Los idiomas mantienen relaciones entre sí desde hace cientos de años. Basta con pensar en la palabra «bar», que proviene del inglés. Hoy en día, utilizamos este préstamo lingüístico —es decir, una palabra extranjera que se adopta sin traducirla— con total naturalidad.
Estos préstamos suelen originarse con la inmigración, el comercio y los intercambios, cuando las personas se enfrentan a diferentes lenguas y culturas. En estas interacciones, el vocabulario se adapta en función de la situación.
Lo mismo pasa con el yoruba. Esta lengua es hablada por alrededor de 40 millones de personas en Nigeria y ha sido influenciada por el inglés que hablaban los colones británicos que ocuparon el país entre 1914 y 1960.
Más de la mitad del vocabulario de este idioma proviene del inglés. Por ejemplo, la palabra cup fue adaptada como kó̩ò̩pù; la palabra phone, como fóònù; ball se dice bó̩ò̩lù, y television, te̩lifís̩ó̩ò̩nù.
Estos préstamos del inglés fueron ampliando el vocabulario del yoruba con el paso del tiempo. En algunos casos, el yoruba también toma palabras del hausa, hablado por 44 millones de personas en el norte de Nigeria. A su vez, este idioma utiliza muchos préstamos del árabe, como las palabras àlùbáríkà (bendición), àlùbó̩sà (cebolla) y wàhálà (problema).
El encanto de los préstamos lingüísticos en el caso del yoruba es que los hablantes los usan en sus conversaciones cotidianas a medida que se van integrando a la lengua. No es raro escuchar frases como «Bá o̩mo̩ ye̩n mú bó̩ò̩lu è̩», es decir, «Ayuda al niño a agarrar la pelota». Aunque la palabra subrayada (bó̩ò̩lu) no sea de origen yoruba, los hablantes terminan apropiándosela.
Uno de los desafíos del idioma yoruba en relación con los préstamos lingüísticos es el hecho de que a los hablantes nativos les encanta traducir palabras al inglés mientras hablan su propio idioma. El caso de la palabra àkàrà es muy ilustrativo: muchos suelen reemplazar este término con su traducción inglesa (bean cake), sobre todo si hablan con extranjeros.
El empleo de palabras en su forma original ayuda a que la cultura del idioma de origen se difunda a través de otra lengua. Por ejemplo, nadie hace alusión a la especialidad japonesa del sushi con otro nombre: el sushi es sushi.
Si lo mismo sucediera con un buen número de palabras del yoruba, esta lengua y cultura podría expandirse más allá de Nigeria y de las zonas en donde se habla este idioma. Tomemos, por ejemplo, el término àmàlà. Se trata de una famosa comida yoruba, incluso para quienes viven en el extranjero. Si los hablantes del yoruba insistieran más en su uso, este término podría incorporarse fácilmente al léxico de otros idiomas. La traducción yam flour («harina de ñame») le quita estatus y la priva de su «yorubanidad».
Por el contrario, la palabra inglesa fanimorious, derivada del yoruba, está ganando popularidad y ya aparece en el Urban Dictionary. Significa «atractivo» o «bonito» y proviene de la palabra fanimó̩ra.
Esta adaptación puede explicarse desde un punto de vista fonomorfológico: en yoruba las palabras no pueden terminar en consonante ni contener grupos consonánticos. Es por eso que se agregó el sufijo -ious a la raíz fanimó̩r-. Sin embargo, lo importante es que esta palabra proviene del yoruba, lo que puede considerarse una victoria para este idioma.
Últimamente, se han añadido varias palabras de origen nigeriano al Oxford English Dictionary.
El idioma yoruba podrá crecer solo con la ayuda de sus hablantes; su empleo en los medios de comunicación también es importante, dado que el mundo de hoy está cada vez más digitalizado. Una mayor presencia digital favorecerá el desarrollo de la investigación sobre el idioma de Nigeria y el Congo.