Este artículo es parte de la cobertura especial de Global Voices sobre la violencia de género en América Latina.
Un recipiente de vidrio del tamaño de un frasco de mayonesa esta lleno hasta arriba con un liquido claro. Dentro, había una parte de un cuerpo humano que parecía cortada con un cuchillo. Cinco Estrellas, empleado de la Policía que trabajaba en el caso, lo llevó al magistrado encargado de las asuntos internos (corregidor) de un tribunal de apelaciones de Piauí, uno de los estados más pobres de Brasil.
Era 2002, y esa magistrada era Eugênia Villa, que recientemente volvió a contar la historia a Global Voices en una conversación vía Skype mientras cumplía en cuarentena en su casa en Teresina, capital de Piauí. Cuando preguntó al empleado qué había dentro del tarro, contestó: «Es la oreja de una mujer. La llevaré a la morgue».
Villa aún recuerda el susto. «Esto era nuevo para mí», dijo. Como la unidad de policial de mujeres estaba en el mismo edificio, se dirigió allí para investigar, según recuerda:
A delegada responsável me contou que se tratava de uma mulher que concordou que o companheiro cortasse uma parte da orelha. A mulher havia traído o companheiro e se viu merecedora do castigo. Isso não é algo que te ensinam na academia de polícia ou na faculdade, não te ensinam que isso acontece, que essa é a vida real.
La jefa policial me dijo que la oreja pertenecía a una mujer que dio el permiso a su pareja para cortársela. La mujer lo había traicionado y dijo que se lo merecía. Esto no es algo que te enseñen en la Academia de Policía ni en la facultad de derecho. No te enseñan que esto pasa, que esto es la vida real.
Este episodio cambiaría para siempre la carrera de Villa. En aquel entonces, decidió dedicar su vida a salvar el abismo entre la violencia contra mujeres en la vida real y el sistema jurídico de Brasil. Abandonó una carrera de 19 años en arquitectura para ingresar a la Academia de Policía y llegó a ser superintendente de Policía Civil de su país.
En 2015, creó la primera unidad policial de Brasil centrada exclusivamente en la investigación de casos de feminicidio. Hasta hoy, Teresina sigue siendo la única ciudad brasileña con una unidad de este tipo.
Los feminicidios están en aumento en Brasil, aunque las tasas generales de homicidio están bajando. Un análisis del periódico Folha de S. Paulo publicado en febrero mostró que en 2019 hubo un incremento del 7.2 % de casos de feminicidios respecto al año anterior, esto se traduce en 1310 mujeres asesinadas durante 2019, la mayoría en episodios de violencia domestica.
La historia personal de Villa es un testimonio de la lucha que enfrentan las mujeres en las fuerza policiales del Brasil. A los 32 años, dejó la carrera de arquitectura para matricularse en la facultad de derecho. Poco después de graduarse en 2000, aprobó el examen para convertirse en agente de policía. Villa entró a la Academia de Policía estando embarazada.
Eu escondi a gravidez. Eu tinha receio de que eles não iriam me aprovar. (…) Minha carreira foi feita de quebrar paradigmas.
Escondí el embarazo [durante la prueba]. Tenía miedo de que no me aprobaran (…) Mi carrera se hizo de quebrar paradigmas.
Una vez en la Academia, se unió a dos otras colegas embarazadas para pedir a sus superiores que se les exonerara de las actividades físicas. La academia rechazó la petición y también las calificó con cero en esas disciplinas, lo que afectó su promedio general.
Unos años después, Eugênia se convirtió en decana de la misma academia y dice que una de las primeras cosas que hizo fue asegurarse de que las estudiantes embarazadas fueran tratadas de manera justa. Dice:
Eu sou branca. Católica. Heterossexual. Em uma sociedade colonizada, eu reconheço meu lugar e meus privilégios – e rompo com isso. Rompo com isso no momento em que me reconheço e uso isso para que a violência estrutural que todas sofremos, de diferentes formas, diminua.
Soy blanca. Católica. Heterosexual. En una sociedad colonial. Reconozco mi sitio y mis privilegios, pero rompí con esto. Rompí con esto en el momento en que reconozco [esos privilegios] y los uso para luchar contra la violencia estructural que todas sufrimos de diferentes maneras.
Cambiar el sistema desde dentro
La legislación sobre los derechos de la mujer tardó en imponerse en Brasil.
Las unidad de policía para mujeres se crearon a partir de 1985. Nueve años después, Brasil firmó la Convención Interramericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujere (también conocida como la Convención de Belém do Pará).
Se necesitaron 10 años más para que el país aprobara la ley que castigaba a los agresores de mujeres: La Ley Maria Da Penha, nombrada así después por una activista de derechos de la mujer que quedó parapléjica cuando su marido intentó matarla, fue ratificada en 2006 y se convirtió en la primera ley contra la violencia domestica de Brasil.
Finalmente, en 2015, la palabra «feminicidio» entró en el Código Penal del país.
Sin embargo, para Villa todavía hay mucho que hacer:
São várias as fragilidades. A começar pelo termo violência doméstica, que limita a mulher à condição de ‘do lar’. Além disso, pela lei nacional, não se enxerga a morte de mulheres trans como feminicídio, não se enxergava estupro marital por muito tempo, há uma cegueira em torno de feminicídios fora de relacionamentos.
Hay varios puntos débiles. Empezando por el término violencia domestica que limita a las mujeres a la condición de «ama de casa». Además, según la ley nacional, matar a mujeres transexuales no se considera feminicidio. La violación marital fue invisible durante mucho tiempo. Hay una ceguera alrededor de los feminicidios fuera de la relación.
Junto con el primer departamento de feminicidio del Brasil, Villa creó un grupo de estudio centrado en la violencia de género y también un método para investigar los feminicidios. Además, es el cerebro de la Caravana Salve Maria, programa gubernamental interinstitucional en Piauí centrado en educar a las mujeres sobre la violencia de género. Dice:
As ideias misóginas estão impregnadas no sistema. São ideias reproduzidas por anos e não questionadas. O que fizemos foi explicar, através do método científico, o porquê de isso estar errado e como concertar. O promotor, o juiz, o policial… Por muito tempo, estavam cegos.
Las ideas machistas están incrustadas en el sistema. Se han reproducido durante años, nunca se han cuestionado. Lo que hicimos fue explicar, a través del método científico, por qué esto estaba mal y cómo podíamos arreglarlo. El fiscal, el juez, el policía… Durante mucho tiempo, estuvieron ciegos a esos temas.
Villa dice que un excolega suyo, un jefe de policía, bromeaba con que a Eugênia la debía haber golpeado un novio para que se preocupara tanto por la violencia contra las mujeres.
«Nunca me golpearon físicamente», ríe. «Pero he recibido una paliza figurativa al abrir las puertas para el cambio y para otras mujeres».
Después de que se hizo cargo del Departamento de Asuntos Internos, el reportero de un periódico local se sorprendió al encontrarla con un vestido floreado mientras ayudaba a su hijo con los deberes. Villa dice que tenía la intención de que la fotografiaran con ese vestido mientras sostenía un libro en lugar de una pistola, dice.
En su trabajo actual, Villa se encarga de evaluar y mejorar el sistema penal en Piauí. Como tal, supervisa la capacitación de los agentes y comisarías en lo que respecta a la asistencia a las mujeres en situaciones de violencia.
Nunca supo qué le pasó a la mujer a quien cortaron la oreja, el caso que despertó su interés por las cuestiones de género en el sistema jurídico. Pero ella cree que la seguridad de Piauí ha mejorado enormemente cuando se trata de apoyar a sus ciudadanas.
Hoje, dificilmente esse caso ficaria sem solução. O que falta no combate à violência? Falta compreender a violência como estrutural e estruturante das relações sociais.
Hoy, es poco probable que se hubiera quedado sin resolver. ¿Qué falta en la lucha contra la violencia? Una comprensión de que la violencia es estructural y estructurante de las relaciones sociales.