Moldavia se asienta sobre fallas culturales, lingüisticas y geopolíticas.
Hasta 1991, este país de Europa del Este de tres millones de habitantes aproximadamente formaba parte de la Unión Soviética, donde el ruso era considerado el idioma de prestigio. Inmediatamente después de declararse independiente, Moldavia restableció rápidamente fuertes vínculos culturales con Rumanía, su gran vecino del oeste. Moldavia formó parte de Rumanía entre 1918 y 1940, y los idiomas de ambos países son mutuamente comprensibles, independentemente de cómo quieran llamarlos sus hablantes.
Bajo el mando soviético, el moldavo fue decretado idioma independiente del rumano, y a diferencia del rumano se escribía con alfabeto cirílico. Hoy en día, ambos idiomas se escriben con alfabeto latino. Ahora muchos hablantes de Moldavia consideran que esta diferenciación es artificial, y se refieren a su idioma como rumano.
Pero las divisiones de Moldavia son también (geo)políticas: al colapsar la Unión Soviética, las regiones orientales del país, situadas en la orilla izquierda del río Dniéster se declararon independientes con el nombre de Transnistria, donde la población hablaba ruso en su mayoría y mostraba una actitud favorable hacia Moscú.
La historia turbulenta de Moldavia y sus innumerables identidades han fascinado a sus artistas y escritores, que han buscado entender cómo el país se percibe y cuál es su lugar en el mundo.
Uno de esos escritores es Iulian Ciocan, destacado periodista, crítico literario y autor. Ciocan escribe en rumano y, como sucede con muchos moldavos, habla ruso con fluidez. Es uno de los escritores más aclamados del país y ha obtenido reconocimiento internacional. En 2011 habló sobre su obra en el festival de PEN World Voices en Nueva York. Ciocan nació en la capital moldava, Chișinău, en 1968. Gran parte de su obra, incluidas las novelas ‘Antes de que Brezhnev muriera’ y ‘El reino de Sasha Kozak’, trata de entender la vida cotidiana de los moldavos, sus esperanzas y sus sueños durante la época soviética.
Su libro más reciente, ‘Reina de corazones’, relata el destino absurdo de un funcionario corrupto que trabaja en el ayuntamiento de Chișinău, destino que lo engulle literalmente, tanto a él como a su país, por completo. Gracias al humor negro de sus novelas, Ciocan ha obtenido muchos elogios; su obra se ha traducido a más de siete idiomas, incluido el inglés. En 2018, ganó el premio «Coup de Coeur» en el Salon du Livre des Balkans.
Pregunté a Ciocan sobre su obra, sus fuentes de inspiración y el estado actual de la literatura en Moldavia. La entrevista se ha editado para mayor brevedad.
Filip Noubel: Actualmente eres uno de los autores moldavos con más renombre y más traducidos, pero ha sido un largo viaje. ¿Cuáles fueron los principales desafíos que encontraste en el camino?
Iulian Ciocan: The first and biggest problem is that the Republic of Moldova is almost unknown. I write in a language which, although beautiful, is not widely used internationally. I assume that in the West, Moldova is less known than [North] Macedonia, Kosovo or Albania, which has the famous writer Ismail Kadare. Once, a foreign magazine sent me a parcel, but it had trouble reaching me, because it had been sent to the Maldives. Hence there is a certain distrust from foreign publishers regarding the literati of this small and little known place. Can they really write something remarkable? Of course they can, because your location is not what matters the most.
Yet it is very difficult to convince them, to make them really look at your texts. When I started writing prose at the age of 38, I couldn't even imagine having books published by foreign publishers. And even now I don't have that many. My ninth novel will soon get published abroad, but, believe me, many Moldovan writers cannot even dream of such a thing. I have never had a good literary agent, so it's not easy to interest foreign publishers. In stark contrast to this, all my translators are excellent and have often helped me to find my way to the publishers.
There are many problems, but if you keep complaining, you will not succeed. You have to write your stories, produce high quality texts. Then the problems will decrease.
Iulian Ciocan: El primero y el mayor de los problemas es que la República de Moldavia es casi desconocida. Escribo en un idioma, que aunque es hermoso, no se utiliza mucho a nivel internacional. Supongo que en Occidente, Moldavia es menos conocida que Macedonia [del Norte], Kosovo o Albania, lugar de proveniencia del famoso escritor Ismail Kadare. Una vez, una revista extranjera me envió un paquete, pero me llegó con muchas dificultades porque había sido enviado a Maldivas. Por tanto, hay cierta desconfianza por parte de las editoriales extranjeras hacia los literatos de este lugar pequeño y poco conocido. ¿Realmente pueden escribir algo destacable? Por supuesto que pueden, porque tu ubicación no es lo que más importa.
Sin embargo, es muy difícil convencerlas, hacer que de verdad se fijen en tus textos. Cuando empecé a escribir prosa, a los 38 años, ni siquiera podía imaginarme que podría tener libros publicados por editoriales extranjeras. Y ni siquiera ahora tengo tantas. Mi novena novela se publicará pronto en el extranjero, pero, créeme, muchos moldavos ni siquiera pueden soñar con algo así. Nunca he tenido un agente literario bueno, por lo que no es fácil despertar el interés de las editoriales extranjeras. En compensación, todas mis traducciones son excelentes y a menudo me han ayudado a encontrar el camino hacia las editoriales.
Hay muchos problemas, pero si te quejas sin parar, no lo lograrás. Tienes que escribir tus historias, producir textos de alta calidad. Después los problemas disminuirán.
FN: ¿Cuál es el estado actual de la literatura y la industria editorial en Moldavia? ¿El estado ofrece algún tipo de ayuda?
IC: The situation isn't very good. Reading [printed books] remains the privilege of a very small group of citizens: only around 12,000 people regularly buy books in Moldova, according to data circulated by publishers. Only two euros (US$2.20) are invested in books per capita per year, as opposed to 75 euros ($85) in Germany. The vast majority of writers write in Romanian and Russian, but I have the impression that the share of Moldovan writers on the Romanian market is higher than on the Russian market. As there aren't many readers, private publishers often rely on children's books or textbooks to get state grants.
IC: La situación no es muy buena. Leer [libros impresos] es el privilegio de un grupo muy reducido de ciudadanos: solo alrededor de 12 000 personas compran libros con frecuencia en Moldavia, según datos proporcionados por las editoriales. Al año, cada persona invierte solamente dos euros (2.20 dólares) en libros, en comparación con los 75 euros (85 dólares) que se invierten en Alemania. La mayoría de escritores escribe en rumano y en ruso, pero tengo la impresión de que la cuota de escritores moldavos en el mercado rumano es mayor que la del mercado ruso. Puesto que no hay muchos lectores, las editoriales privadas muchas veces dependen de los libros infantiles o de los libros de texto para obtener subvenciones estatales.
FN: Compartes un idioma con Rumanía, y también muchos vínculos culturales. ¿Esta cercanía representa una ventaja o un reto para la literatura moldava?
IC: Of course it's a big advantage. In fact, Romanian-language literature from Moldova is part of Romanian literature. The simple fact that they can publish their books in publishing houses in Romania and appear on a larger market is a great opportunity for writers in Chișinău. Of course, competition is more serious in Romania, but if you have something to say, if you have value, you have nothing to lose. I'll tell you a secret. I conceive my novels, even the dystopian ones, not only as a Bessarabian Romanian writer [Bessarabia is a historical region in eastern Europe encompassing Moldova and parts of Ukraine — ed.], but also as a writer who has experience of the Soviet past, as a man who lived on the Latin periphery of the Soviet empire. Thus there is no risk of being confused with Romanian writers.
IC: Por supuesto que es una gran ventaja. Es más, la literatura moldava en rumano es parte de la literatura rumana. El simple hecho de que puedan publicar sus libros en editoriales de Rumanía y llegar a un mercado mayor es una gran oportunidad para los escritores en Chișinău. Obviamente, la competencia es mayor en Rumanía, pero si tienes algo que decir, si tienes valor, no tienes nada que perder. Voy a contarte un secreto. Concibo mis novelas, incluidas las distópicas, no solamente desde mi perspectiva como escritor rumano besarabo [N. del E. Besarabia es una región histórica del este de Europa que abarca Moldavia y partes de Ucrania], pero también desde la perspectiva de un escritor que tiene experiencia en el pasado soviético, como un hombre que ha vivido en la periferia latina del imperio soviético. De esta manera no hay ningún riesgo de que se me confunda con escritores rumanos.
FN: Moldavia es conocida no solamente por sus vinos y sus telas, sino también por su emigración masiva y su corrupción endémica. Estos temas aparecen en tus textos de manera notable. Tu última novela, Dama de cupă (Reina de corazones), comienza con la descripción de los complots corruptos urdidos por funcionarios públicos de Chișinău. ¿Qué papel juega actualmente la corrupción en Moldavia? ¿Está cambiando?
IC: Corruption is, in my opinion, Moldova's biggest vice. Cynics and politicians here are not tired of stealing or taking bribes. And my feeling is that nothing changes. The anaemic civil society is also to blame; there is no sense of belonging to a community. But I want to make it clear that corruption is only one dimension of this particular novel. The pit that gradually swallows Chișinău appears as a result of a tiny, insignificant sin, although the protagonist has much greater sins, including the fact that he is corrupt to the bone. ‘The Queen of Hearts’ is a novel in which I tried to say something essential about the world we live in today. It is a dystopian novel, but also a metaphysical and political adventure.
IC: En mi opinión, la corrupción es el mayor vicio de Moldavia. Aquí, los cínicos y los políticos no se han cansado de robar y recibir sobornos. Y mi sensación es que nada está cambiando. La apática sociedad civil también tiene su parte de culpa; no hay ningún sentimiento de pertenencia a una comunidad. Pero quiero dejar claro que la corrupción es solamente una de las dimensiones de esta novela en particular. El agujero que poco a poco engulle a Chișinău aparece a resultas de un pequeño e insignificante pecado, aunque el protagonista tiene otros pecados mucho más grandes, incluido el hecho de que es corrupto hasta la médula. ‘Reina de corazones’ es una novela en la que he intentado decir algo esencial sobre el mundo en el que vivimos hoy. Es una novela distópica, pero también de aventuras metafísicas y políticas.