“Françafrique” es un término que describe la relación histórica entre Francia y sus ex colonias en África Subsahariana. Como la mayoría de creaciones coloniales y post coloniales, fue poco cuestionada en Francia durante décadas, pero ahora la idea de Françafrique es abiertamente discutida en Francia y en África.
Este término que une las palabras Francia y la palabra francesa para África se remonta al año 1955 y se le atribuye al presidente Félix Houphouët-Boigny, que usó el termino para resaltar las buenas relaciones entre Francia y sus ex colonias, y abarca en un sentido mas amplio las relaciones políticas, económicas, militares, culturales y lingüísticas entre Francia y los países que estuvieron bajo dominio o influencia francesa: Benín, Burkina Faso, República Centroafricana, Chad, Comoros, Costa de Marfil, Yibuti, Gabón, Guinea, Madagascar, Malí, Mauritania, Níger y Senegal.
La mayoria de estos 21 países son independientes, la mayoría desde la década de 1960, pero el concepto de Françafrique aún se debate con las siguientes preguntas: ¿quien diseño el esquema para estas múltiples relaciones? ¿Quién y cómo se benefician? ¿Cuales son los verdaderos motivos de los involucrados, declarados y ocultos? ¿Qué futuro le aguarda a esta relación en el siglo XXI? ¿Françafrique es aún relevante y necesario?
Por supuesto que en un mundo poscolonial, son muchos los puntos de vista conflictivos, divisorios y en constante evolución en el tiempo y lenguaje. El proceso de reconocimiento, asimilación y superación del trauma de la colonización es, sin duda, muy profundo y doloroso.
La evolucion del concepto
Luego de la Segunda Guerra Mundial, una ola de movimientos en favor de la independencia arrasó por las colonias en África y Asia, y obligó a Francia a reconocer la legitimidad del derecho a la autonomía.
Sin embargo, Francia se había enriquecido con la explotación de fuentes de energía y minas en sus colonias y deseaba conservar el acceso a dichos privilegios. París, preocupada por su imagen como potencia mundial, vio al África Subsahariana como su pré carré, su patio trasero, pues conservó bases militares como protección contra la influencia soviética y estadounidense. El general Charles de Gaulle, entonces presidente de Francia, vio una oportunidad de mantener la influencia francesa en África Subsahariana con una red de relaciones que le permitiera conseguir sus propósitos económicos, diplomáticos, ideológicos y políticos.
Ya bien entrada la década de 1990, se utilizaba la moneda africana para financiar de forma oculta a partidos políticos de Francia, emisarios africanos viajaban con maletas llenas de dinero para buscar, independientemente de quién ganara la elección, fortalecer la lealtad a los políticos franceses y apoyar a los jefes de estado africanos. La legislación en la financiación de partidos políticos fue enmendada en la década de 1990, pero existe evidencia de que la práctica continuó después de ese periodo.
Al final de la década de 1990, el concepto de Françafrique comenzó a ser discutido en Francia. Un influyente ensayo en 1998 titulado “Françafrique, el mayor escándalo de la República”, el economista y activista François-Xavier Verschave expuso los aspectos de esta red de políticas que estuvieron cuidadosamente camufladas por mucho tiempo. Para Verschave el término también incluye un gracioso juego de palabras –«fric» es una jerga en francés que significa «dinero».
Ningún presidente francés cuestionó públicamente el concepto de Françafrique hasta 2012, cuando el presidente François Hollande dijo que era el momento de poner fin a Françafrique. Sin embargo, conservando la influencia de Francia, sobre todo para avanzar sus propios intereses de seguridad, sigue siendo hasta hoy una prioridad para los políticos franceses.
Varios puntos de vista sobre Françafrique, desde la nostalgia del periodo colonial (especialmente entre los derechistas) hasta la critica abierta a sus políticas se desataban a menudo en investigaciones de medios, y cada vez más en las universidades, la sociedad y activistas de ONG y lideres de la comunidad franco-africana. El creciente rechazo a la influencia francesa se manifesta en el movimiento por la restitución de materiales artísticos africanos y propuesto cada vez más por activistas como Kemi Seba, de Benín, que se convirtió en la cara del emergente sentimiento antifrancés en África Occidental francófona.
Un pilar clave para Françafrique: el franco CFA
Uno de los elementos centrales de la política francesa en África Subsahariana fue la creación del franco CFA en 1945 (franco de la comunidad financiera africana), que se convirtió en la moneda de las colonias francesas en África Subsahariana.
El franco CFA estaba vinculado al franco francés y luego al euro. Se crearon dos monedas separadas: el franco de África Central, para Camerún, la República Centroafricana, Chad, República del Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón, y el franco de África Occidental para Benín, Burkina Faso, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Mali, Níger, Senegal y Togo. Sin embargo, en la practica ambas monedas estaban en paridad y eran intercambiables..
París ordenó a los bancos centrales africanos mantener entre el 50 y 65 % de sus reservas extranjeras en el Banco Central de Francia para garantizar la convertibilidad del CFA a un tipo de cambio fijo.
El 22 de diciembre de 2019, Francia y ocho gobiernos del África Occidental anunciaron que reemplazarían el franco CFA con una nueva moneda, aún vinculada al euro, llamada eco. El anuncio creó confusión, ya que el eco fue lanzado por primera vez por seis estados miembros de una de las mayores uniones económicas de África, la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO). El objetivo final es tener una moneda común en la mayor parte de África Central y Occidental, como lo explica el economista camerunés Martial Ze Belinga:
In a way, we now have two Ecos. One that the 15 African countries voted for and whose name was already decided in 2003. And today there is a new Eco which France and the West African Economic and Monetary Union (WAEMU) countries have chosen — independently of the others. This seems astonishing. One could at least have waited for them to give their approval.
En cierto modo, ahora tenemos dos ecos. Uno por el que votaron los 15 países africanos y cuyo nombre ya se decidió en 2003. Y hoy hay un nuevo eco, que Francia y la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMAO) han elegido, independientemente de los demás. Esto parece asombroso. Al menos uno podría haber esperado a que dieran su aprobación.
Valoracion del rol del franco CFA
El anuncio del fin del franco CFA ha reactivado el debate sobre el legado del colonialismo francés. La pregunta ha sido si el franco CFA benefició el desarrollo de las economías de África o¿Occidental y Central, o si permitió a Francia manipular las economías locales y los sistemas políticos, y reprimió el desarrollo de esta región.
Los partidarios de la política del franco CFA argumentan que el sistema permitió una inflación y una estabilidad financiera relativamente bajas y que los fondos depositados en el Banco Central Francés generaron intereses que se transfirieron a los Gobiernos africanos. Cualquier país podría haber abandonado temporalmente la zona del franco CFA, como lo hizo Malí entre 1962 y 1984, o irrevocablemente, como fue el caso de Guinea, Mauritania y Madagascar. Los partidarios también sostienen que si bien el franco CFA podría imprimirse en Francia, las monedas de otras naciones africanas se imprimen en países como el Reino Unido y Alemania.
El periodista nigeriano David Hundeyin advierte que los líderes populistas a menudo se apropian del debate sobre el franco CFA:
A rather unhelpful effect of the framing around the CFA conversation is that France is often typecast as the quintessential colonial power hanging on to its empire by all means, which fits in neatly with the narrative of the CFA Franc being a tool for French neo colonial subjugation in the 21st century. In fact, France is a remarkably different country now to what it was in the mid-20th century.
Un efecto poco útil en el marco de la conversación del CFA es que Francia a menudo se encasilla como el poder colonial por excelencia que se aferra a su imperio por todos los medios, lo que encaja perfectamente con la narrativa del franco CFA como una herramienta para la subyugación neocolonial francesa en el siglo XXI. En realidad, Francia es ahora un país notablemente diferente a lo que era a mediados del siglo XX.
Por otro lado, los críticos de la política del franco CFA lo censuran por ser una forma encubierta de colonialismo financiero, mientras que algunos han utilizado el lema «impuesto de la era colonial francesa» para describir el depósito obligatorio de reservas financieras en el Banco Central de Francia, que en 2015 representó 14 000 millones de euros.
Es cierto que, durante años, París exigió representantes en los directorios de muchos bancos centrales africanos, lo que generó preocupaciones legítimas sobre la independencia en la toma de decisiones. El economista senegalés Demba Moussa Dembele también señaló que, según este sistema, los «países africanos se ven privados de sus activos líquidos». Dembele señala que el sistema de convertibilidad ha permitido la fuga de grandes cantidades de capital africano de regreso a Francia en tiempos de crisis. En general, concluye que el problema es de soberanía, es decir, que cada país debe tener control total sobre su propia moneda.
Para el economista togoleño Kako Nubukpo, el problema principal es que las políticas financieras continúan dictadas por el Banco Central Europeo y reflejan un modelo de desarrollo europeo que tiene poca relevancia para las economías africanas:
Je ne pense pas que nos pays puissent se développer en pratiquant la politique monétaire de l’Allemagne. Or la situation est bien celle-là. Notre arrimage à l’euro nous contraint à pratiquer la politique monétaire d’un pays fort dans des économies faibles. Cela revient à taxer les exportations et à subventionner les importations.
No creo que nuestros países puedan desarrollarse practicando las políticas monetarias de Alemania. Pero esa es la situación. Al estar vinculados al euro, hemos forzado la política monetaria de un país fuerte a una economía débil. Esto equivale a gravar las exportaciones y subsidiar las importaciones.
Sobre las preocupaciones de Dembele, Nubukpo también señaló:
Puisque il n’y a pas de limites à la convertibilité, les élites locales ont tout loisir de placer leur argent sur un compte étranger ou d’acheter un appartement parisien. C’est le point central. Nous avons des élites rentières qui n’ont pas intérêt à faire évoluer ce système. En Guinée équatoriale, la moitié du PIB est transféré à l’étranger pour rémunérer la propriété du capital. C’est considérable.
Como no hay límite para la convertibilidad, las élites locales son libres de depositar su dinero en una cuenta en el extranjero o comprar un apartamento en París. Este es el tema central. Tenemos élites que viven de los ingresos de sus propiedades y no tienen interés en cambiar el sistema. En Guinea Ecuatorial, la mitad del PIB se transfiere al exterior para apoyar la compra de propiedades. Es considerable.
El economista senegalés Ndongo Samba Sylla hace una comparación con las excolonias francesas en África del Norte y señala:
The CFA franc is characterised as a credible and stable currency, a significant virtue given the experience of most currency-issuing African nations. This counter-argument is, however, flawed: experience shows that nations like Morocco, Tunisia and Algeria, which post-independence withdrew from the franc zone and minted their own currency, are stronger economically than any user of the CFA franc.
El franco CFA se caracteriza por ser una moneda creíble y estable, una virtud importante dada la experiencia de la mayoría de las naciones africanas emisoras de divisas. Sin embargo, este contraargumento es defectuoso: la experiencia muestra que naciones como Marruecos, Túnez y Argelia, que se retiraron de la zona franca después de la independencia y acuñaron su propia moneda, son más fuertes económicamente que cualquier usuario del franco CFA.
Más allá de los argumentos económicos, el tema también trata sobre un debate público sobre el pasado colonial de Francia, o que no hay pasado colonial. Tal como observa el escritor y periodista senegalés Boubacar Boris Diop:
“To be frank, the meek silence of Francophone African intellectuals is the main reason why French public opinion thinks there is nothing wrong with Françafrique.”
Para ser sincero, el manso silencio de los intelectuales africanos francófonos es la razón principal por la que la opinión pública francesa cree que no hay nada malo con Françafrique.