Día Internacional de la Mujer: ¿Hasta dónde hemos llegado?

Gráfico de Joody Rungon para Pexels, con licencia libre.

Este artículo fue publicado originalmente en el blog de la embajada del Reino Unido en Macedonia del Norte. Global Voices publica una versión editada dentro de un acuerdo con la autora.

La primera semana de marzo es siempre muy intensa para mí, y no porque no haya otras semanas así de intensas a lo largo del año (cumpleaños familiares, Año Nuevo, preparativos de vacaciones). Pero durante la primera semana de marzo, de pronto, todos se acuerdan de nosotras, las mujeres. Se venden flores en puestos improvisados hechos con cajas de cartón en cualquier rincón, se compran y entregan regalos, se organizan cenas y celebraciones con música y baile. Hay programas de televisión cuyo único tema de debate son los derechos de la mujer, la igualdad de género, la violencia doméstica, la participación política o los avances económicos de las mujeres. La razón, como pueden imaginar, es el 8 de marzo. Reconocido como Día Internacional de la Mujer, esta jornada celebra los logros sociales, económicos, culturales y políticos de las mujeres. También es una llamada a la acción para acelerar la paridad de género.

En 1975, Naciones Unidas declaró oficialmente esta fecha día de los derechos de la mujer y de la paz mundial. Es fiesta nacional en muchas partes del mundo, como lo era en la Macedonia socialista hasta la década de 1990.

El camino a la igualdad de la mujer, como revela la historia, es largo y dificultoso. Las distintas fases del movimiento femenino proporcionaron un punto de apoyo importante para forjar y avanzar en la agenda de género.

En 1909, el Partido Socialista de Estados Unidos homenajeó a 15 000 mujeres que protestaron en la ciudad de Nueva York contra las largas jornadas, los bajos sueldos y la falta de derechos de sufragio. No obstante, fue Rusia quien inadvertidamente inició la tendencia del 8 de marzo. Aunque el Día Internacional de la Mujer se convirtió en festividad oficial en Rusia en 1913, las mujeres siguieron sufriendo dificultades. Mientras los hombres estaban en el frente, las mujeres tuvieron que lidiar con la escasez de alimentos y un Gobierno que no las escuchaba. El 8 de marzo de 1917, decenas de miles de mujeres rusas tomaron las calles para exigir cambios. El grito unánime de ayuda allanó el camino para que las soviéticas consiguieran derecho de sufragio poco después, y marca el significado de la fecha que hoy conmemoramos. Este es el periodo (finales del siglo XIX y principios del XX) en el que las activistas lucharon por el derecho a votar y por salarios iguales a igual trabajo.

Estos dos temas —la voz y la participación femenina en el Gobierno, y la brecha salarial— siguen siendo prioritarios un siglo después.

En las sociedades occidentales, el movimiento de las mujeres se divide en cuatro oleadas.

La segunda ola del feminismo comenzó en la década de 1960 hasta la década de 1990, y los temas dominantes fueron la sexualidad y los derechos reproductivos. En la década de 1980 se centró en una serie de programas que ayudaban a las mujeres a tener más confianza, ser más visibles y resueltas y tener mejores contactos, pero muchos de estos programas reforzaban la noción de que para triunfar, las mujeres debían «actuar como hombres» y «encajar» en las estructuras y organizaciones patriarcales existentes (además de ser supermujeres en su hogar).

Cartel británico para promocionar el día de la Mujer en marzo de 1974. Imagen de Wikimedia de dominio público.

La tercera ola de feminismo, a mediados de la década de 1990, propuso la noción de «políticas transversales», complejas nociones de una feminidad universal y de cómo articular formas en las que grupos de mujeres se enfrentaban a enrevesadas intersecciones de género, sexualidad, raza, clase y edad. Se incidía en el desarrollo organizativo: mujeres en las directivas, diversidad de contratación e investigaciones relacionadas con el género.

El feminismo de la cuarta ola piensa en términos de interseccionalidad, coloca el feminismo en el contexto de la conciencia de una opresión más amplia, junto con la discriminación por raza, edad, clase, capacidad u orientación sexual. Esta cuarta oleada de feminismo emerge (sobre todo) porque los jóvenes se dan cuenta de que la tercera ola es excesivamente optimista o ciega. Hoy, el feminismo abandona el academicismo y vuelve al terreno del discurso público. Temas que fueron importantes en las fases anteriores de los movimientos femeninos atraen la atención de los medios tradicionales y la política. Este feminismo se centra en asuntos como la agresión sexual, la violación, la violencia contra las mujeres, la brecha salarial, el descrédito por la supuesta actividad sexual, la presión que sufren las mujeres para obligarles a encajar en un único y poco realista tipo de cuerpo y la constatación de que los logros de las mujeres en política y empresa son muy reducidos.

Entonces, ¿qué hay que celebrar? ¿Hasta dónde hemos llegado realmente?

El caso de Macedonia del Norte

Aunque las macedonias consiguieron el derecho al voto en 1946, el progreso del movimiento femenino en Macedonia del Norte me recuerda el baile típico nacional: tres pasos hacia delante, dos pasos hacia atrás. Este movimiento fue admirado en el pasado, sobre todo en la década de 1990 y principios de los 2000, por conseguir unir a grupos diversos de mujeres, representantes de distintos partidos políticos, organizaciones de la sociedad civil, mujeres de diferentes orígenes étnicos y religiosos, activistas. El movimiento logró garantizar un 40 % de representación femenina en las listas de los partidos para las elecciones locales y parlamentarias, la adopción de numerosas leyes destinadas a combatir la violencia de género, el acoso sexual en el trabajo y la discriminación, además de promover la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres y apoyar la legalización del aborto y los derechos laborales de las mujeres.

Aun así, el surgimiento de fuerzas regresivas en los últimos diez años (2006-2017) ha provocado el refuerzo de las perspectivas tradicionales sobre las mujeres y los modelos patriarcales. El resultado ha sido la fragmentación del movimiento de mujeres y el declive de las organizaciones feministas. El número de organizaciones activas e iniciativas locales ha descendido rápidamente, sobre todo en ciudades pequeñas y áreas rurales. Se enfrentan a enormes dificultades al reclutar mujeres jóvenes y adultas, que no ven ningún atractivo en el activismo cívico. Los problemas femeninos siguen al margen del debate público dominante. Hace falta reivindicación, mentalidad inclusiva y acciones tangibles de todos los implicados.

En Macedonia del Norte, el Día Internacional de la Mujer se celebra como Día de la Mujer, Día de la Maestra y Día de la Madre, lo que distorsiona el significado original de la celebración, y la convierte en un festejo comercial. Se compran regalos para madres, profesoras, esposas, parejas y amigas. Colegas y amigas organizan salidas nocturnas a restaurantes y bares, y bailan toda la noche, utilizando este corto periodo de libertad pública socialmente aceptable. Las más acomodadas organizan viajes solo para mujeres a balnearios y destinos de compras. Después de descargar tensiones, las mujeres vuelven a sus vidas de siempre.

¿Y cómo son las vidas de siempre de las mujeres normacedonias?

Las mujeres siguen teniendo un menor índice de empleo que los hombres: un 39 % frente al 61 % de hombres. Este hecho tiene un impacto directo en su bienestar y el de sus familias, al tiempo que la sociedad pierde la contribución a su desarrollo de una considerable parte de la población. Además, la mayoría de mujeres suele estar empleada en los sectores de trabajo más intenso y peor pagado, como la industria textil, lo que resulta en una brecha salarial del 12 % entre hombres y mujeres.

Las mujeres siguen siendo las principales responsables del cuidado de los hijos, los enfermos y los ancianos de la familia, lo que provoca que tengan que interrumpir su vida laboral para ocuparse de los hijos (un 89,3 % de mujeres frente al 10,7 % de hombres) o que deban tomar trabajos a tiempo parcial. Existen servicios de cuidado de niños, aunque actualmente 26 municipios no disponen de este servicio público durante el día. Asimismo, las mujeres dedican a las actividades domésticas tres veces más tiempo que los hombres, lo que prueba que la división tradicional del trabajo entre los géneros sigue estando muy vigente.

El acceso a la asistencia sanitaria está garantizado por la Constitución, pero 43 municipios de los 81 actualmente existentes no cuentan con servicios ginecológicos. Y una de cada tres mujeres del país ha experimentado algún tipo de violencia de género. En los últimos cinco años, 70 mujeres han sido asesinadas, de las cuales, 51 fueron víctimas de feminicidios.

Movimientos como «Hablo ahora», la versión local de #MeToo, sacó a la luz la enorme variedad de acosos sexuales que sufren las mujeres, pero que se resisten a denunciar oficialmente (las etiquetas en las lenguas locales son #СегаКажувам en macedonio y #TaniTregoj en albanés).

Se cumplen 25 años desde la Declaración y Plataforma de Acción de Pekín y de la promesa de mejorar la situación de las mujeres y su bienestar en sus vidas públicas y privadas. Aunque en estas décadas ha habido muchos progresos en los derechos de la mujer, sigue habiendo grandes brechas. Naciones Unidas ha incorporado la igualdad de género como Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) adicional con el fin de establecer estándares mínimos e impulsar cambios en zonas críticas que reprimen a las mujeres y les privan de oportunidades y derechos básicos.

Yo veo el 8 de marzo como un hito en el camino. Está para recordarnos que miremos atrás, a lo que éramos y a lo que hemos conseguido… o no. Cada 8 de marzo tenemos que recordarnos a nosotras lo lejos que hemos llegado, organizar el calendario para lograr durante el año las cosas que todavía faltan y decir bien fuerte: «Todos por la igualdad».

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