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Rusos protestan contra tortura tras sentencia a «celula terrorista»

Categorías: Europa Central y del Este, Rusia, Activismo digital, Derechos humanos, Medios ciudadanos, Política, Protesta, RuNet Echo

«»¡Alto a la tortura! Caso de la Red» se lee en esta pancarta de manifestante fuera de la sede del FSB en Moscú, 14 de febrero de 2020. Foto (c): Marc Bennetts. Usada con autorización.

Un juicio celebrado en la ciudad rusa de Penza, al sudeste de Moscú, puso fin a una de las causas penales más inquietantes de los últimos años en el país. El lunes 10 de febrero, siete anarquistas y antifascistas fueron condenados a largas penas de prisión en virtud del artículo 205.4 del Código Penal ruso, por «participar en actividades terroristas», junto con varias acusaciones por drogas y armas. El menor, Ilya Shakursky, tiene sólo 23 años; el mayor, el músico Vasily Kuksov, tiene 31 años. Sus penas de prisión van de seis a 18 años. La duración de estas sentencias, 87 años en total, ha conmocionado al país: los 18 años que se le han dado a Dmitry Pchelintsev son mayores que algunas sentencias recibidas por asesinos condenados en Rusia.

El «Caso de la Red», que lleva el nombre del grupo terrorista al que supuestamente pertenecen los jóvenes, ha dado lugar a un debate nacional sobre el uso de la tortura por los órganos de orden público de Rusia. Destacados defensores de derechos humanos sostienen que las pruebas clave de la existencia de la Red se obtuvieron mediante tortura. En la semana de la sentencia, cientos de manifestantes han mantenido piquetes solitarios frente a la sede del FSB, el servicio de seguridad ruso, en Moscú y en varias otras ciudades. Organizaron una protesta en línea con las etiquetas делосети (Caso de la Red), #мывсевсети [1] (Todos somos la Red), #судебныйбеспредел [2] (Tribunales sin ley), y #НетПыткам [3] (No a la tortura).

El caso de tortura de la «Red» es una historia de miedo. Asustado por la histeria, el FSB quiere que estas duras sentencias aterroricen a alguien que han invocado en medio de sus propios horrores. Pero en realidad, todo esto ha hecho que la gente se convenza de que el FSB se ha vuelto salvajemente histérico, inestable, miope y vicioso..

Esos relatos no son raros en la Rusia de hoy. Según una encuesta realizada por el Centro Levada en 2019, hasta uno de cada diez rusos [5] afirma haber sido torturado a manos de las fuerzas del orden, mientras que un análisis de los datos judiciales [6] en 2018 indicó que la mayoría de autores soalmente enfrenta repercusiones leves. El caso de la Red se ha visto empañado por acusaciones de tortura desde el inicio, en consonancia con la dura represión de los anarquistas y grupos antifascistas [7] en los últimos años.

A mediados de octubre de 2017, Yegor Zorin, estudiante de Penza, fue detenido y acusado de conspiración terrorista. Sus conocidos sugirieron que había sido torturado mientras estuvo detenido, cuando se hicieron las primeras acusaciones de la existencia de la Red. Luego, en enero de 2018, dos antifascistas rusos, Viktor Filinkov e Igor Shishkin, desaparecieron en San Petersburgo. Filinkov declaró que los agentes del FSB le exigieron que admitiera su pertenencia a una célula terrorista conocida como la Red, junto con varios conocidos de Penza, que habían sido detenidos en 2017. Más tarde dio un testimonio detallado de tortura [8] y se retractó de su confesión. Shishkin, por otra parte, no hizo ninguna acusación contra las autoridades a pesar de que un informe médico indicaba signos de tortura. En cambio, se declaró culpable y estuvo de acuerdo con el relato de los hechos de los investigadores. Fue condenado a tres años y medio de prisión. En 2019, la Red fue designada oficialmente como una organización extremista.

Los jóvenes de Penza [9] a quienes Filinkov incriminó eran un grupo de activistas locales de la escena anarquista y antifascista de Penza. Según la publicación independiente Novaya Gazeta, hay razones para creer [10] que varios miembros del grupo no se conocían entre ellos. Otros acusados habían filmado videos de ellos tocando AirSoft, que fue presentado por la fiscalía como prueba de entrenamiento militar para preparar los ataques. Los investigadores también afirmaron que el grupo, que según ellos tenía células en Belarús, San Petersburgo y Moscú, planeaba tener como objetivo la Copa Mundial de Fútbol de 2018 y las elecciones presidenciales en Rusia, cargos que no se incluyeron en la causa final en su contra.

Varios miembros del grupo, como Ilya Shakursky [11], Dmitry Pchelintsev [12] e Ilya Kapustin [13], también proporcionaron testimonios detallados de tortura a manos de agentes del FSB, todos sostienen severas palizas y descargas eléctricas en todo el cuerpo. No obstante, el comité de investigación de Rusia se negó repetidamente [14] a abrir una investigación exhaustiva sobre las denuncias de tortura; en 2018, los funcionarios llegaron incluso a la conclusión [15] de que los moretones y las marcas de electrocución en el cuerpo de Kapustin eran el resultado de picaduras de chinches:

Estos testimonios gráficos y a menudo inquietantes han resonado en una sociedad ya profundamente perturbada por la falta de responsabilidad de los funcionarios del Estado. Las creencias políticas de los condenados también provocaron un examen de conciencia entre la oposición sobre el significado de la solidaridad. En marzo de 2018, el corresponsal de la Novaya Gazeta, Yan Shenkman, pidió a los rusos que comprendieran [16] que, independientemente de sus diferencias políticas, el caso de la Red sienta un inquietante precedente para todos los ciudadanos:

В Петербурге и Москве есть выработанные механизмы помощи. Есть независимые журналисты, правозащитники. В Пензе ничего похожего нет. Имеет значение и среда. «Болотное дело», по которому село много леваков, в том числе я, было важным для всей либерально-демократической оппозиции. Это история, понятная среднестатистическому журналисту из столицы. А тут люди, которых обвиняют по очень жестким статьям. Не либералы. Не московские активисты. Нужно прорывать предубеждение по отношению к ним […] Но это дело не про анархизм и даже не про антифашизм, а про то, что завтра могут прийти и за тобой — по любому поводу. Электрошокер не отличает своих от чужих.

En San Petersburgo y Moscú se han desarrollado sistemas de asistencia. Hay periodistas independientes y defensores de derechos humanos. Eso no hay en Penza. El contexto también importa. El caso Bolotnaya [17], en el que se condenó a muchos izquierdistas, incluido yo mismo, fue importante para toda la oposición liberal-democrática. Fue una historia que el periodista promedio de la capital podía entender. Y aquí hay gente que se enfrenta a acusaciones extremadamente duras. No son liberales. No son activistas de Moscú. Tenemos que cortar con los preconceptos hacia ellos […] Este caso no es sobre el anarquismo y ni siquiera sobre el antifascismo, sino sobre el hecho de que mañana, podrían venir por ti –por cualquier razón. El electrochoque no distingue entre «nosotros» y «ellos».

Esa solidaridad tardó en materializarse. Pero en los dos años transcurridos desde la columna de Shenkman, el caso ha llegado a una mayor conciencia pública. En diciembre de 2018, la célebre compañía teatral Teatr.Doc puso en escena una producción [18] basada en los testimonios de tortura de los acusados de Penza. El 12 de febrero, destacados académicos publicaron una carta abierta [19] contra el caso «fabricado», y al día siguiente el destacado activista opositor Alexey Navalny criticó duramente [20] la «bárbara» sentencia del tribunal en su popular canal de YouTube. Esta publicación de Dmitry Bavyrin, periodista del periódico Vzglyad, es una buena indicación del estado de ánimo de la oposición rusa en Internet:

Я не пытался разобраться в деле «Сети», так что присяжным могу быть только на поверхностном уровне.

Верите ли вы, что компания «антифашистов» и анархистов обсуждала на пьянках и в мессенджерах гипотетическую возможность насильственного свержения государственного строя? Да, легко верю.

Верите ли вы в то, что фсбэшники могли применять к задержанным по этому делу пытки? Да, легко верю.

Что, по вашему мнению, представляет большую общественную опасность – разговоры студентов про свержение режима или пытки в СИЗО? Разумеется, второе.

— Dmitry Bavyrin, Facebook, 14 February 2020 [21]

No he intentado indagar en los detalles del caso de la «Red», ya que solamente puedo actuar como jurado a nivel superficial.

¿Crees que, con mensajeros o con unas copas, un grupo de antifascistas y anarquistas podría hipotéticamente discutir la posibilidad de derrocar al Estado por medios violentos? Sí, puedo creerlo fácilmente.

¿Cree que los oficiales del FSB podrían aplicar la tortura a sus detenidos en este caso? Sí, puedo creerlo fácilmente.

¿Cuál, en tu opinión, representa un mayor peligro para la sociedad: las charlas de los estudiantes sobre el derrocamiento del régimen o la tortura en los centros de detención. Creo que es la segunda.

El popular videobloguero Yury Dud expresó un sentir similar, junto con una película de Yevgeny Malyshev, periodista del medio independiente 7×7, sobre el caso. Presenta entrevistas con más de 40 conocidos de los condenados.

Deben ver esta película. No hay heroísmo de los acusados (entre los que hay algunos tipos totalmente problemáticos), solamente una investigación paso a paso del caso. Y es ese análisis paso a paso el que hará que se te pongan los pelos de punta aún más..

No es de extrañar que algunas de las voces más fuertes que dan la alarma por la sentencia sean del ala izquierdista de la oposición rusa, como el activista Sergey Udaltsov y el cantante Kirill Medvedev. En los carteles colocados en el exterior del edificio del FSB en Moscú, a menudo aparece el logo de la oposición RSD, o Movimiento Socialista Ruso [24]. La sentencia en el caso de la «Red» también llega en un momento de resonancia para los antifascistas rusos –un mes después del décimo aniversario del asesinato [25] del abogado antifascista de derechos humanos Stanislav Markelov y la periodista Anastasia Baburova.

Las reacciones a la sentencia también sugieren que la oposición rusa es consciente de que, independientemente de sus diferencias políticas, la amenaza (y a veces la experiencia) de la tortura los une. Las comparaciones con los juicios de espectáculos estalinistas [26] no son poco comunes. El 9 de febrero, el político independiente Alexey Minyaylo publicó una foto en la que sale [27] con una pancarta en la que se pregunta «¿Qué confesarías bajo tortura?». Pronto recibió una respuesta de Ildar Dadin, quien en 2015 se convirtió en el primer ruso en ser encarcelado por la repetida violación de la draconiana ley del país sobre la protesta no violenta. Dadin, que fue liberado en 2017, afirmó brutal tortura a manos de sus guardias [28] en una colonia penitenciaria de Carelia, en el noroeste de Rusia. Su respuesta motivó este trauma:

Во-первых, я бы слово «признался» поставил в кавычки. Так как лжеоговаривать себя под пытками в том, к чему тебя принуждают преступники-террористы, в том, чего ты не совершал, вряд ли можно назвать признанием.
Во-вторых, я – тоже сломался. В карельской пыточной колонии, во время дикой физической пытки […] В итоге скажу лишь, что под страшными, сопровождающимися долгой, дикой, сводящей с ума болью, уверен, абсолютное, подавляющее большинство не только скажет чего угодно, чего не было на самом деле, но и готово будет прямо предать, оговорить САМЫХ БЛИЗКИХ (как бы это дико для нормальных людей не звучало). Так как когда ты испытываешь дикую, непрекращающуюся боль в тебе выключается все человеческое, выключаются все человеческие принципы, понятия, нормы морали – они просто тонут во все нарастающем под этой болью животном инстинкте, который требует, орет, кричит лишь одно – прекратить эту дикую, невыносимую, сводящую с ума, буквально выключающую разум, боль. Все человеческое в этот момент в вас скорее всего выключит эта боль, причиняемая нелюдями-садистами.

Primero, pondría la palabra «confesado» entre comillas. Cuando los terroristas criminales te obligan a incriminarte bajo tortura, eso difícilmente puede ser llamado una confesión. Segundo, también me quebrantaron en la colonia de tortura carelia, con una salvaje tortura física […] Como resultado, solamente puedo decir que bajo condiciones de terror y de dolor salvaje, prolongado y enloquecedor, estoy convencido de que la abrumadora mayoría no solamente diría que hicieron cosas que no hicieron; inventarían cualquier cosa, estarían dispuestos a traicionar a sus SERES CERCANOS Y QUERIDOS (no importa lo salvaje que eso suene para la gente común). Cuando experimentas ese enloquecedor y continuo dolor, todos tus principios y conceptos humanos, tu brújula moral, se apagan. Están abrumados por el instinto animal que crece bajo ese dolor, que exige, grita, solamente una cosa: acabar con este dolor enloquecedor, que literalmente apaga tu mente.

Los intentos de la sociedad rusa de dar sentido a este duro veredicto hablan del malestar en las relaciones con el Estado. Como escribe [29] la politóloga Ekaterina Shulmann, las medidas draconianas en nombre del «antiextremismo» son contraproducentes y es más probable que convenzan a los rusos comunes y corrienres de que no hay formas legales de expresar su descontento.

Tal vez, en esas circunstancias, las autoridades están simplemente decididas a recordar a la oposición que la verdad es a menudo lo que los que están en el poder desean que sea, sea como sea que se extraiga.