COVID-19 en Palestina: Vivir entre la esperanza y el temor

Palestinos en la Franja de Gaza ondean la bandera palestina. Foto de Hosny Salah vía Pixabay, no requiere atribución.

La Franja de Gaza, sobrepoblado y empobrecido territorio palestino gobernado por líderes de Hamas, enfrenta particularmente vulnerabilidad durante la pandemia de COVID-19. La Ribera Occidental, donde la Autoridad Nacional Palestina tiene el poder bajo el mando de Mahmoud Abbas, enfrenta una situación similar.

Lo que se torna preocupante en la situación en ambos lugares es una población altamente concentrada con muy limitadas oportunidades económicas.

El 5 de marzo de 2020, la Ribera Occidental informó sus primeros casos de COVID-19. Para  el 30 de abril, se había confirmado aproximadamente 340 casos y dos muertes.

El 22 de marzo, la Franja de Gaza informó de dos casos referidos a personas que regresaban de Pakistán, lo que planteaba temores de una crisis humanitaria. Para el 30 de abril, los casos se habían elevado a 12, lo que aumentó el temor de que el virus podía propagarse, aunque desde entonces no se ha informado de muertes.

Las autoridades locales tomaron medidas rápidas y directas para detener la propagación del virus. Como se informó de aumento de casos en el vecino Israel, las reuniones masivas quedaron prohibidas. El Ministerio de Salud exhortó a los habitantes de Gaza a usar mascarillas, aunque sin imposición.

Las autoridades de Gaza también impusieron una prohibición parcial de viajes y desde fines de marzo, quienes regresen a Gaza deben quedarse en cuarentena durante 21 días. Para implementar esta política, establecieron centros de cuarentena improvisados para alojar a los retornados:

Centro de cuarentena de coronavirus construido en Gaza.

Las autoridades palestinas cerraron todas las mezquitas e impusieron medidas de distanciamiento social. El 23 de abril, condenaron a un palestino a seis meses de prisión por infringir las medidas de cuarentena.

En la Ribera Occidental, según las autoridades palestinas, los trabajadores que regresaban de Israel eran la principal fuente de contagio, constituían casi la tercera partes de los casos confirmados. Cerca de 150 000 palestinos han regresado a territorios palestinos y se autoaislaron.

Coincidiendo con el inicio del sagrado mes de Ramadán el 24 de abril, 8000 trabajadores regresaron de Israel a través de puestos fronterizos, lo que generó preocupación sobre posibles casos no informados. Las autoridades locales tomaron medidas restrictivas para limitar el movimiento e impusieron dos semanas de cuarentena para quienes cruzan la frontera con Israel.

Numerosos trabajadores se encontraron sin trabajo de la noche a la mañana por las medidas impuestas y el cierre de negocios. Eso tuvo un impacto directo en el índice de pobreza en los territorios. Según las autoridades locales, 53 000 palestinos han caído por debajo de la línea de pobreza desde que el primer ministro palestino, Mohammed Abbas, anunció el estado de emergencia el 29 de marzo.

Las zonas empobrecidas y densamente pobladas son también motivo de preocupación. En la Franja de Gaza, dos millones de habitantes están repartidos en más de 300 kilómetros en la ciudad de Jabaliyah, por ejemplo, 115 000 personas están apiñadas en un área de 2 kilómetros. Cerca del 80 % de la población depende de ayuda del extranjero y el índice de desempleo se estima en 40 %.

Un habitante de Gaza expresó la dificultad de la situación: “Por lo general recibimos fondos, donaciones y comida, pero este año, todo será diferente debido al COVID».

A los trabajadores de salud locales también les preocupa la falta de equipo para enfrentar un posible brote. Un trabajador de salud en Gaza señaló:

We don’t have enough hospitals, or ICU [intensive care unit] beds, or mechanical ventilators. I understand those facts.

No tenemos suficientes hospitales, camas de unidades de cuidados intensivos o ventiladores mecánicos. Entiendo estos datos.

La falta de equipo médico es particularmente acuciante en Gaza, con menos de cien ventiladores, hospitales limitados y sin camas en unidades de cuidados intensivos. Según las autoridades locales, Gaza tiene cerca de 120 camas en unidades de cuidados intensivos, pero casi todas están ya ocupadas por pacientes no aquejados de COVID-19.

En una conferencia de prensa, las autoridades locales hicieron un llamado a la comunidad internacional para equipo de protección personal y otros suministros médicos. Por lo general, solamente se dispone de luz eléctrica la mitad del día —lo que limita la actividad en los hospitales.

Llenar brechas expuestas por COVID-19

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) ha tomado varias medidas para llenar estas brechas. El 1 de abril, la organización empezó repartos a domicilio de asistencia alimentaria a 240 000 familias.

El 14 de abril, las autoridades palestinas lanzaron un plan de ayuda dedicado a hogares pobres financiado, en parte, por la Unión Europea. Como resultado, se distribuirán 134 shekels (38.30 dólares estadounidenses) por persona. Adnan Abu Hasna, portavoz de UNRWA en Gaza, dijo que hicieron un pedido de un presupuesto de emergencia de 14 millones de dólares estadounidenses para combatir el coronavirus en los 58 campos de refugiados palestinos. Pero hasta el momento, solamente se ha garantizado el 30 % de ese monto.

Una empresa palestina en Gaza empezó a producir mascarillas y equipo médico en abril. El 7 de abril, la empresa había producido 150 000 mascarillas y 5000 batas. La distribución local se extendió rápidamente a la Ribera Occidental y ahora la empresa está vendiendo directamente mascarillas al Estado de Israel, que se convirtió en su primer cliente.

También en Gaza, la empresa emergente Tashkeel 3D ha producido centenares de escudos faciales médicos con impresoras 3D. Tras pedidos de los dueños de restaurantes a las autoridades locales,se permitió que los restaurantes reabrieran el 29 de abril siempre que sigan reglas de distanciamiento.

Un destello de esperanza

En medio de la crisis, se ha notado la cooperación entre las autoridades de Israel y Palestina. Nikolay Mladenov, coordinador especial de Naciones Unidas para el Proceso de Paz de Medio Oriente, señaló recientemente que la situación de COVID-19 es un “ejemplo inspirador de cooperación a través de líneas de conflicto».

Como potencia ocupante, organizaciones no gubernamentales y organizaciones locales han pedido a Israel que flexibilice el bloqueo impuesto a artículos de higiene y que permita el libre flujo de carga esencial.

Con cerca de 15 147 casos y 198 fallecimientos, sin duda Israel se ve seriamente afectado por el virus y se prepara para una potencial segunda ola que llega directamente de la Ribera Occidental o la Franja de Gaza.

El 15 de abril, el ministro de Finanzas de Israel, Moshe Kahlon, prometió un préstamo financiero a los territorios palestinos, para “ayudarlos a enfrentar la crisis». Las autoridades están analizando las medidas actuales con Naciones Unidas para asegurar que los ingresos concedidos por las autoridades israelíes no sean inferiores a los 137 millones de dólares estadounidenses en los siguientes cuatro meses.

El 12 de abril, el Ejército israelí implementó procedimientos de pruebas en el laboratorio militar Tzirfin para ciudadanos de Gaza. Sin embargo, debido a falta de coordinación, el Gobierno israelí rechazó la iniciativa.

Los ejemplos de cooperación no pueden ocultar las tensiones entre ambos Gobiernos.

el 21 de abril, el recién formado Gobierno de Israel afirmó oficialmente su voluntad de iniciar la anexión de la Ribera Occidental. En respuesta, las autoridades palestinas amenazaron con cancelar todos los acuerdos bilaterales entre los dos países.

Las autoridades de Hamas que supervisan la Franja de Gaza también afirmaron que si Gaza no recibía el equipo médico necesario, se «detendría la respiración» de seis millones de israelíes, y amenazaron con lanzar un ataque contra Israel.

Un deterioro de la situación política podría impactar negativamente la crisis de COVID-19 e impactar directamente a los civiles que viven en ambos territorios. Quienes viven en Israel y Palestina ahora penden entre la esperanza y el temor.

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