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COVID-19 implica desastre para hacinadas cárceles de Brasil tras registrarse primera muerte de un recluso

Categorías: Latinoamérica, Brasil, Derechos humanos, Medios ciudadanos, Política, Salud, COVID-19

Penitenciaría Agrícola de Monte Cristo, ubicada en el estado norteño de Roraima, Brasil. Foto: Luiz Silveira, Agência CNJ. Publicada con autorización.

El 17 de abril, Brasil registró su primera muerte relacionada al COVID-19 en una cárcel. Eso aviva el miedo de que la enfermedad pueda devastar el hacinado [1], insalubre y gran sistema penitenciario del país –el tercero más grande [2] del mundo.

De acuerdo al Departamento Penitenciario Nacional de Brasil, para abril ya había 125 casos sospechosos de COVID-19 en las cárceles brasileñas. El 31 de marzo, el número de casos sospechosos era 74 [3]. Los primeros tres casos confirmados [4] de la enfermedad en el sistema penitenciario se registraron el 9 de abril.

Según [5] el Ministerio de Salud de Brasil, para el 20 de abril, el país registró 2575 muertes y más de 40 000 casos confirmados de COVID-19. Los números podrían ser mucho mayores, ya que la capacidad de pruebas es limitada [5].

Un estudio realizado por la universidad Imperial College London [6] y publicado a finales de marzo estima que entre 44 000 (si se refuerza el aislamiento social) y 1,1 millones (sin restricciones) de personas podrían morir a causa de la enfermedad en Brasil, un país con una población de 210 millones.

Por mucho tiempo, el sistema penitenciario de Brasil ha enfrentado las críticas por su grave hacinamiento y sus condiciones insalubres. Las plagas de insectos son comunes, y también la escasez crónica de productos de higiene y médicos. De acuerdo a datos otorgados por la Fiscalía y obtenidos por el periódico Folha de S. Paulo, el 31 % [7] de las cárceles del país no tienen médicos residentes. Los expertos estiman que hay una escasez de vacantes de 300 000 [8] en todo el sistema penitenciario.

La Pastoral Carcelaria (Pastoral Carcerária), rama de la Iglesia católica que entrega asistencia social, legal y sanitaria en las cárceles de Brasil, realizó una encuesta a empleados de la pastoral, familias de los prisioneros, trabajadores de las prisiones, abogados, jueces, defensores públicos y miembros de organizaciones sociales sobre el nuevo coronavirus. Las conclusiones [9] se publicaron el 9 de abril:

377 pessoas (31,35%) responderam que sim, há suspeitas de casos de coronavírus nas prisões, enquanto que 207 (17,2%) alegaram que não. 621 pessoas (51,5%) não sabiam responder se há ou não suspeitas.

Em relação a casos confirmados, 245 pessoas (20,4%) afirmaram saber da existência de pessoas no sistema penal com o vírus, enquanto que 222 (18,5%) disseram que não sabem de casos concretos. Mais uma vez, um grande número de pessoas respondeu não saber: 736, ou 61,2%.

377 personas (31,35 %) respondieron que sí, hay casos sospechosos de coronavirus en las cárceles, mientras que 207 (17,2 %) aseguran que no. Por su parte, 621 personas (51,5 %) no supieron responder si había tales casos o no.

En relación a los casos confirmados, 245 personas (20,4 %) afirmaron saber de la existencia de personas en el sistema penitenciario que están contagiadas con el nuevo coronavirus, mientras que 222 (18,5 %) aseguraron que no conocían casos concretos. Una vez más, un gran número de personas contestaron que no sabían cómo responder la pregunta: 736, o 61,2 %.

El 13 de abril, el ministro de Justicia y Seguridad Pública, Sergio Moro, ex juez federal que se hizo famoso al liderar la Operación «Lava Jato» [10], declaró que «todo está bajo control [11]» en las cárceles de Brasil. En marzo, aseguró a la población [12] que «no existe ninguna razón para un temor infundado en el sistema penitenciario» y añadió que:

Há ambiente de relativa segurança para o sistema prisional em relação ao coronavírus, pela própria condição dos presos de estarem isolados

Hay un ambiente de relativa seguridad en el sistema penitenciario en relación al coronavirus, debido a la condición propia de los presos de estar aislados.

Presidio Central en Porto Alegre, Río Grande del Sur, en el sur de Brasil. Imagen: Luiz Silveira, Agência CNJ. Publicada con autorización.

Condiciones ideales

Por mucho tiempo, las cárceles de Brasil han estado propensas a las epidemias. Según un informe realizado por Agência Pública [13], medio de comunicación brasileño sin fines de lucro, en 2018 hubo más de 10 000 casos confirmados de tuberculosis en las cárceles del país. Eso significa que hubo más de 1400 casos de la enfermedad por cada 100 000 personas dentro de las cárceles, en cambio afuera hubo solo 40 por cada 100 000 en el momento de la investigación.

La profesora Carla Machado, de la Universidad Federal de Minas Gerais, entrevistada en el artículo, mencionó que solo es cuestión de tiempo hasta que el nuevo coronavirus comience a propagarse de forma descontrolada en el sistema penitenciario. Su colega, el profesor y físico Dirceu Greco, añadió:

A superlotação é a condição ideal para qualquer agente biológico de transmissão aérea. A falta de insumos é outro fator: falta água e sabão para essas pessoas. E claro, faltam cuidados de saúde, atendimento de médicos, enfermeiros e equipe de assistência social.

El hacinamiento es la condición ideal para cualquier agente biológico que se transmite por el aire. La falta de insumos es otro factor: las personas no tienen agua ni jabón. Y, por supuesto, la falta de cuidados sanitarios, atención médica, enfermeros y asistencia social.

Para evitar ese escenario dantesco, los gobernadores de casi todos los 26 estados brasileños y el Distrito Federal han garantizado arresto domiciliario a prisioneros que están bajo un «régimen semiabierto» (tipo de arresto en que el prisionero sale a trabajar, pero duerme en la cárcel) y a los que pertenecen a los grupos de riesgo.

Además, suspendieron todas las visitas y la entrega de alimentos y artículos de higiene por parte de los familiares. Al principio, la medida produjo un motín entre los prisioneros (el 16 de abril se fugaron cientos [14] de una cárcel en São Paulo), ya que muchas cárceles brasileñas dependen de los suministros entregados por los familiares de los prisioneros. En un comunicado [15], la Pastoral Carcelaria denunció que las cárceles del estado norteño de Amazonas entregaron comida podrida a sus prisioneros y añadió:

Questiona-se: como prevenir a entrada de doenças no cárcere, como o coronavírus, ou reduzir os sintomas – ou permitir a cura – sem alimentos saudáveis, materiais de higiene e produtos de limpeza?

Preguntamos: ¿cómo se previene la entrada de enfermedades a una cárcel, como el coronavirus, o cómo se reducen los síntomas –o se permite la cura– sin comida saludable, higiene y productos de limpieza?

Sobreencarcelamiento

Durante mucho tiempo, Brasil ha luchado por elaborar un castigo criminal alternativo para detener el hacinamiento en las cárceles. Con la pandemia, medidas como la reevaluación de arrestos preventivos (hasta el momento, 253 963 personas que están encarceladas en el país aún no han ido a juicio) están entre las recomendaciones [16] entregadas por el Consejo Nacional de Justicia (CNJ) [17] para prevenir un desastre.

Una nota de la Red de Justicia Criminal [18],  grupo de varias organizaciones, recalca la importancia de la adopción de medidas preventivas:

O crescimento alarmante de novos casos de contágio do coronavírus, a nível mundial, expõe a intensidade das vulnerabilidades sociais, raciais e econômicas no Brasil. No cárcere, a situação se agrava exponencialmente.

El aumento alarmante de casos nuevos de contagio de coronavirus a nivel mundial, expone la intensidad de las vulnerabilidades sociales, raciales y económicas en Brasil. En la cárcel, la situación se agrava de forma exponencial.