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El renacimiento de la literatura de Mongolia

Categorías: Asia Central y Cáucaso, Mongolia, Arte y cultura, Historia, Lenguaje, Literatura, Medios ciudadanos

Icónico monasterio Gandan [1] en el centro de Ulán Bator, la capital de Mongolia. Foto (c): Filip Noubel, usada con autorización.

Situada entre Rusia y China, Mongolia es un país grande pero poco poblado, cuyos largos y fríos inviernos ofrecen mucho tiempo para la lectura. Ahora que se cumplen 30 años de la transición de Mongolia del socialismo estatal a una economía de libre mercado, el mercado editorial del país ha evolucionado y refleja las prioridades de una sociedad más conectada internacionalmente.

Las repisas de Ulán Bator están repletas de literatura internacional en traducción, y nuevos autores locales escriben en su lengua materna. Entonces, ¿qué están leyendo los mongoles?

Del monopolio a la pluralidad

En 1924, Mongolia se convirtió en el segundo país del mundo, después de la Unión Soviética, en adoptar el socialismo estatal como su ideología. Sus vínculos con Moscú eran tan estrechos y sus relaciones con su vecino del sur, China, tan frías, que a menudo se describió a Mongolia en el siglo XX como la «décima sexta [2] república soviética» (la Unión Soviética constaba de 15). Todo eso cambió en 1990, cuando de enero a marzo, Mongolia experimentó su propia revolución [3] inspirada en la glásnost [4], y adoptó un sistema democrático basado en la pluralidad política y la economía de mercado.

Uno de los sectores más afectados por los repentinos cambios fue el editorial. Con el socialismo, el contenido de los libros, periódicos y revistas estuvo fuertemente censurado y moldeado por el control ideológico de Moscú. Con la revolución, ese sistema se derrumbó. La resultante libertad para todos implicó una mayor libertad de expresión, pero también significó el fin de los subsidios estatales para producción y distribución de libros. Según Bayasgalan Batsuuri, escritora y traductora literaria que cofundó la editorial Tagtaa Publishing:

After the democratic revolution of 1990, due to the closure of the state owned publishing factory, we experienced a whole decade of dark years. We had nothing to read but leftover books from the socialist period. But from early 2000, several private companies emerged and started to rebuild the industry. Now we have five big private publishing companies, and more than 40 independent publishing houses. I think that today, the publishing industry is one of the rising sectors of Mongolia.

Después de la revolución democrática de 1990, por el cierre de la fábrica de publicaciones estatales, pasamos por toda una década de años oscuros. No teníamos nada que leer más que libros sobrantes del período socialista. Pero desde principios de 2000, surgieron varias empresas privadas y comenzaron a reconstruir el sector. Ahora tenemos cinco grandes compañías editoriales privadas, y más de 40 editoriales independientes. Creo que actualmente, el sector editorial es uno de los sectores en auge de Mongolia.

Ejemplo de alfabeto mongol tradicional. Foto (c): Filip Noubel, usada con autorización.

Por lo tanto, el panorama parece positivo. Pero hay obstáculos. Aunque hay más de seis millones de hablantes de mongol en el mundo, el mercado de libros de idioma mongol está muy dividido por las diferencias en los alfabetos. Mongolia utiliza un alfabeto cirílico [5], impuesto por Moscú en 1940, que usan los tres millones de habitantes del país.

Mientras tanto, alrededor de seis millones de mongoles viven en China, y aproximadamente la mitad habla su idioma ancestral. China también alberga la Región Autónoma de Mongolia Interior [6], donde el alfabeto mongol tradicional [7] es de uso oficial. También se le conoce como «Bichig», se inspiró en la antigua escritura uigur y está escrito en líneas verticales, que van de arriba a abajo.

Según una encuesta realizada por Batsuuri en 2019, cada año se publican en Mongolia más de 600 libros, por un precio medio de 7,5 dólares estadounidenses para libros en rústica, y de 14 dólares para libros de tapa dura. Esto hace que los libros sean bastante caros, dado que el salario mensual promedio es menos de 400 dólares [8].

El mismo estudio menciona que casi dos tercios de estos títulos son trabajos nacionales y un tercio son traducciones. La mayoría de lectores tiene entre 21 y 38 años.

La mayoría de tiendas de libros se encuentra en la capital, Ulán Bator [9], donde vive más de la tercera parte de la población. No obstante, la lectura y libros en línea también están en aumento.

Aficionados a la historia y viajeros de sillón

Dos grandes temas de interés parecen conformar los hábitos de lectura en Mongolia: la historia nacional y los grandes nombres de la literatura mundial. El primero está relacionado con el legado de una fuerte censura bajo el régimen socialista. Después de las purgas estalinistas de finales de la década de 1930 [10], que provocaron la muerte de más de 30 000 «enemigos del pueblo» u opositores ideológicos, el Partido Comunista de Mongolia impuso una reescritura de la identidad nacional que borró gran parte de la historia del país, la cultura, la literatura y el arte budistas. Muchos mongoles siguen redescubriendo partes prohibidas de su patrimonio, lo que ha dado lugar a una gran demanda de libros sobre historia y tradiciones, como explica Baatsuri:

Historical novels are more popular: after centuries of external pressure and lost identities, our people have an inevitable need to recover their national from their history.

Las novelas históricas son más populares: después de siglos de presión externa e identidades perdidas, nuestro pueblo tiene la inevitable necesidad de recuperar lo nacional de su historia.

Bayasgalan Batsuuri, editora y traductora, sostiene una traducción al mongol del escritor chino Yu Hua. Foto usada con autorización.

Igualmente, Batsuuri le encuentra sentido a la popularidad de la literatura traducida por medio de tradiciones históricas de Mongolia:

Mongolia has a very rich history of translation. The first recorded translations are from the third century BCE, when our ancestors translated mainly religious manuscripts from Sanskrit, Uyghur, Tibetan, Chinese, Persian, and Arabic classical literature. During the socialist period, Russian classics and Soviet literature were translated under strict censorship.

Mongolia tiene una historia de traducción muy rica. Las primeras traducciones registradas son del siglo III a.C., cuando nuestros antepasados tradujeron principalmente manuscritos religiosos de la literatura clásica sánscrita, uigur, tibetana, china, persa y árabe. Durante el período socialista, los clásicos rusos y la literatura soviética se tradujeron bajo estricta censura.

Hoy en día, los mongoles pueden viajar, emigrar y publicar a destacadas figuras de la literatura mundial contemporánea. El japonés Murakami Haruki, el turco Orhan Pamuk, y el chino Yu Hua [11] son todas opciones populares, y también los clásicos mundiales como Gabriel García Márquez, Ernest Hemingway, y Fyodor Dostoievski.

En consecuencia, los mongoles tienen acceso a más opciones literaria que antes. Muchos nombres habrían sido impensables bajo el socialismo. Pero lo que se ha ganado en diversidad se pierde a veces en la calidad de las traducciones, advierte Oyunzul Ariunbold, traductor de 24 años y activista literario que dirigió un club de lectura [12] durante varios años en Ulán Bator.

Traductora Oyunzul Ariunbold. Foto (c): Namuunsuren Tsendsuren, usada con autorización.

Before 1990, the state commissioned translations. That meant that the books had high standards: there was meticulous editing and proofreading. Today, some people say that the quality of books has gone down, and that translated works can be unreadable, blaming young translators. There is some truth in this criticism, but it’s getting better. And I'm just grateful that a reading culture is growing amongst young people, so that for example, my niece can read «To Kill a Mockingbird» in Mongolian.

Antes de 1990, el Estado encargana traducciones. Eso significaba que los libros tenían alta caiidad: había una edición y corrección meticulosa. Hoy en día, algunos dicen que la calidad de los libros ha bajado, y que las obras traducidas pueden ser ilegibles, y culpan a jóvenes traductores. Hay algo de verdad en esta crítica, pero está mejorando. Y estoy agradecida de que la cultura de la lectura esté creciendo entre los jóvenes, para que por ejemplo, mi sobrina pueda leer «Matar un ruiseñor» en mongol.

Ariunbold sostiene que los editores independientes de Mongolia buscan una verdadera diversidad:

A lot of emphasis is given to modern classics. Basically, we are just catching up with modern literature. One publishing house, for example, publishes only one author per country per year, to avoid ending up offering only white male authors from Europe

Se enfatiza en los clásicos modernos. Básicamente, nos estamos poniendo al día con la literatura moderna. Una editorial, por ejemplo, publica solamente un autor por país y por año, para evitar terminar ofreciendo solamente autores hombres blancos de Europa.

El papel es popular

A pesar de los precios elevados y de la variedad de otras formas de entretenimiento disponibles ahora con internet, la televisión por cable, los mongoles valoran los libros de papel. La cultura de la lectura en Mongolia parece estar muy arraigada, sobre todo porque los libros autoeditados gozan de gran popularidad, como explica Batsuuri:

In our culture, books are very respected, and during the Soviet period, the reading culture developed intensively. For a population of three million, our national bestselling record was 95,000 copies: a book by a Mongolian author who self-published. In 2019, our company published Yu Hua's novel «To live» [13] (活着) and we've already sold 12,000 copies.

En nuestra cultura, los libros son muy respetados, y durante el período soviético, la cultura de la lectura se desarrolló intensamente. Para una población de tres millones, nuestro récord nacional de ventas fue de 95 000 ejemplares: un libro de un autor mongol que se autopublicó. En 2019, nuestra empresa publicó la novela de Yu Hua «Vivir» [13] (活着) y ya hemos vendido 12 000 ejemplares.

Imagen diseñada por Oyunzul para su página de Facebook del Club de Libros. «Protesto, Dostoievski es inmortal», dice esta cita de la famosa novela del autor ruso Mikhail Bulgakov, El Maestro y Margarita. Usada con permiso.

Oyunzul Ariunbold expresa esta impresión:

Nobody expected «Madonna in a Fur Coat,» [14] by Turkish author Sabahattin Ali, to become so popular, and yet it did. People are in need of emotional books, stories of vulnerability when society expects them to be tough and stoic. People are definitely using their phones and tablets to read, but we still have huge respect for paperbacks.

Nadie esperaba que «Madonna con abrigo de piel [14]«, del escritor turco Sabahattin Ali, se hiciera tan popular, y sin embargo así fue. Se necesita libros emocionales, historias de vulnerabilidad cuando la sociedad espera que sean duros y estoicos. La gente definitivamente está usando sus teléfonos y tabletas para leer, pero todavía tenemos un gran respeto por los libros de bolsillo.

Tal vez el mayor cambio en la cultura de lectura de Mongolia en los últimos años haya sido el fenómeno de la autopublicación. Como el poeta y periodista Yesunerdene Tumurbaatar explicó a Global Voices:

If you have a bit of money, it's easy to print your own book yourself. Usually people print a thousand, then either sell them directly to bookstores or at their own events.

We organise events where we read poetry and perform music. That's how I sold two collections of my poems.

Si tienes algo de dinero, es fácil imprimir tu propio libro. Normalmente la gente imprime mil, y luego los vende directamente a las librerías o en sus propias actividades.

Organizamos actividades donde leemos poesía y tocamos música. Así es como vendí dos colecciones de mis poemas.

Al menos por ahora, parece que los mongoles tienen mucho en qué pensar en esos duros inviernos.