivos especiales que ayudarían a Roskomnadzor, entidad del estado que vigila las telecomunicaciones, a bloquear el tráfico de internet indeseable. Estos enviarían datos a una instalación de seguimiento central que examinaría el tráfico en tiempo real utilizando DPI (inspección profunda de paquetes), método considerado más efectivo que bloquear las direcciones IP. La ley también exige la creación de una versión nacional del sistema de nombre de dominio (DNS), o la guía telefónica de internet, en caso de ocurrir una interrupción del servicio de internet, los proveedores rusos no podrían conectarse a los servidores DNS externos. El 27 de septiembre, Roskomnadzor anunció que realizaría pruebas a los sistemas en la región sureña de Ural, para descontento de la población local. Los resultados no se publicaron.

Pero ¿cuál es la lógica política detrás de «internet soberana» de Rusia?

Putin ha considerado desde hace tiempo la dependencia a la tecnología digital extranjera de Rusia como una amenaza de seguridad y declarado, al menos en dos ocasiones, que internet fue un proyecto creado y gestionado por los servicios de seguridad occidentales. En palabras de Kiril Rogov, que escribió el 29 de octubre para el diario ruso Vedomosti, los medios sociales en la actualidad «movilizan y moldean la lealtad política en Rusia en la misma magnitud que lo hizo la televisión cuando Vladimir Putin ascendió al poder». Desde esa perspectiva, las acciones recientes para restringir las libertades en línea comparten algunas similitudes extrañas con el enfoque que utiliza el estado para lidiar con los medios de comunicación críticos, en la última década. En un caso, se reflejan casi de manera exacta: a finales de julio, propusieron un proyecto de ley para impedir que los propietarios extranjeros poseyeran más del 20 % de participación en cualquier compañía digital rusa «importante» (en 2014, aprobaron una ley similar referida a los medios informativos impresos, de radio y televisión). El legislador Lev Gorelkin, del partido gobernante Rusia Unida, sugirió esta acción aparentemente actuando bajo las órdenes de la administración presidencial. Cuando los medios se enteraron, el precio de las acciones del gigante tecnológico ruso Yandex cayó en picado.

En una entrevista con Global Voices (GV), Andrey Soldatov, experto en materia de gestión digital en Rusia y coautor del libro The Red Web, historia de la internet rusa, explicó la motivación de las autoridades de la siguiente manera:

The Kremlin’s offensive on the Internet freedoms started in 2012 and over this period they learned a few things. They understand now that the most dangerous content is not generated by some hostile forces from abroad, but inside the country, and this content is not always produced by the opposition or political activists – it might be the news of some incident, like environmental catastrophe or natural disaster, disseminated and shared by ordinary users. And the Sovereign Internet bill is designed to prevent precisely this kind of content from spreading – it requires the installation of the system which would enable the government to control remotely the way the traffic goes in the country, cutting of a particular region from the rest of the country, if necessary.

La ofensiva del Kremlin para restringir las libertades en internet inició en 2012 y en el transcurso de este periodo aprendieron algunas cosas. Ahora, entienden que el contenido más peligroso no es el que genera alguna fuerza hostil proveniente del exterior, sino dentro del país, y este contenido no siempre es creado por la oposición o los activistas políticos –podría ser información de algún acontecimiento, como una catástrofe ambiental o desastre natural, que difunden y publican los usuarios comunes. Y la ley de internet soberana está diseñada para evitar precisamente la difusión de este tipo de contenido –requiere la instalación de un sistema que permitiría al Gobierno controlar remotamente cómo fluye el tráfico en el país, o aislar a una región particular del resto del país, si fuese necesario.

Si bien es fácil retratar a la internet soberana como una creación de una élite madura que se ha desconectado de las realidades digitales de la actualidad, semejante postura puede ser peligrosamente engañosa. Acciones para dividir internet en feudos digitales nacionales que puedan ser controlados de manera más estricta son parte de una tendencia mundial generalizada, no algo que hayan emprendido solo los Gobiernos autocráticos. Soldatov agregó que el Gobierno ruso señala frecuentemente acciones similares en otros lugares para reforzar la legitimidad de sus propias políticas con respecto a internet:

Russian lawmakers love referring to the Western experience in Internet legislation — after all, we got Internet censorship in the country under the pretext of following the British example, as we were told by the Duma. Of course, the concept of the Sovereign Internet is not exclusively Russian —apart from China, there were many European countries that started talking about the need of something sovereign, especially after Snowden’s revelations. But these days, the problem is not what the government could do about the cables and the ways the traffic goes — it’s the content and where it’s stored. In many countries there are debates over how to make global platforms store the data of users in their respective countries: German users of Facebook in Germany, French in France and so on. This could be really dangerous, especially given the fact that to store data closer to users has a practical sense to the platforms as well.

A los legisladores rusos les fascina aludir la experiencia occidental en cuanto a legislación sobre internet se refiere –después de todo, se implementó la censura de internet en el país con el pretexto de seguir el ejemplo británico, según nos dijo la Duma. Por supuesto, el concepto de internet soberana no es exclusivamente ruso –aparte de China, hubo muchas naciones europeas que comenzaron a hablar de la necesidad de algo soberano, particularmente después de las revelaciones de Snowden. Pero en estos días, el problema no consiste en qué podría hacer el Gobierno con respecto a los cables y las formas en que fluye el tráfico –es el contenido y dónde se almacena. En muchos países, debaten cómo lograr que las plataformas globales almacenen la información de los usuarios en sus países respectivos: los usuarios de Facebook alemanes en Alemania, los franceses en Francia, y así sucesivamente. Esto podría ser realmente peligroso, en especial teniendo en cuenta que almacenar información más cerca de los usuarios también tiene un sentido práctico para las plataformas.

No obstante, Soldatov recalcó que la tentación de establecer paralelos entre la «internet soberana» de Rusia y el «gran cortafuegos» de China es engañosa:

The Chinese model of surveillance and censorship was integrated into the Chinese Internet from the beginning, while the Russian Internet was left alone for a very long period of time: from the very beginning in the early 1990s to 2012. It makes things more difficult for the Russian censors, and the most striking difference between the two countries is that blocking isn’t effective in Russia — we have lots of websites banned and blocked, but one could use VPNs and other means to circumvent it pretty easily. The government war with Telegram messenger was also not successful — lots of people still use this messenger, including government officials.

El modelo de vigilancia y censura chino se integró a la internet china desde un principio, mientras que a la internet rusa la dejaron desatendida durante mucho tiempo: desde inicios de la década de 1990 hasta 2012. Esto le dificulta más el trabajo a los censores rusos, y la diferencia más sorprendente entre los dos países es que en Rusia bloquear no es una medida efectiva –existen muchos sitios web prohibidos y bloqueados, pero se podría utilizar un red privada virtual u otros medios para evadirlo fácilmente. La guerra que el Gobierno libró contra la aplicación de mensajería Telegram también fue un fracaso –muchos aún la utilizan, incluidos los funcionarios.

Por lo tanto, la posición altamente integrada de la red rusa dentro de las redes globales podría complicar la introducción de la internet soberana. No obstante, Soldatov indicó que, dado que el 90 % del tráfico de internet rusa se distribuye a través de puntos de intercambio de internet nacionales, el aislamiento de la red rusa podría ser más fácil desde el punto de vista técnico de lo que se había previsto:

As I said, the main idea of the Sovereign Internet is to use it during the crisis, not every day of the week. This means that if the Kremlin will be smart, they could almost avoid financial losses – the costs of introduction of such a system is a different matter.

Como dije anteriormente, la idea principal de internet soberana es utilizarla durante una crisis, no todos los días de la semana. Esto significa que si el Kremlin fuese inteligente, casi podrían evitar pérdidas financieras –los gastos de introducir semejante sistema es un asunto diferente.

Pero introducir ese sistema podría conllevar demasiado tiempo y, según algunas estimaciones, varias decenas de miles de millones de rublos. Ciertamente, la ley estipula que se necesita que se aprueben más de 30 leyes para garantizar que el cumplimiento pleno de sus múltiples disposiciones pueda lograrse para 2021. El 19 de octubre, el portavoz de la presidencia, Dmitry Peskov, incluso admitió en una entrevista que el país no está preparado tecnológicamente para el aislamiento total, esto quiere decir que las disposiciones de la ley se tendrían que implementar gradualmente para garantizar que la «internet soberana» pudiese funcionar sin dificultad. O, podríamos añadir, para evitar el destino burocrático y plagado de escándalos que han tenido las demás iniciativas que regulan el ciberespacio de Rusia, como las denominadas leyes de telecomunicaciones Yarovaya o los intentos frustrados del estado para prohibir Telegram.

Sin embargo, los usuarios de la red rusa son buenos para estar un paso adelante de la situación. Algunos sitios web ya han preparado consejos sobre qué hacer en caso de que aíslen la red; aunque a los expertos les inquieta que la activación del «interruptor de apagado» aislaría a los usuarios rusos de herramientas, como redes virtuales privadas, que utilizan actualmente para evadir los bloqueos del Gobierno. En las redes de medios sociales, esta medida es objeto de burlas o quejas. Lev Perulkov, miembro del popular colectivo de arte MXD, publicó una serie de obras dedicadas a la «internet soberana» en VKontakte, que se viralizó rápidamente. Los usuarios críticos lo bautizaron como «Cheburnet» (#Чебурнет), palabra compuesta por «internet» y Cheburashka, personaje de caricatura popular en la era soviética.

En Rusia, a partir de hoy en adelante, inicia una internet soberana, espiritual y segura que fue desarrollada de acuerdo con los principios de [las novelas distópicas del difunto y famoso escritor soviético] Voinovich: nacionalidad, afiliación de partido, religiosidad, vigilancia y seguridad de estado.

Se solicita a todos los rusos modificar la apariencia de sus computadoras para cumplir con los nuevos estándares gubernamentals.

La internet soberana, entonces, está diseñada para crear una infraestructura digital paralela que puede activarse con solo pulsar un interruptor. Pero aunque eso nunca suceda, las múltiples exigencias que demanda la ley a los proveedores del servicio de internet podrían ayudar al estado aplicar de manera más efectiva su creciente número de leyes que regulan el ciberespacio. Y en ese sentido, es una señal de la época.

«La ley es un arma imponente», afirmó Alexander Zharov, director de Roskomnadzor, durante una entrevista en abril. Pero esperaba que «al igual que las armas nucleares que varios países poseen, esta permanecerá en un estado inactivo».

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