Dos blogueros fueron detenidos a principios de abril por acusar a las autoridades locales de corrupción en relación a la distribución de la ayuda, mientras que un periodista que criticó al ministro de Salud enfrentó insultos en línea.
El bloguero y activista local Anis Mabrouki fue detenido el 14 de abril 2020, un día después de que transmitiera en directo en Facebook a una multitud de ciudadanos en Tebourba (30 km al oeste de la capital Túnez), reunidos frente de la oficina cerrada del alcalde para exigir la ayuda económica prometida por el Gobierno.
«La ayuda se da a determinadas personas y se distribuye de manera cuestionable», comentó Mabrouki mientras transmitía el video.
Después de que el alcalde presentara cargos en contra de Mabrouki, compareció ante el tribunal el 15 de abril y lo acusaron de «causar disturbios y alterar el orden público» y de «acusar oficiales públicos de delitos relacionados con su trabajo sin aportar pruebas de culpabilidad» en virtud de los artículo 316 y 128 del Código Penal, dijo su abogado a Amnistía Internacional. Se quedó en prisión a la espera de su juicio previsto para el 30 de abril.
En Tajerouine, ciudad en la provincia de la prefectura de El-Kef (a 175 km al oeste de Túnez), la activista Hajer Aouadi fue detenida por acusar a las autoridades locales de corrupción en la distribución de sémola por medio de un video que publicó en Facebook el 12 de abril. En el video dijo también que cuando fue con su tío a la Policía para presentar una denuncia, los agredieron y amenazaron con ser arrestados. La Policía local los detuvo el mismo día. Comparecieron ante el tribunal al día siguiente y acusados de «insultar un funcionario» en virtud del Artículo 125 del Código Penal y «causar disturbios y alterar el orden público» en virtud del Artículo 316 del Código Penal. Ambos se enfrentan a un año de prisión y a una multa.
«Las autoridades tunecinas han recurrido durante mucho tiempo a imprecisas leyes penales para castigar y perseguir comentarios en línea, pero que lo sigan haciendo durante la pandemia de la COVID-19 es desconcertante», dijo Nissaf Slama, miembro del equipo de la oficina de investigación del Observatorio de Derechos Humanos en Túnez. a Global Voices. «Los funcionarios deben abstenerse de detener y perseguir blogueros y ciudadanos por sus comentarios pacíficos sobre cuestiones de público interés», añadió.
Slama instó a los legisladores tunecinos a que «enmendaran las leyes que penalizan la expresión pacífica».
Si bien Túnez ha realizado encomiables progresos en lo que concierne a libertad de expresión, de prensa y de medios desde 2011, siguen vigentes varias leyes que contienen restricciones a la libertad de expresión que violan las normas internacionales.
El artículo 86 del Código de Telecomunicaciones estipula que toda persona condenada por «perjudicar a los demás o destruir sus vidas a través de las redes de comunicación públicas» puede ser condenada a un máximo dos años de prisión. El Código Penal tiene normas que penalizan la difamación y la difusión de contenido «responsable de perjudicar el orden público o la buena moral».
Una campaña en línea contra un periodista
Recientemente, Khalifa Chouchene, periodista y comentarista de medios de comunicación, fue objeto de una campaña de insultos en línea tras sus criticas al ministro de Salud, Abdellatif Mekki.
El 9 de abril, en un programa de radio llamado «Albilad Alyawm» de Radio Nacional, Chouchene criticó la falta de respeto de los miembros del Gobierno por las medidas de salud y seguridad de COVID-19, como el uso de las mascarillas y el mantenimiento de un metro de distancia en sus visitas a hospitales y centros de cuarentena. «Deberían llorar menos porque el coronavirus no reconoce las lágrimas de los ministros ni los sentimientos humanos, solo reconoce las medidas reales y prácticas», dijo. En una rueda de prensa celebrada el 7 de abril, el ministro de Salud Mekki lloró cuando instó a la gente a respetar la cuarentena sanitaria general que se aplica en el país desde el 22 de marzo.
Después de que Chouchene terminara su comentario, después en el mismo programa, presentado por otro periodista, Mekki exigió el derecho a responder. Criticó a Chouchene por «burlarse» de él y de «evaluar cosas que no está calificado para evaluar». «No eres un experto en criticarnos», dijo Mekki refiriéndose al comentarista.
Algunos de los partidarios del ministro exhortaron en las redes sociales a atacar al periodista y al sector de los medios en general en Facebook. Uno escribió que «este medio de la vergüenza solo debería ser destruido». Otro escribió que apoyaba el «incendio de la sede central [del medio de comunicación] y a la ejecución de quienes trabajan en todo medio que difunde medio o conflicto, o incluso cuestione los esfuerzos de los profesionales sanitarios».
El Sindicato Nacional para los Periodistas Tunecinos denunció la campaña en línea en una declaración publicada el 10 de abril, al tiempo que expresó su preocupación por «el rechazo del ministro a las críticas de los medios con el pretexto de que el país está en guerra contra el coronavirus»:
وتذكر النقابة الوزير بالدور الأساسي الذي يعلبه الصحفيون في مسار التوعية وإصلاح الخطة الوطنية لمكافحة فيروس عبر نقد النقائص التي تخللت بعض الإجراءات التي تم اتخاذها
El sindicato recuerda al ministro el papel que desempeñan los periodistas para dar a conocer al púboico y en la reforma del plan nacional de lucha contra el virus, con críticas a las deficiencias que impregnaron las medidas adoptadas.
«No inmune a las críticas»
En un artículo publicado en Global Voices, la colaboradora tunecina Saoussen Ben Cheikn escribió que la retórica de guerra utilizada en la lucha contra la pandemia de COVID-19 por los políticos y algunos medios en Oriente Medio y África del Norte «ha provocado histeria, miedo y polarización entre los ciudadanos».
Añadió:
This war narrative has created a climate of a ‘rally around the flag’ effect where people unite behind supposedly strong and decisive leaders.
Esta narrativa de guerra ha creado un clima de un efecto de «agruparse alrededor de la bandera» donde la gente se une detrás de líderes, en teoría, fuertes y decisivos.
En este clima, las críticas al Gobierno no se toleran porque el país está supuestamente «en guerra». Como resultado, periodistas y blogueros que cuestionan la respuesta y las medidas de las autoridades al nuevo coronavirus pueden enfrentar intentos de silenciarlos con el pretexto de que carecen de «patriotismo» o «pericia» o, como en el caso de Mabrouk y Aouadi, acusados de «causar disturbios y perturbar el orden público».
«Los funcionarios e instituciones estatales no son inmunes a las críticas, y sobre todo no lo son durante una crisis», dijo Slama del Observatorio de Derechos Humanos.