Aumentan enjuiciamientos mientras Rusia intensifica su lucha contra desinformación sobre COVID19

La plaza Roja de Moscú desierta durante la pandemia de COVID-19, 17 de abril de 2020. Foto (c): Marc Bennetts, utilizada con autorización.

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Rusia está de nuevo en el meollo de un escándalo internacional de desinformación. Desde febrero, algunos medios acusan a Moscú de poner en marcha una campaña de desinformación sobre el coronavirus. Esta acusación se repite en un documento interno del brazo de Política Exterior de la Unión Europea del 18 de marzo.

Con estas noticias ocupando los titulares, es fácil dejar pasar que el Gobierno ruso también se encuentra inmerso en su propia guerra contra la desinformación, y su definición de «noticias falsas» depende mucho del punto de vista de cada cual.

Al 24 de abril, según el mapa de la Universidad Johns Hopkins, había más de 68 000 casos confirmados de coronavirus en Rusia. El país se encuentra bajo una estricta cuarentena, pero durante varias semanas, Rusia fue un caso atípico: registró un número de muertes considerablemente menor que otros grandes países y una tasa de contagios inusualmente baja a pesar de la gran cantidad de pruebas que se efectúan. Ha habido mucha especulación sobre este dato, buena parte de la cual se centraba sobre la efectividad de los equipos de análisis utilizados en Rusia. Hasta el 21 de marzo, el país solo había informado de 306 casos confirmados cuando los hospitales comenzaron a llenarse con casos de neumonía de una insólita severidad. «Tengo la impresión de que nos están mintiendo», exclamó Anastasia Vasilyeva, jefa de sindicato médico del país.

Conforme la pandemia se intensificaba en Rusia, algunos ciudadanos comenzaron a dudar de las cifras oficiales. Parece que fue esta tendencia lo que condujo al presidente Vladimir Putin a declarar el 4 de marzo que las informaciones sobre miles de casos en Rusia eran «falsedades» probablemente procedentes «del extranjero» con la intención de sembrar el pánico entre la población.

Las discrepancias sobre el probable número de casos parecen ser la causa de la primera andanada de «informaciones falsas» de perfil alto durante la epidemia en Rusia. El 20 de marzo, la cadena independiente de radio Ekho Moskvy borró de su sitio web la grabación y la transcripción de una conversación con el politólogo Valery Solovey a petición de Roskomnadzor, entidad rusa que vigila los medios, que el 18 de marzo había amenazado con revocar las licencias de los medios o bloquear sus sitios web si publicaban «falsedades» sobre el coronavirus. Roskomnadzor explicó que tenía que «eliminar información errónea socialmente significativa que representara una fuerte alteración del orden público», pero no especificó el contenido ilícito en la emisión de Ekho Moskvy. Ahora se cree que lo que irritó a las autoridades podría ser la estimación que hizo Solovey de que el coronavirus ya había provocado 1600 muertos en Rusia, y su comparación de la gestión de la crisis por parte del Kremlin con la respuesta de la Unión Soviética al desastre nuclear de Chernobyl en 1986.

Al mismo tiempo, una publicación en línea de la ciudad de Magadan también se las tuvo que ver con Roskomnadzor. El 20 de marzo amenazó a Govorit Magadan con una fuerte multa a causa de un artículo en el que se afirmaba que había muerto un hombre presuntamente infectado de coronavirus en esta ciudad del lejano oriente ruso. Aunque nunca se confirmó la infección del hombre, la publicación defendió su información; como un editor dijo al medio estatal RIA Novosti: «O el paciente no estaba hospitalizado, o no se sospechó que tuviera coronavirus o no murió. Sucedieron las tres cosas».

La edición local del importante periódico nacional Kommersant informó que en un solo cementerio de la ciudad de Ufa se habían preparado mil tumbas para víctimas del coronavirus, y el 12 de abril, sus editores recibieron exactamente la misma advertencia: Roskomnadzor exigió la eliminación del artículo. Y el 16 de abril, después de que Elena Milashina, periodista de Novaya Gazeta, escribiera un artículo sobre la gestión de la crisis por parte de las autoridades chechenas, el fiscal general exigió que se retirara esa información aduciendo errores en los datos. Milashina recibió después amenazas públicas del líder checheno Ramzan Kadyrov.

No solo las publicaciones han sido víctimas de esta tendencia. Varias personas han sido acusadas en las últimas semanas de difundir «información errónea socialmente significativa». O traduciendo el leguaje legal ruso, «noticias falsas».

Una ley contra la desinformación

En marzo de 2019 entró en vigor en Rusia una ley contra la publicación de «información poco fiable socialmente significativa difundida bajo la apariencia de mensajes verdaderos». Esta ley fue aprobada junto a la controvertida prohibición de «ofender» a las autoridades.

La ley de 2019 convirtió a las noticias falsas en una falta administrativa sancionable con multas. Los fiscales la han utilizado muy ocasionalmente y de forma irregular hasta marzo de 2020, en que el número de juicios provocados por esta ley se incrementó de forma exponencial.

El 1 de abril de este año, Putin dio otra vuelta de tuerca al firmar una nueva ley que convierte a las noticias falsas en un delito. Se acompañó de otra ley que convierte en delito la violación de las medidas de cuarentena si su perpetración causa muertes. La sanción por difundir engaños puede acarrear ahora una multa de hasta dos millones de rublos (cerca de 27 000 dólares estadounidenses) y sentencias de hasta cinco años de cárcel. Si difundir «información poco fiable» interfiere con el desarrollo de servicios esenciales, el perpetrador puede recibir una multa de hasta 400 000 rublos (unos 5300 dólares estadounidenses).

Según Stanislav Seleznev, abogado de la ONG de derechos humanos Agora International, uno de los puntos conflictivos de la ley es que las autoridades deben probar que los culpables sabían que la información era supuestamente falsa antes de distribuirla. Esto también permite que las autoridades solo puedan castigar a una persona en lugar de a toda la cadena de personas que difundieron las supuestas «noticias falsas», y que tenían más significado en cada etapa.

Seleznev y sus colegas temen que la ley tenga un efecto paralizante en la libertad de expresión. Durante las casi tres semanas que han pasado desde que entró en vigor, RuNet Echo ha identificado al menos seis procesos penales por difundir «noticias falsas».

El primero de estos casos es la acusación de Anna Shushpanova de San Petersburgo, a causa de un comentario en la página del grupo Sestroretsk Asset el 2 de abril, en el que afirmaba que un paciente de coronavirus al que le detectaron un caso con síntomas leves en una clínica local fue enviado a casa en transporte público. Pavel Yasman, abogado de Shushpanova, dijo a Meduza que el caso es difícil, dado que es imposible probar que Shushpanova «difundió conscientemente» noticias falsas, ya que creía que su fuente era totalmente fiable. Shushpanova también dijo a Meduza que cree que el caso está relacionado con su activismo.

No obstante, se siguen anunciando casos administrativos por desinformación. Las autoridades parecen preferirlas, y han abierto al menos 12 desde que se endurecieron las sanciones el 1 de abril. Estos casos también preocupan a los usuarios de medios sociales que dudan de los informes oficiales sobre la pandemia.

Por ejemplo, el 9 de abril, la policía de San Petersburgo inició un caso administrativo contra Vladimir Vorontsov, administrador de un grupo de la popular red social VKontakte llamado «Defensor de la Policía». La publicación cuestionada era una grabación del 2 de abril, en la que Vorontsov afirmaba que el 70 % de la gente del instituto de las Fuerzas de Seguridad de San Petersburgo estaba infectada de coronavirus. Según RBK, Vorontsov afirmó haberse enterado de la acusación contra él por la cadena RT de televisión, y que cuando intentó localizar el comentario, VKontakte ya lo había borrado. Más recientemente, un joven fue acusado de un falto administrativa el 21 de abril en Surgut por difundir desinformación después de que declarara en un medio social que no compete a las autoridades locales detener a personas no infectadas por no cumplir el régimen de autoaislamiento.

Hay que señalar que se han presentado cargos similares contra usuarios de medios sociales que han hecho afirmaciones más peligrosas: el 15 de abril, un hombre de 35 años de Vladikavkaz fue detenido por publicar en internet un video en el que pedía a los ciudadanos que salieran del confinamiento e insistía en que hacerlo no representaba ninguna amenaza para su salud.

Con el COVID-19 presente en todas las mentes, está claro que las autoridades rusas no pueden aplicar la nueva ley a todos los usuarios de medios sociales con una opinión controvertida sobre el coronavirus. Probablemente no sea esa su intención: el 15 de abril, el sitio web de noticias de la oposición MBK-Media informó de un documento supuestamente de Presidencia que aconsejaba aplicar «demostrativamente» la ley contra la desinformación a «unos cuantos blogueros» y «a un par de medios de información».

Visto esto, el creciente número de casos de «noticias falsas» sobre el coronavirus, administrativos y penales, ha dejado a algunos usuarios de RuNet con mal sabor de boca al ver su aplicación selectiva. Cuando el videobloguero Alexander Thorn grabó un video satírico en el que se burla de las teorías conspiratorias sobre el COVID-19, enfrentó un enjuiciamiento penal bajo la nueva ley:

Amigos, me han abierto un CASO PENAL por el video cómico de ayer en el que ME BURLO de las teorías conspirativas que afirman que el coronavirus se originó en un laboratorio ruso. La razón: noticias falsas sobre el origen del virus. El comité investigador de la Federación Rusa, ¿están bien de la cabeza? *Se esconde tras el sofá*.

Es evidente el crudo contraste con el nombramiento del doctor Alexander Myasnikov como jefe del Centro Estatal de Información sobre el Coronavirus. Myasnikov, que aparece regularmente en la televisión como invitado del comentarista pro Kremlin Vladimir Solovyov, hizo varias declaraciones en febrero y marzo en las que aseveraba que la pandemia no afectaría a Rusia, que era «estacional» y que se habría superado a mediados de abril. Después se retractó, y afirmó que recomendó esperar a la inmunidad de grupo.

El representante del personal del coronavirus será el doctor Meatnikov. Dijo que era imposible infectar a los rusos.
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Doctor Alexander: «el COVID no afectará a los rusos». Myasnikov dirigirá los cuarteles que combaten el coronavirus. ¿Es así todo su personal o han elegido al que tiene más sentido común para comunicarse con el público?

Entre los deberes de Myasnikov está el de liderar la lucha contra las noticias falsas relacionadas con el coronavirus.

Ponte a salvo, cállate

Rusia no es un caso raro al castigar a quienes difunden desinformación nociva que pueda tener consecuencias perniciosas en la salud pública. Pero conforme aumenta el número de casos penales y administrativos bajo la nueva ley, los activistas de derechos digitales advierten que se está usando con excesiva frecuencia contra quienes cuestionan abiertamente las declaraciones estatales de la lucha contra el virus o las estadísticas oficiales de casos y muertes por coronavirus.

De momento, cualquiera que esté pensando en difundir su opinión sobre la pandemia en la RuNet hará bien en tener en cuenta estos consejos de Sarkis Darbinyan, uno de los fundadores de la ONG rusa Roskomsvoboda, que defiende la libertad de información en la red. El 11 de abril sugirió estos puntos en varios comentarios a TV Rain:

  • Не публиковать информацию, которая отличается от официальных данных оперативного штаба или государственных органов. Даже со ссылкой на слова знакомых;
  • Не шутить про коронавирус — у полиции и прокуратуры нет никакого чувства юмора, и за любую шутку, которая не соответствует официальной информации властей, могут привлечь к ответственности;
  • Если вы все-таки решили пошутить или выразить свое мнение о коронавирусе, отличное от официального, стоит поставить дисклеймер/хештег с указанием на это. Это объясняется тем, что в таком случае следствию «придется анализировать не только контент, но и комментарий самого пользователя о том, что к его сообщению не надо относиться серьезно.
  • No publiques ninguna información que difiera de los datos oficiales proporcionados por las instituciones operativas u otras agencias gubernamentales. Aunque estén apoyados por palabras de conocidos.
  • No bromees sobre el coronavirus. Ni la Policía ni los fiscales tienen sentido del humor: pueden hacerte responsable por cualquier chiste que no corresponda a la información oficial.
  • Si aun así decides bromear sobre el coronavirus o expresar de alguna forma una opinión diferente a la de la línea oficial, debes añadir un descargo de responsabilidad o una etiqueta que lo indique. Este requerimiento se explica por el hecho de que los investigadores tendrán que analizar no solo el contenido del mensaje ilícito, sino también todos los comentarios de usuarios que opinen si el mensaje debe o no debe tomarse en serio.

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