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En vísperas de disputadas elecciones, Burundi enfrenta primeros casos de COVID-19

Categorías: África Subsahariana, Burundi, Derechos humanos, Desarrollo, Desastres, Elecciones, Gobernabilidad, Medios ciudadanos, Migración e inmigración, Periodismo y medios, Refugiados, Respuesta humanitaria, Salud, COVID-19
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Pierre Nkurunziza, presidente de Burundi, durante la sesión plenaria de inauguración del Foro Económico Mundial sobre África 2008 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), 4 de junio de 2008. Foto de Eric Miller [1]/WEF (CC BY 2.0 [2]).

Revisa la cobertura especial de Global Voices sobre el impacto global de COVID-19 [3].

Las elecciones en Burundi, fijadas para el 20 de mayo de 2020, han estado rodeadas [4] de preocupaciones por la seguridad y la transparencia [5]. Después de la crisis electoral de 2015 [6] y sus consecuencias [7], fue bien recibido el hecho de que el presidente Pierre Nkurunziza no se presentara de nuevo. Su partido nombró [8] a un candidato sucesor: Évariste Ndayishimiye.

Sin embargo, la Comisión de Investigación de Naciones Unidas sobre Burundi advirtió [9] en marzo que el «riesgo de atrocidades sigue siendo grave». Los servicios de seguridad y el grupo juvenil del partido gobernante conocido como Imbonerakure siguen [10] acosando a los críticos [11] y a los partidos de la oposición, especialmente al partido [6] Congreso Nacional por la Libertada (CNL). Los funcionarios rechazan estas denuncias.

Los periodistas también tienen restricciones [12]. Iwacu, uno de los últimos medios independientes, vio a cuatro reporteros encarcelados [13] en 2019, y recientemente el periódico se pronunció contra las violentas amenazas [14] de un político [15] contra él.

Ahora, la pandemia de COVID-19 plantea otra preocupación de seguridad pública. El 31 de marzo, el Gobierno confirmó sus dos primeros casos positivos [16], ambos de ciudadanos burundeses que regresaban del extranjero. El Ministerio de Salud dijo que les iba bien en el hospital y el Gobierno estaba rastreando [17] sus contactos. Informó [18] de otro caso el 2 de abril.

Cuando Burundi no tenía casos positivos [19], el comunicado [20] de un portavoz del Gobierno dijo que no había casos positivos porque Burundi estaba protegido por la «gracia de Dios”.

Los funcionarios están de acuerdo [21] con proseguir con las elecciones.

Medidas de COVID-19

Antes de que aparecieran los primeros casos en Burundi, el Gobierno ya había restringido [22] los viajes desde países afectados, y la mayoría de vuelos internacionales quedaron suspendidos [23] a mediados de marzo. También se limitaron los viajes por tierra, lo que frenó el comercio transfronterizo [24]. Algunos vehículos de transporte de mercancías procedentes de Ruanda fueron bloqueados [25] en la frontera, lo que llevó a quejas de Ruanda.

Las pruebas de temperatura [26] también han estado funcionando en puntos fronterizos desde mediados de marzo:

Las medidas preventivas se refieren también a las fronteras terrestres. Esto comienza el 15 de marzo con la prohibición de entrada a Burundi para viajeros procedentes de Ruanda, que acaba de registrar sus primeros casos de contaminación. Prohibición seguida de cuarentena.
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Este es el paso fronterizo de Gatumba hacia el República Democrática del Congo. Se han tomado medidas de higiene, también se han desplegado médicos con equipos para tomar la temperatura. La cuarentena es obligatoria para los viajeros que quieran entrar en Burundi.

Los funcionarios han fomentado medidas preventivas como el distanciamiento social y el uso de puntos de lavado de manos instalados en público, como estaciones de autobuses [33].

Sin embargo, después de los primeros casos, los funcionarios dijeron [34] que no se tomarían más medidas de inmediato. El 8 de abril, el Ministro de Salud dijo [35] que la gente debería continuar con sus actividades diarias.

Como en otros lugares, se debate [36] si las medidas [37] son suficientes. Los bares y los mercados permanecen abiertos [38] y los actos religiosos [39] y deportivos [40] continúan con bastante normalidad –como partidos de fútbol– que muchos otros países suspendieron.

Iwacu informó [41] que muchas personas están preocupadas y algunas estaban saliendo [42] de las ciudades para ir a sus pueblos de origen, lo que hace temer un posible contagio. El economista Faustin Ndikumana destacó que los numerosos trabajadores independienets serían los más afectados por cualquier futura medida de confinamiento, ya que tendrían dificultades para permitirse [43] no trabajar.

Al bloguero Apollinaire Nkurunziza le preocupa que no todos sigan [44] las directivas:

Para prevenir el coronavirus, la Universidad de Burundi ha instalado puntos para lavarse las manos en todos los campus y restaurantes universitarios…

El 4 de abril, las autoridades impidieron que personas con doble nacionalidad burundesa [47] abordaran un vuelo de repatriación [48] belga. Las relaciones diplomáticas han sido tensas desde que la crisis de 2015 fue criticada internacionalmente.

El Gobierno de Burundi se ha esforzado en afirmar el control, a veces aparentemente arbitrario [49], sobre las personas e instituciones vinculadas internacionalmente. Ha restringido los medios de comunicación y los organismos humanitarios y se ha convertido en el primer país en abandonar [50] la Corte Penal Internacional después de haber comenzado a investigar [51] posibles delitos.

Presiones de cuarentena

El 8 de abril, el ministro de Salud, Thaddée Ndikumana, dijo que [35] 2936 personas estaban en cuarentena hasta ahora, con 2261 ya liberadas, después de una cuarentena de 14 días [52] ordenada por el Estado. El Gobierno desvió a las personas con posible exposición a COVID-19 para que se alojaran en escuelas y hoteles seleccionados durante el período de dos semanas. La Policía [53] ha detenido [54] a quienes intentaron evitarlo.

Los que están en cuarentena se han quejado [55] de la cantidad de personas, falta de camas, medicamentos y de tener que pagar los costos [56], lo que hace temer un aumento de la contaminación. Human Rights Watch también destacó [57] que a algunas organizaciones humanitarias se les negó el acceso a las personas en cuarentena.

Los refugiados –varios cientos de miles que quedaron después de la crisis de 2015– son particularmente vulnerables [58], con campamentos abarrotados y un acceso deficiente [59] a atención médica y alimentos [60]. Se informó de casos en las regiones [61] de algunos campamentos, que han aplicado medidas como puntos de lavado de manos, pero les falta financiación [62].

Los Gobiernos de Burundi y Tanzanía están decididos a repatriar [63] al mayor número posible de refugiados, especialmente desde finales de 2019. Esto ha continuado [64] a pesar de la preocupación por la pandemia y la inseguridad, aunque más lentamente [65] de lo que esperaban las autoridades.

El Consejo de Refugiados de Naciones Unidas expresó su preocupación [66] por la presión ejercida sobre los refugiados para que regresen [67] «voluntariamente», lo que hace que las condiciones de vida sean más difíciles. Más de 81 000 han regresado desde 2017, mientras que Naciones Unidas todavía registra [68] más de 336 000.

La bloguera Aimé Rugira también expresó su preocupación [69] por la desnutrición que afecta al sistema inmunológico de las personas durante la pandemia. Algunos están particularmente en riesgo [70], como las personas sin hogar y los habitantes de barrios abarrotados.

¿Gestión de imagen?

A los opositores [71] y críticos les preocupa que los funcionarios hayan minimizado [72] los riesgos sobre COVID-19 para evitar las críticas sobre la preparación y evitar el aplazamiento [73] de las elecciones –las reuniones políticas continúan mientras que muchos otros países han postergado [74] elecciones.

En 2019, el Gobierno evitó [75] declarar una epidemia de malaria a pesar del gran aumento de infecciones, que según [76] la Organización Mundial de la Salud (OMS) alcanzó niveles epidémicos. Esta minimización [77] socavó una respuesta efectiva y Human Rights Watch expresó el temor [57] de que pudiera ocurrir de nuevo con la pandemia de COVID-19.

Durante las elecciones, las instituciones [78] que muestran signos de lucha en una crisis pueden tener que pagar en las urnas un precio por esa debilidad percibida.

Mientras tanto, la inestabilidad política ha mermado la ayuda exterior y el comercio diario [79], y la pandemia corre el riesgo [80] de provocar más conflictos económicos. La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas informó que 1,74 millones [65] de burundeses necesitaban asistencia humanitaria en febrero, y 112 000 personas eran desplazadas internamente.

El Ministerio de Salud garantizó una capacidad [81] de atención sanitaria suficiente y publicó un plan de acción [82]. El portavoz del Gobierno, Prosper Ntahogwamiye, advirtió [83] de la «manipulación» de la opinión pública por sugerir la falta de suministros o tomar medidas más allá de las recomendaciones del Gobierno. Criticó el cierre de una escuela francesa y una escuela belga, mientras que otras permanecen abiertas.

Iwacu, sin embargo, informó [84] que Burundi tiene alrededor de 50 ventiladores para 12 millones [85] de personas.

SOS Médias Burundi informó de una carta filtrada [86], con fecha 27 de marzo, del Hospital Kira de Bujumbura al ministro de Sanidad, en la que pedía urgentemente el equipo de pruebas COVID-19.

Decía que habían recibido casos sospechosos [87] durante varias semanas, y que aunque los centros tienen máquinas de prueba, carecen del elemento reactivo. El Ministerio de Salud respondió que sólo el Instituto Nacional de Salud Pública está equipado para estas pruebas

La campaña empieza [88] oficialmente a fines de abril.