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Riesgo enraizado en época colonial pesa en esfuerzos de reconstrucción de Bahamas tras huracán Dorian

Categorías: Caribe, Bahamas, Desarrollo, Desastres, Economía y negocios, Historia, Medios ciudadanos, The Bridge

Agentes de operaciones aéreas y marítimas del Servicio de Fronteras y Aduanas de Estados Unidos reailzan operaciones de búsqueda y rescate en la isla de Ábaco y Marsh Harbor Bahamas el 5 de septiembre de 2019. Las islas fueron devastadas por el huracán Dorian. Foto [1] de Kris Grogan. Obra del Gobierno de Estados Unidos [2].

Este artículo también se publicó en The Conversation [3]. Los autores han dado autorización especial para que se publique por separado en Global Voices.

Por Jason von Meding [4], David O. Prevatt [5] y Ksenia Chmutina [6]

Cuando el huracán Dorian tocó tierra en la isla de Gran Ábaco en Bahamas el 1 de septiembre de 2019, llegó con vientos de casi 300 kilómetros y una marea de tormenta de seis metros. Un día después asoló Gran Bahama durante 24 horas.

Entre las dos islas, la tormenta llevó “devastación generational”. [7] Miles de casas quedaron arrasadas, las torres de telecomunicaciones quedaron destruidas, y los caminos y pozos quedaron muy dañados. El costo para Bahamas se ha estimado hasta en 7000 millones de dólares [8] —más de la mitad de la producción nacional anual del país.

Pero no todas las estructuras y comunidades en la ruta de Dorian quedaron igualmente afectadas. La Red de Reconocimiento de Hechos Extremos Estructurales, o StEER [9] –grupo de investigación en el que participan los autores de este artículo– encontró que aunque la falla estructural fue generalizada [10], las casas construidas intencionalmente para resistir vientos fuertes y mareas de tormenta se desempeñaron mucho mejor.

El problema es que no todo el mundo tiene acceso a una casa que pueda resistir una tormenta como Dorian. Las diferentes formas en que Abaco y Gran Bahama fueron afectadas por el mismo suceso es un ejemplo de cómo los impactos de los desastres están enraizados en el desarrollo histórico de la sociedad [11].

Esto ocurre en todo el mundo una y otra vez. Para entender realmente lo ocurrido en Bahamas —y determinar cómo se debería reconstruir— se necestia ve cómo se ha desarrollado la sociedad ahí.

Narrativas dominantes (y seguras)

Ciertas narrativas tienden a dominar los medios de comunicación después de los desastres: muerte y destrucción [12], héroes que van al rescate [13] y «villanos» que supuestamente capitalizan la miseria [14] o son culpables de la calamidad. En años recientes, también se ha destacado lo que podría llamarse una narrativa de crisis del clima [15] que vincula los desastres con el cambio climático.

Pero a veces podemos aprender más si examinamos las narrativas que no están presentes.

A menudo falta el contexto histórico de injusticia, discriminación y desigualdad, experimentado a través de estructuras sociales que causan daño a algunos [16]. Este contexto informa el riesgo actual.

En las Bahamas, vemos este tipo de riesgo acumulado más claramente entre los haitianos que viven en el extranjero y los estigmatizados bahameños haitianos [17], que enfrentan muchas barreras para participar plenamente en la sociedad [18].

[19]

Ingenieros del grupo de investigación Hechos Estructurales Extremos a través del grupo de reconocimiento inspeccionaron edificios dañados después del huracán para ver cómo se produjeron las fallas. Foto de Justin Marshall [20] (CC BY 4.0).

El daño más catastrófico de Dorian ocurrió en comunidades como «The Mudd», un barriada que alberga a la mayor comunidad de inmigrantes haitianos del país, donde la tierra no es propiedad de los habitantes y la supervivencia diaria es primordial. La gente allí cambia el riesgo que presentan los huracanes masivos por la necesidad de un lugar para vivir.

Este intercambio solamente puede entenderse como parte de la historia de la creación de riesgos [21].

Los riesgos naturales no son desastres

Los desastres no son «acontecimientos naturales [22]«; son procesos a largo plazo de riesgo e impacto acumulados. Sí, la naturaleza muestra su fuerza inquebrantable a través de los terremotos y los tsunamis. Pero en sus impactos diferenciales se puede ver los desastres en realidad como manifestaciones sociales y políticas de injusticia [23]. En las Bahamas, la desigualdad, la pobreza, la ideología política, las relaciones de clase y de poder conducen a la acumulación de riesgos desiguales [24] que hacen que algunas personas sean considerablemente más vulnerables que otras.

Por cada edificación inadecuada, hay contexto social.

El mismo fenómeno se produce en todo el Caribe [25] –en Puerto Rico [26], Haiti [27], Dominica [28]— y en todo el mundo como una prolongada división de clases [29].

Por supuesto, la gente sabe que la vivienda en el Caribe a menudo está mal preparada para los huracanes [30]. Esto está relacionado con las inapropiadas elecciones de diseño estructural [31] y la limitada aplicación de los códigos de construcción. Ambos problemas han sido supuestamente resueltos en el papel, pero las mejores soluciones técnicas muy a menudo no logran lidiar con las realidades sociales y políticas –y las causas fundamentales de los desastres.

Dos casas juntas –solamente una sobrevivió a la marea de tempestad. Daniel Smith, Red de Reconocimiento de Acontecimientos Extremos Estructurales. Foto proporcionada por los autores y utilizada con autorización.

Lo que tornó al huracán Dorian en un desastre épico, sobre todo en lugares como The Mudd, fue la falta de acceso a lso recursos necesarios para lograr el bienestar todos los días y seguridad durante la tormenta.

Riesgo acumulado en Bahamas

Cuando los europeos llegaron en 1492, cometieron atrocidades [32] contra los pueblos indígenas que ahí vivían. El Caribe se convirtió rápidamente en un sitio para sostener y proteger las circulaciones coloniales de bienes, dinero y esclavos [33]. Entre los siglos XVI y XIX, se estima que cinco millones de africanos [34] fueron esclavizados y transportados al Caribe. La mitad terminó en posesiones territoriales británicas, como las Bahamas.

La colonización creó las condiciones para los niveles crónicos de riesgo [35] que vemos hoy en día entre los descendientes de los esclavos.

Grabado que representa desembarco de Cristóbal Colón en La Española. Su expedición desembarcó originalmente en las Bahamas y se encontró con los lucayos, que fueron eliminados junto con unos 12 a 15 millones de indígenas en todo el Caribe. Theodor de Bry/Biblioteca del Congreso [36].

Aunque la esclavitud fue abolida en estos territorios en la década de 1830 [37], la mayoría de descendientes de esclavos permanecieron endeudados y fueron obligados a realizar trabajos agrícolas de bajo salario para terratenientes ausentes, en su mayoría blancos. Las desigualdades, las injusticias y la discriminación se institucionalizaron así en las colonias, y continúan en gran parte en de las sociedades ahora independientes.

Junto con la invasión, la conquista y la colonización, las vulnerabilidades contemporáneas [38] en las Bahamas reflejan las actitudes históricas de dejar hacer para abordar el riesgo a largo plazo. Esta es la base de las estructuras contemporáneas de gobernabilidad, sociedad y economía, y gran parte de las razones por las que actualmente los bahameños pobres, los haitianos y los bahameños haitianos luchan por sobrevivir [39].

¿Cómo podemos mejorar?

Pasar a la fase de recuperación de Dorian es desalentador. Las comunidades afectadas necesitan apoyo no solamente para volver a la «normalidad», sino para abordar la injusticia estructural. La probabilidad de que se produzcan tormentas más fuertes bajo el cambio climático [40] –y que los impactos se distribuyan principalmente entre los más marginados– sigue aumentando.

Un enfoque de la recuperación y la reconstrucción que tenga en cuenta la historia y la sociedad podría abordar las necesidades de vivienda e infraestructura, y también cuestiones más amplias de equidad y justicia.

La comprensión de los orígenes del riesgo puede servir de base para tomar mejores decisiones sobre la reconstrucción [41] (o no). Irónicamente, los más vulnerables a menudo siguen sin tener más opción que vivir en las zonas más expuestas [42].

Los códigos de construcción, las políticas de planificación y las estrategias de diseño óptimas son fundamentales. Gran parte del conocimiento estructural [43] detallado sobre resistencia a los huracanes está probado y disponible –pequeños cambios de diseño marcan una diferencia sustancial.

Pero sin un plan para lograr la equidad y establecer los derechos básicos y el acceso para todos, las soluciones servirán principalmente a los privilegiados. Es probable que se refuercen los patrones coloniales de desplazamiento, dependencia y desventaja.

Dorian, como tantos otros recientemente, fue una tormenta monstruosa. Pero culpar de los desastres a la naturaleza –o al cambio climático inducido por el hombre– permite a quienes tienen el poder de mantener las cosas como están y evitar su responsabilidad por los fracasos del desarrollo

Jason von Meding [4] es profesor asociado del Instituto de Florida para la Resistencia del Medio Ambiente Construido en la Universidad de Florida y coanfitrión del podcast Desastres: Deconstruido. David O. Prevatt [5] es profesor asociado de ingeniería civil en la Universidad de Florida y director asociado y copatrocinador del Premio Eager de la Fundación Nacional de Ciencias #1841667. Ksenia Chmutina [6] es profesora titular de Urbanismo Sostenible y Resistente en la Universidad de Loughborough y coanfitriona del podcast Desastres: Deconstruido.