Teatro de Tashkent ofrece vistazo a confinamiento japonés tras la Segunda Guerra Mundial

navoi theatre tashkent

Teatro Navoi en Tashkent, Uzbekistán en 2019. Foto de Filip Noubel.

Un histórico teatro en Asia Central demuestra la conexión entre Japón y Uzbekistán.

El Teatro de Ópera y Ballet Alisher Navoi de Tashkent, Uzbekistán, inaugurado en 1947, es de estilo soviético orientalista y cuenta con 1400 asientos. Se construyó en parte con la ayuda de mano de obra de soldados japoneses prisioneros transportados a Uzbekistán luego del final de la Segunda Guerra Mundial en agosto de 1945.

El teatro en Tashkent ilumina una conexión constante entre Asia Central y Japón, y también el destino de millones de soldados y civiles japoneses varados en todo Asia a fines de la Segunda Guerra Mundial.

Se estima que en agosto de 1945, unos 6.6 millones de soldados, administradores coloniales, colonizadores y otros miembros del Ejército y fuerzas de ocupación japoneses –cerca del 9 % de la población total de Japón– estaban en todo Asia y Oceanía. Con el final de la guerra, todas estas personas se vieron ante el desafío de volver a Japón.

No todos regresaron a Japón de inmediato, si es que regresaron. Por ejemplo, luego de la invasión soviética a Manchuria en 1945, las fuerzas rusas transportaron a 56 000 soldados y civiles que trabajaban para el régimen de ocupación de guerra japonés a campos de trabajo en toda la Unión Soviética. Durante la siguiente década, los internos emprendieron trabajo forzado en construcción de plantas de energía, minería de cobre y construcción de puentes y caminos como una forma de reparación de guerra a la Unión Soviética.

De los soldados y civiles japoneses internados por la Unión Soviética para trabajos forzados en 1945, 25 000 fueron llevados a Uzbekistán. Uno de sus proyectos fue el Teatro Navoi. En el exterior del edificio, aún se puede ver una placa que conmemora sus trabajos.

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Placa al costado del Teatro Navoi que elogia a los trabajadores japoneses que hicieron trabajos forzados. Foto de Filip Noubel.

Si sobrevivían a años de fríos inviernos y duros trabajos con poco alimento, muchos internos japoneses esperarían hasta una década para ser repatriados (引き揚げ) a Japón. La repatriación de 6.6 millones de soldados, colonizadores y otras antiguas fuerzas de ocupación japoneses al final de la guerra fue una iniciativa tremenda. Para lidiar con la afluencia de returnados, el Gobierno japonés instaló centros de repatriación en varios destacados puertos en todo Japón, incluido Maizuru.

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Soldados japoneses repatriados que regresan de Siberia esperan para desembarcar en Maizuru, prefectura de Kyoto, Japón (1946). Foto Wikimedia, Imagen de dominio público.

En esos centros de repatriación, a los retornados se les recibía y procesaba para regresar a sus comunidades de origen, a menudo a un futuro incierto en un Japón que se esforzaba por reconstruirse tras una guerra cataclísmica. Por ejemplo, se sospechada de muchos retornados de ser simpatizantes comunistas tras los años que pasaron haciendo trabajos forzados en la Unión Soviética:

¿HOMBRES O BESTIAS?

Desde hace tiempo tengo la impresión de que la vida era difícil para los soldados japoneses repatriados después de la Segunda Guerra Mundial, pero este pasaje de Nippon Times es brutal.

Al final del artículo se culpa al comunismo, pues los retornados estaban detenidos en campos de prisioneros soviéticos.

El puerto japonés de Maizuru, en la prefectura de Kyoto, geográficamente aislado en la costa sur de Japón, acogió al único centro de repatriación hasta que cerró sus puertas en 1958 y terminó la repatriación a gran escala. En total, 346 barcos con aproximadamente 660 000 personas llegaron a Maizuru entre 1945 y 1958.

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Reconstrucción de muelle en donde estaba el antiguo muelle de la Oficina de Ayuda a los Repatriados de Maizuru en Taira, Maizuru, prefectura de Kyoto, a donde fueron repatriados los returnados, Se pueden ver restos de atracaderos en la bahía. Foto de Nevin Thompson.

Hoy, el Museo de Conmemoración de la Repatriación de Haizuru en Maizuru, Kyoto, documenta la historia de internamiento en la Unión Soviética de posguerra y la repatriación de soldados y civiles japoneses. Los objetos que se muestran en el museo incluyen una obra que retrata una relación entre Japón y Uzbekistán que ha evolucionado con el tiempo «desde detención a intercambio (amistoso)» (抑留から交流ヘ). En 2020, Maizuru alojará al equipo nacional olímpico de lucha libre de Uzbekistan.

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Afiche que anuncia exhibición sobre detención de japoneses en Uzbekistán. Foto de Nevin Thompson.

También hay orgullo en Japón sobre la contribución que los internos hicieron a Uzbekistán. Una página web archivada en el sitio web web de la casa comercial japonesa Marubeni afirma:

When the great earthquake occurred in 1966 that toppled most of the buildings in the city, only the Navoi Theater escaped unscathed, clearly demonstrating the architectural skills of Japan.

Cuando ocurrió el gran terremoto en 1966 en el que se derrumbaron la mayoría de edificios en la ciudad, solamente el Teatro Navoi quedó intacto, lo que claramente demuestra los conocimientos arquitectónicos de Japón.

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